Gloria Cuenca: Torció la puerca el rabo
Uso una expresión española-margariteña: ahora, si torció la puerca el rabo. La explico, por si acaso hay quien no la entiende: refiere a cuando pasan cosas que nunca imaginamos que ocurrirían. Veo, -ojo- por la televisión mexicana, una serie de comiquitas o ¿caricaturas? llamadas el Súper Bigote. Al detenerme en lo que veo, se trataría de un nuevo súper héroe que conduce una aguerrida batalla contra el imperio norteamericano, vestido de Superman. No sé quiénes serán los asesores de imagen que recomendaron esa serie. Oigo al presidente quejarse de que los caraqueños seriamos muy bromistas y el, por ser quien es, merece respeto. Hay una frase bastante conocida, respete, para que lo respeten. Le recuerdo, a los asesores, por si lo han olvidado: el respeto, no nace espontáneamente, sino que se gana. El sentimiento de respeto tiene que ver con la acción de la persona a respetar y además, ahora, contemporáneamente, con los llamados imagólogos, que no son otra cosa que asesores de imagen. En este tema no soy muy versada. Adolfo Herrera (QEPD) era un magnifico asesor de imagen, aun cuando a menudo, no cuidaba la suya, para angustia de fotógrafos y camarógrafos, que tenían la tarea de retratarlo o visualizarlo. En uno de sus trabajos, planteo la tesis de que el mundo actual, vivía en función de las imágenes y no se conoce a las personas en verdad pero si, su imagen. En oportunidades decía, la interacción es, a través de las imágenes de las personas. Se relacionan por las imágenes que tienen unos de otros. Por ejemplo, Putin y Biden, quienes se van a reunir, para tratar temas de interés mundial. ¿Se conocen? ¡Para nada! Por eso es tan difícil la comunicación. Se verán en persona, pero solo saben lo que se dice sobre cada uno. La autenticidad es difícil, por no decir imposible, en medio del mundo actual. La extraordinaria Ángela Merkel, ha intentado no ser solo, una imagen. De allí, en buena medida, su trascendencia y logros. Fue una idea peregrina, esa de volverlo el Súper Bigotes. Los chinos no pudieron ser esos asesores, -creo yo- pues en China, la gente que usa bigotes, o barba es un súper burgués o súper aristócrata. Nada que ver.
Volvamos a la torcedura del rabo de la puerca o a la súper comedia, indudablemente, en eso estamos. Un comics con la imagen de un súper héroe que compite e imita a Superman y también a otros, tales: Batman, Spiderman, Ironman, entre los que recuerdo, es absolutamente deleznable e impropio. Encima se enfrenta al Imperio. ¿Cómo no reírse? Pues han dado en el clavo para la diversión de todos y todas, como les gusta decir: no debería quejarse; después de todo la idea es que mejor, se rían y hablen aun cuando sea un chiste. ¿No es mejor que hablen aun cuando sea para decir cuestiones malas, que ignorar a las personas? Pareciera que eso es lo que se busca, o ¿no? Según mi asesor predilecto, que tristemente ya no está, lo aseguraba: que hablan, mal o bien, pero que hablen.
Al analizar el meta mensaje, (es aquel que está más allá del mensaje) se busca presentarlo como alguien que lucha en contra del todopoderoso imperio norteamericano, sin embargo, ¡es tan incongruente! ¿Cómo aceptar que sea una especie de homólogo de Superman, originario del propio Imperio, quien se le enfrenta? Superman, además, en la vida, supuestamente, la real, es un periodista, (Clark Kane) bastante anodino y sin embargo, muy serio y enamorado de Louise Lane, Defensor contra del crimen, casi siempre en New York. ¡Vaya disfraz y diferencia! ¿Serán cubanos los autores de la saga? Como se nota que no están al día en todas las travesuras de los súper héroes. Además, han perdido contacto con lo chistoso que somos los venezolanos. Sin darnos motivo, nos reímos y festejamos, más en las Fiestas de Navidad, que son propicias para la alegría y las bromas. Recomiendo a quienes se ofenden por los chistes y las antipaticuras que a diario nos hacen, recordar que la llave de la felicidad esta entre otras cosas en perder el miedo a hacer el ridículo. Si ya se es súper héroe, acéptese, entonces, la súper broma. No queda otra.
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