¡Seré la puerta de tu casa! es el título del poemario de Jesús Peñalver que saldrá publicado en breve. La puerta como personificado símbolo de amor, guardián, vigilante y protector del anhelado tesoro.Y la casa vista como el cuerpo de la mujer amada y, al mismo tiempo, como un umbral impenetrable pero que puede cruzarse ahora gracias a la presencia permanente y empecinada del centinela transformado a su vez en la puerta de una certera ilusión.

¡Toda puerta se abre y se cierra! Por ellas se pasa de un lugar a otro, de un mundo a otro; desde lo que se conoce en tierra firme al espacio de lo desconocido, que es como decir el paso de la luz a una oscuridad que nos petrifica. Son audaces y temerarios los que se atreven a abrir la puerta y penetrar sin saber qué los espera al abrirla. Es asomarse a la oscuridad de lo que se ignora, a lo oculto, pero al encender la luz del recinto se descubre que en él nos está esperando el conocimiento, una nueva luz que se enciende dentro de nosotros mismos. Pero la puerta del conocimiento ofrece resistencia y solo se abre cuando el dueño de la llave se siente animado o poseído por el deseo de ir mas allá de su propia sombra. De lo contrario, permanecerá cerrada oponiéndose a todos los vanos intentos de forzar su cerradura.

Hay puertas que se abren a espacios sagrados igualmente luminosos dedicados o inclinados a la meditación y a la contemplación: el recogimiento del espíritu, la cruz cristiana, la flor de loto de toda el Asia, la catedral o el templo sintoísta japonés y se produce el milagro de sumergirnos en nuestro propio torrente de vida y dejarnos llevar hacia un comienzo sin fin; ir de lo profano a lo sagrado; reconocer y aceptar que nuestra vida está signada con aceites misteriosos que permiten al ungido rechazar las perversidades del poder cualquiera que sea su naturaleza militar o de escabrosa civilidad.

Hay también una puerta que solo aparece cuando exhalamos un último suspiro y el monstruo que estuvo observando la respiración de la cuna o la pelota en el aire de los juegos juveniles o acechando nuestros pasos adultos emerge y nos devora llevándonos entre sus dientes al cruzar el límite que separa a la vida de la muerte.

Hubo en la Antigüedad la majestuosa Puerta del Sol que se abría al tránsito de la tierra hacia el cielo, lo que permitía establecer una permanente relación entre el cosmos y la condición humana.

La Biblia está llena de puertas. Jacobo, al despertar del sueño tiene miedo del lugar donde se encuentra y se dice a sí mismo que aquello es la Casa de Dios y la puerta que ve no es otra que la Puerta del Cielo.

Hay países que se esmeran por mantener abiertas sus puertas y sostener comercio y amistad, pero se sabe de otros, prepotentes y egoístas como el venezolano bajo el indeseable régimen militar, que se enorgullecen cerrando puertas y ventanas permitiendo que un aire envilecido solo asfixie o enrarezca el entendimiento de una oposición política dispuesta a enajenarse sosteniendo diálogos con el también aturdido régimen fascista cuyas corrompidas intenciones permanecen ocultas detrás de las engañosas puertas de la traición