La mayoría de las habitaciones del hospital de Los Magallanes de Catia son depósitos de chatarra y basura
Muchas de las habitaciones del área de hospitalización son depósitos de chatarra con colchones sucios, camas que ya no funcionan, pocetas que quitaron de los baños, sillas dañadas y cajas o bolsas con basura. Los pisos de los baños públicos están llenos de mugre y agua sucia que tiene días acumulados.
Caracas. En la habitación de la señora María* en el hospital Dr. José Gregorio Hernández —ubicado en Los Magallanes de Catia— no hay ni un sócate para poner un bombillo. Ya van cinco noches que ha tenido que pasar a oscuras y escuchando la radio que llevó para no aburrirse, porque sus hospitalizaciones suelen ser largas. La cama no es cómoda, pero es la que hay. La poceta y el lavamanos no sirven. Usa dos tobos grandes que le dio un familiar para llenarlos de agua, y se limpia el cuerpo con pañitos.
Detrás de su cama hay dos huecos con cables guindando donde deberían estar los sócates. Da la impresión de que en algún momento hubo unas lámparas por las manchas que hay en la pared. Las noches se pasan lento y lo que hace es ver por la ventana. En su última hospitalización, el pasado 24 de mayo, llevó par de sócates y bombillos porque le desesperó la oscuridad. “Los dejé aquí, como un regalo para el hospital. Imagino que se los robaron”, lamentó.
Los dos tobos de agua los llena en un baño que está en el pasillo del piso 8 del hospital. Por su enfermedad —una inflamación abdominal causada por la acumulación de líquido— no debería cargar peso. Sin embargo, es la única manera como logra tener agua en su habitación y asearse en lo posible, por lo general con pañitos.
La puerta de su habitación no tiene cerradura, solo un pedazo de cartón para que encaje sin quedarse trancada. Además, no cuenta con alimentación por parte del hospital y le pidieron algunos insumos básicos, como inyectadoras y guantes, para poder recibirla.
No he comido muy bien porque la única manera es que un familiar traiga el almuerzo en potes y las enfermeras lo suben, pero mis hijos están trabajando y les cuesta venir”, agregó María.
El resto de habitaciones que están en el piso 8 de hospitalización están igual o peor. La mayoría son depósitos de chatarra: colchones sucios, camas que ya no funcionan, pocetas que quitaron de los baños, sillas dañadas y cajas o bolsas con basura. Los pisos de los baños públicos están llenos de mugre y agua sucia que tienen días acumulados y generan zancudos.
En el resto de los pisos del hospital pasa lo mismo. La mayoría de los pasillos están a oscuras o la luz titila permanentemente. La contaminación está, incluso, en las áreas de espera de familiares que tienen que sentarse al lado de un balcón donde se acumula la basura.
El hospital Dr. José Gregorio Hernández es un centro de salud tipo IV que en algún momento recibió a personas de todo el país. Su deterioro ha ido en ascenso desde el año 2015, cuando los trabajadores del sector denunciaron problemáticas como la escasez de agua y falta de insumos básicos para el mantenimiento de las instalaciones y la atención de pacientes. Además, hay servicios como Pediatría, en el piso 1, y Obstetricia, en el piso 5, que tienen más de 10 años cerrados por una eterna remodelación que nunca culminó.
En 2019, el personal de este hospital anunció que estaban de “brazos caídos” porque las condiciones del centro de salud eran insostenibles. En ese momento le hicieron un llamado de atención al Ministerio de Salud para que le dieran un cariño a las instalaciones. Algo que no pasó, sino que más bien está cada día más abandonado.
La oscuridad en los pasillos del hospital de Los Magallanes de Catia ha generado mucha inseguridad durante la noche. A principios de junio, un grupo de delincuentes entró al área de la residencia médica y robaron a los doctores que se estaban quedando en ese espacio, según contó a Crónica.Uno un trabajador de ese centro de salud.
De las más de 1000 camas que hay en este hospital, solo deben estar operativas unas 50. De resto, las habitaciones son depósitos de chatarra”, informó el trabajador. Por otra parte, las escaleras de emergencia están cerradas y también las usan para guardar muebles que ya no sirven.
En el caso del área de COVID-19, la contaminación es predominante, pese a que llegaron a activarse hasta 37 camas. Solo en la entrada de la unidad hay bolsas rojas llenas de desechos y, en la parte de afuera del hospital, el contenedor no aguanta más.
Los trabajadores denunciaron otras fallas en el hospital, como las tuberías colapsadas, lo que hace que cuando llega el agua comience a brotar por los desagües de los pisos; solo tienen cloro para limpiar; de siete ascensores, solo funciona uno; ya no existe la bomba para el llenado de cilindros de oxígeno; todas las ambulancias están fuera de servicio, y no hay transporte para el personal.
Desde el pasado 6 de julio los trabajadores de este hospital decidieron volver a decretarse en brazos caídos como señal de protesta. En esta oportunidad, se unieron a la manifestación de otros 15 centros de salud de Caracas que rechazaron el pago fraccionado de un acta convenio anexa al contrato colectivo que firmó el Ministerio de Salud con una serie de beneficios económicos.
Este 12 de julio en el hospital de Los Magallanes de Catia solo se estaban atendiendo casos de emergencia. Otros servicios suspendieron su atención debido a que no tenían insumos para trabajar y el personal no había cobrado el monto total que prometieron las autoridades sanitarias, que debería hacerse efectivo este 13 de julio luego de un acuerdo al que llegaron.
*María es un nombre ficticio a petición del declarante
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