Hay que refundar la República, dijo Egildo Luján
El miembro de la directiva de la Alianza Nacional Constituyente (ANCO), Egildo Luján, se muestra de acuerdo con el planteamiento de la Iglesia católica, que ha planteado la necesidad de llevar a cabo una refundación y reconciliación del país, como única fórmula, para salir de la terrible situación por la que atraviesa Venezuela y, en ese sentido, considera que habría que convocar a un Proceso Constituyente Legítimo, como lo considera la vigente Constitución de la República Bolivariana de Venezuela.
Según Luján, el país está enfrentando ruina, destrucción, peligros, además de un deterioro general que hace sentir la inclemencia de una presencia no accidental, sino intencional, con un alcance innegablemente criminal.
“No hay rincón ni espacio útil en la Nación que no evidencie la acción de la agresión. Y, sobre cada espacio agredido, se registra la cosecha de la celebración, para convertir lo dañado en la muestra de la evidencia usada; asimismo, como instrumento de la amenaza para ir mucho más allá. Esto, obviamente, se traduce en hacer de aquello un ejemplo de lo que equivale el ejercicio del dominio, pero también de obediencia a quien es y siempre será el amo de la voluntad sobre todo aquello identificado como producción nacional, en el mejor y el peor sentido de la consecuencia”.
Para Luján, el deterioro, por supuesto, es un verdadero y eficiente ejemplo de producción nacional; que está presente en todo el país, y, además, es un modelo de violencia y agresión como mecanismo de dominio; es, en fin, aquello que ha sido concebido para exhibirlo a la par de lo que se puede hacer, cuando la finalidad pareciera ser alcanzar desmotivación, empobrecimiento, miseria, hambre, frustración, además de razón de peso para obligar a salir huyendo del territorio nacional.
“Estar en niveles críticos, entonces, es estar en Venezuela. Hacerlo según la voluntad de quienes conciben lo que equivale la conversión de la producción nacional en hechos a niveles críticos, indistintamente cual sea la naturaleza y en efecto para atemorizar, pervertir, corromper y desmoralizar. Tal desmoralización, desde luego, no excluye el gran logro de que la otrora industria petrolera, alguna vez modelo de eficiencia productiva global, referencia de la Venezuela modelo de dicha actividad minera, sea lo que es hoy: otro ejemplo de lo que traduce eficiencia socialista, a la manera nacional, imposibilitada de producir, si acaso, apenas un 10% de sus niveles referenciales de finales del Siglo XX”.
Señala Luján, que el país, ciertamente, necesita mucho más que milagros para alcanzar su recuperación; que el objetivo, es la salvación, y que si esa es la finalidad, entonces, el accionar le correspondería a la Iglesia católica, que, con seriedad, responsabilidad y firmeza, de hecho, dio un ejemplo digno de respeto y confianza nacional, cuando hizo sentir su voz el 23 de junio de este año, en su “Mensaje de la Presidencia de la Conferencia Episcopal Venezolana” a la población nacional, con ocasión del bicentenario de la ” Batalla de Carabobo”.
“Decir lo que dijo, exponerlo como lo hizo, proponiendo como única fórmula, para salir de esta terrible situación, la refundación y reconciliación del país, fue la voz de una institución a la que no es posible anular o de restarle alcance en sus propósitos, sólo a partir del uso de frases engendradas entre odio y pobreza reflexiva. Y, además, sin poder quitarle autenticidad conceptual, cuando demandó gallardía con la participación integral de todos los sectores del pueblo soberano, de la sociedad civil, tal y como lo expresa la vigente Constitución de la República Bolivariana de Venezuela en su articulado 5, 7, 70, 347, 348, 349 y 350.
Por otra parte, Luján indica que para lograr el respeto, la credibilidad y la unión del pueblo, sin duda alguna, es necesario e imperativo que, acompañando al Presidente Interino, se nombren honorables, independientes, experimentados y dignos venezolanos; pues, a su juicio, de lo que se trata, es de darle credibilidad a los representantes, como de lograr ese esperado hecho necesario de salvar al país, y de evitar toda sospecha sobre el predominio de intereses personales o grupales.
Según Luján la Sociedad Civil opositora representa casi un 90% de la población venezolana y no fue consultada para nombrar a esos negociadores o representantes, y si es que aún creen en esos diálogos, de los cuales, ya han habido muchos (Caracas, República Dominicana, Noruega, Barbados, últimamente Washington, Europa y luego México), no debe olvidarse que todos han culminado siendo ejemplos de fracasos.
“Desde luego, en cuanto al caso de los últimos tres mencionados, Dios los guíe e ilumine, y que logren concluir en algo positivo. Hay que trabajar mucho para evitar que se repitan tales episodios. Pero todo indica que, desafortunadamente, el régimen logrará su único y gran propósito: ganar tiempo, para lograr llegar a noviembre, a las elecciones regionales ilegítimamente convocadas”.
En ese sentido, considera que la solución que está planteada, es ir a un Proceso Constituyente Legítimo, como lo considera la vigente Constitución de la República Bolivariana de Venezuela y el que, a su modo de ver, se daría sin la intervención de los poderes constituidos, y se elegirían los constituyentistas con sus respectivas bases comiciales, todo bajo el estricto control de una Comisión Electoral nombrada por la sociedad civil, y la supervisión y certificación de los organismos internacionales.
“De lo que se trata, es de alcanzar el desarrollo de un proceso que lograría integrar a todos los venezolanos, tanto Chavistas-Maduristas, como a la población civil en todas sus expresiones: partidos políticos, gremios, asociaciones, universitarios, jubilados, sindicatos, toda la sociedad civil, etc. Todos irían a una limpia elección constituyentista, en la que estarían representados los distintos sectores; cuyo propósito sería la refundación y reconciliación del país”.
A juicio de Luján, en más de una ocasión, el hecho ha estado presente y no ha sido del agrado de quienes, siendo competidores y viéndose desplazados por su voz e imagen, no han admitido que la presencia de la iglesia católica en Venezuela se haya hecho sentir, respaldada y calificada de meritoria.
Que, inclusive, de fuente de consulta y valoración lo suficientemente digna, como para que se llegue a plantear que es inconveniente que ella distorsione la participación de las representaciones sociales a las que sí les corresponde hacer trabajo político, y más cuando eso se traduce en eventos electorales.
“Desde luego, la reflexión viene a propósito de lo que ha estado sucediendo durante las últimas semanas, cuando, una vez más, una instancia representativa de la Iglesia Católica, en este caso la Presidencia de la Conferencia Episcopal, le ha expuesto a los venezolanos su punto de vista sobre cómo considera que hay que buscarle una salida al país, después de haberse adentrado en un desmoronamiento acelerado. Mejor dicho, de ser víctima de una especie de infección progresiva que afecta a todo el cuerpo nacional, a todos sus sectores organizados o no, a todas las personas e instituciones, por lo que no se puede perder más tiempo, ya que eso se traduce en que hay que refundar la República.
Enrique Meléndez
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