Alguien tenía que decirlo, por Carlos Bracho
Twitter: @elcarlosbracho
Entre una realidad inequívoca ausente de liderazgo, la ejecución de una política de altura por quienes desde un grupo de la oposición aspiran el poder parece estar ausente de valores y con una brutal carencia de realidad objetiva. Basta con ver en alguna entrevista o red social a los aspirantes a la presidencia de la República para entender que aún no han entendido nada por muy paradójico que suene.
La Venezuela del presente se pasea por un sinnúmero de realidades ambiguas que nos sumergen en un día a día inexplicable, esto ha dado como resultado que el ciudadano centre toda su atención en sobrevivir y la política quede en segundo plano, dejando en desventaja a una propuesta política con un liderazgo disminuido, roto y que busca renacer de las cenizas sin éxito hasta ahora.
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El resultado de una estructura política llena de improvisación y desaciertos hace un daño inmensurable al resonar popular del clamor de bienestar, y es que pese a esta desventaja palpable los venezolanos y venezolanas coinciden en la necesidad de estar mejor, en la necesidad de pasar del sobrevivir a vivir, en esa necesidad de abrazar nuevamente a quienes se fueron y de calmar el dolor definitivamente para así poder sonreír sin predisposición a que deparara el futuro.
Hoy, vemos cómo decenas aspiran llegar a una posición política determinada sin agenda definida o algún plan de recuperación social, económico, estudiado y sustentable, pretendiendo jugar con la esperanza de los ciudadanos que están sumergidos en la desidia. Hago el llamado de atención porque basta de tapar los errores con falsas promesas, de tapar la improvisación con justificaciones absurdas y de las agendas ocultas mal elaboradas, basta de omitir la capacidad de movilización y ejecución real de quienes si están aptos solo por complacer el ego de quienes están completamente desfasados del accionar político actual y de la realidad del ciudadano de a pie.
La política como la conocíamos cambio en el mundo entero; hoy la política debe ser real, directa, inclusiva, sincera y con propuestas en pro de los ciudadanos, con el único fin de conservar y hacer crecer el país, que su gente sienta que pertenece y que las propuestas estén más plagadas de realidad y empatía que de improvisación y agendas partidistas para beneficio interno.
Que la reflexión sea de provecho y que la verdad nos haga libres, alguien tenía que decirlo.
Carlos Bracho es periodista
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