Me pregunté por qué los evangelistas, después de haber hablado extensamente de Juan el Bautista y de los Apóstoles, escribieron tan resumidamente la historia de la Santísima Virgen María, aunque los supera casi ad infinitum en su excelencia y virtudes. ¿Por qué —me dije— no nos dijeron nada sobre su nacimiento, su educación, sus hábitos, su vida junto a su Hijo, su relación con los apóstoles después de la Ascensión del Señor? Si el Espíritu Santo no la retrató en la Sagrada Escritura, si les confió a ustedes que se hicieran por sí mismos una imagen, fue para hacerlos comprender que nada le falta a ella de la gracia, perfección y gloria con que el Espíritu puede concebir a una criatura pura, mucho más, cuando ella supera toda inteligencia y pensamiento. Por ello, después de habernos dicho todo, era inútil escribir las partes, sobre todo porque hubiéramos creído que lo que no estaba escrito, ella no lo tenía. Si Dios Todopoderoso ha adornado tan maravillosamente a los ministros y doncellas de su casa con dones y virtudes, ¿qué no habrá hecho, —les pregunto— por su Madre, por esa esposa única, elegida entre todas, amada más que todas? Así que, finalmente, todo lo que quieran saber sobre la Virgen, lo encontrarán contenido en estas breves palabras: "de quien nació Jesús". Esta es su historia, una historia muy larga y muy completa. | 
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