Aprendí a rezar el Rosario desde muy joven. Recuerdo el Rosario del cardenal Léger en la radio, era mi última oración antes de cerrar los ojos por la noche. Desde entonces ha habido altibajos, pero trato de permanecer fiel a él y de perseverar en la oración del avemaría. Me gusta decir que debemos "tomar un jugo de Ave todas las mañanas" para mantener el corazón en forma, como un ejercicio matutino para comenzar bien el día. Y, para ayudarme, le pido diariamente a mi ángel que lo recite conmigo. |
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