Haciendo dinero con la basura: recicladores venezolanos y otra forma de ganar dinero en Perú
- Decenas de venezolanos encontraron una oportunidad reciclando en las calles peruanas. A pesar de que están expuestos a numerosos riesgos, ellos piden que la autorización de este oficio no sea únicamente para trabajadores de los municipios, pues aseguran que es una forma de obtener ingresos estables y además contribuyen a cuidar el ambiente.
Empieza el fin de semana y mientras cientos de personas están en discotecas, restaurantes, ferias, conciertos y en otros lugares disfrutando de las actividades nocturnas que no podían hacer durante la pandemia, decenas de migrantes venezolanos apenas comienzan su jornada de trabajo que termina casi al amanecer del día siguiente.
Es viernes por la noche y es uno de los días más fríos de los últimos años, según el pronóstico del Servicio Nacional de Meteorología e Hidrología del Perú (Senamhi). La temperatura es de 11 grados centígrados y un grupo de venezolanos recorre las calles de la capital peruana para revisar las bolsas de basura, en búsqueda de objetos y materiales que para otros ya no tienen valor.
Hay quienes se movilizan en un triciclo, un peculiar vehículo de armazón de hierro con caja de metal, que es utilizado por recicladores y comerciantes de frutas, que sirve para transportar diversos tipos de carga incluyendo pasajeros. Mientras que otros lo hacen en una mototaxi, una motocicleta pequeña de tres ruedas y con techo que se usa como medio de transporte en las zonas populares para llevar a los pasajeros por calles estrechas.
Algunos van acompañados de familiares y amigos a otros se les ve solos. Recorren Lima para recoger lo que los demás botan a la basura. El trabajo consiste en recolectar cartón, plástico, vidrio, papel, cobre, aluminio y más, es decir, material que pueda ser reutilizado para la elaboración de otro. Este es vendido por kilos en las principales recicladoras de la ciudad.
Estos recolectores, entre ellos niños y adolescentes, que se dedican a esta labor para ayudar a sus padres con los gastos de la casa, conocen a qué hora los comerciantes de los mercados municipales acumulan los desechos para botarlos y en qué lugar los dejan. También saben cuándo los centros comerciales sacan la basura y ya memorizan el horario en el que pasa el camión del aseo en cada distrito, es por eso que en ocasiones van contra el tiempo, porque deben llegar antes de que el camión pase y se lleve todo.
Todos los días se enfrentan a riesgos como la delincuencia o al ataque de algún perro guardián que cuida la casa mientras sus dueños duermen, la mayoría de los recicladores trabaja de noche. Al revisar cada bolsa lo hacen con extremo cuidado para no cortarse con vidrios y evitar contagiarse de alguna enfermedad a través de inyectadoras o mascarillas contaminadas. En las calles además deben maniobrar el vehículo en el que se trasladan, debido a que algunos conductores van a exceso de velocidad y aprovechan la ausencia de las autoridades para no respetar el semáforo.
El Diario acompañó a un grupo de estos recicladores venezolanos durante su jornada de trabajo para conocer su experiencia en este oficio y saber más detalles de por qué decidieron dedicarse a la recolección de desechos. Algunos de los entrevistados prefirieron el anonimato y explicaron que sienten vergüenza de que sus familiares y amigos en Venezuela sepan a qué se dedican, pues aseguran que recoger material reciclable de la basura es una actividad que la relacionan con los indigentes.
Transformando la basura en dinero
Eduard Pérez y Ronald Rincones son dos amigos venezolanos que no llegan a los 30 años de edad. Hace más de tres años viven en Perú y desde hace seis meses se dedican a vender material reciclable, decisión que tomaron luego de estar en numerosos trabajos en los que las jornadas laborales de 12 horas los dejaban agotados físicamente y el salario no era suficiente para cubrir sus gastos básicos.
Ellos empiezan desde las 8:00 pm y terminan casi a las 4:00 am, trabajan de lunes a sábado y el domingo lo dedican para descansar, jugar fútbol con sus amigos y escapar de la rutina. Cuentan que al principio sintieron vergüenza, porque era difícil soportar las pesadas miradas de los vecinos que con gestos transmitían su incomodidad cuando revisaban la basura.
Comenzaron por San Juan de Lurigancho (SJL), uno de los municipios más poblados de Lima y que produce 1.001,7 toneladas diarias de basura, según el anuario de estadísticas ambientales 2021 realizado por el Instituto Nacional de Estadística e Informática (INEI).
Luego trazaron la ruta que recorren cada noche en una mototaxi color azul, la cual adaptaron para su trabajo: colgaron varios sacos grandes en los que van clasificando el material una vez que lo recogen, así ganan tiempo. Con los días aprendieron a separar los diferentes tipos de plástico, cartón, vidrio y demás materiales. Cuentan que en un buen día pueden ganar 60 dólares entre los dos.
En SJL, donde venden el material, aseguran que llegan más de 20 venezolanos que también se dedican a lo mismo. Entre ellos se encuentran en las rutas y respetan las calles por lo que ya pasaron, pues manejan códigos, como por ejemplo la forma en la que anudan las bolsas para dar a entender si ya fueron revisadas o no.
Hay personas que ya los conocen y les guardan el material clasificado, incluso algunos le regalan hasta ropa. Sin embargo, según cuentan, han tenido momentos desagradables cuando se encuentran con peruanos que se dedican a lo mismo y le reclaman. “¿Qué hacen aquí? ¿Por qué no se van a su país? Nos vienen a quitar el trabajo”, son algunas de las quejas de un grupo de recicladores locales que expresa su inconformidad.
También se han enfrentado al personal de fiscalización del sector, estos no les permiten recoger material de la basura en algunos distritos y sostienen que el municipio cuenta con personas autorizadas para dedicarse a dicha labor. Según detallan, en las urbanizaciones y zonas más exclusivas de Lima, a los vecinos no les gusta que rompan las bolsas de la basura y llaman a las autoridades municipales.
Piden apoyo a las autoridades para trabajar como recicladores
Frainne Molleja es una joven venezolana oriunda de Barquisimeto. Desde hace siete meses empezó a reciclar para vender el material que encuentra en las bolsas de basura. Ella sale todas las noches junto a su novio y un amigo. Aseguran que el principal obstáculo son las autoridades, que no le permiten ingresar a ciertos distritos y cuando lo hacen, los sacan y corren el riesgo de que le decomisen el vehículo en el que se trasladan.
En la ruta recorren los depósitos de varios centros comerciales, en ellos existen locales de comida y es seguro encontrar gran cantidad de vasos y platos de cartón, latas de refrescos y cervezas, botellas y cubiertos de plásticos y más. En sus jornadas lo más valioso que han encontrado es dinero, celulares en buen estado y joyas.
Se dedican a recolectar material reciclable porque consideran que es mejor trabajar por cuenta propia y no depender de un sueldo a fin de mes, que según señalan, no alcanza para todos sus gastos. En un día lo máximo que han ganado entre los tres son 90 dólares, que les alcanza para pagar lo que antes no podían. De sus ganancias deben destinar dinero para pagar la tarifa del combustible, que en las últimas semanas aumentó de precio, pero es indispensable para trasladarse.
Estos recicladores venezolanos hacen un llamado a las autoridades a formalizar este tipo de oficio para los extranjeros en Perú, ya que así podrían trabajar sin la preocupación de ser sancionados.
Trabajar en el anonimato
Si bien lo considera como un trabajo decente, Sebastián*, de 31 años de edad, aún no le dice a su familia en Venezuela que desde hace dos años revisa todos los días los contenedores de basura para ganar dinero.
Todo empezó cuando un amigo peruano lo invitó a recolectar material, diariamente le insistía que podía ganar más de lo que ganaba vendiendo helados en un semáforo más de 10 horas al día. Daniel*, que se dedicó a la vida militar en su país natal, jamás imaginó que tendría que hurgar entre los desechos para clasificar objetos que luego vendería en las recicladoras.
Al principio empezó con su amigo, quien le enseñó las principales rutas y a clasificar los materiales. Tiempo después se independizó, alquiló una moto y luego se compró la suya; ahora lo hace por su cuenta.
Gracias a su trabajo ayuda a sus padres, que son adultos mayores y viven en Venezuela. Además mantienen a sus tres hijos que dependen de ese sueldo. Él comenta que en Perú ya no siente vergüenza del trabajo que hace, pero por ahora prefiere no contarle a su familia.
Trabajar por una mejor calidad de vida
Los entrevistados por El Diario manifestaron que siendo recicladores tienen mejor calidad de vida y libertad de controlar las horas que trabajan. El dinero que ganan, según relatan, alcanza para pagar los gastos de vivienda, alimentación y enviar a Venezuela para ayudar a sus familiares.
Hoy decenas de venezolanos que se dedican a este oficio expresan que también deben lidiar todos los días con los prejuicios negativos de una parte de la sociedad peruana, que piensa que los delincuentes extranjeros utilizan este tipo de vehículos para no llamar la atención de las autoridades y cometer sus delitos.
*El nombre del entrevistado fue modificado para proteger su identidad.
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