“El que más pertenece a la Inmaculada se acercará con más valentía y libertad a las llagas del Salvador, de la Eucaristía, del Corazón de Jesús y de Dios nuestro Padre. (...) Cuanto más estemos en la Inmaculada, mejor entenderemos y más amaremos el corazón del Señor Jesús, de Dios Padre y de toda la Trinidad. Pero todo esto, todas estas cosas sobrenaturales, solo hay una que las puede formar en nosotros y a través de nosotros” (1). “El alma que mira toda esta revelación de amor, quisiera devolver amor por amor. Pero por experiencia sabemos que somos muy débiles. Y se manifiesta el amor del Divino Corazón que nos da su propia Madre para que podamos amarla con su propio corazón; no con nuestro pobre corazón, sino con su corazón inmaculado. El amor de la Inmaculada es el amor más perfecto con el que una criatura puede amar a su Dios. Con este corazón, tratemos de amar cada vez más al Corazón de Jesús y que este sea nuestro mayor deseo. Debemos asegurarnos de que muchas almas reciban todo de ella y que muchas almas se unan al muy dulce Corazón de Jesús a través de ella. Primero debemos someter nuestro corazón a él y luego a todos los demás” (2). “Ella sola nos enseñará a amar al Señor Jesús sin comparación, mucho mejor que todos los libros y todos los maestros. Ella nos enseña a amarlo como ella le ama. Y todo nuestro esfuerzo debe hacerse para que solo ella ame al Señor Jesús con nuestro corazón” (3). |
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