La gran mentira del acuerdo de Boric para reformar la nueva constitución
El Partido Comunista repele la propuesta de reformar la nueva constitución si gana el "Apruebo" en el plebiscito de salida como estrategia del presidente Gabriel Boric para intentar revertir el alto rechazo que muestran las encuestas
La firma de un acuerdo entre las coaliciones que respaldan al presidente izquierdista de Chile, Gabriel Boric, para reformar el proyecto constitucional –que será sometido en tres semanas a un plebiscito– es sólo una artimaña electoral con miras a sacar la opción del ‘Apruebo’ de la fosa donde está. Ningún cambio a futuro tiene garantías.
El Partido Comunista (PC) repele cualquier reforma al texto. Tiene sentido cuando la tolda respaldó a María Elisa Quinteros para presidir el segundo periodo de la Convención Constitucional que elaboró el documento, ahogando la aspiración de la abanderada de Boric, Beatriz Sánchez.
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Esa victoria de los comunistas en la extinta plenaria de la constituyente debilitó el peso de la bancada del mandatario para definir el contenido, volviendo ahora inviable el acuerdo que Boric promueve para salvar la iniciativa del fracaso en las urnas el próximo 4 de septiembre, considerando que los comunistas asumen a la nueva carta magna –tal como está– como su fruto ideológico, y no renunciarán a ello.
Para el consultor político Jaime Jankelevich, el acuerdo es una “maniobra desesperada, instrumental, un recurso sin convicción alguna acerca de lo que se comprometerían a cambiar, con el único propósito de intentar evitar una derrota que golpearía directamente al presidente”.
Una promesa sin garantías
Su interpretación divulgada por El Líbero deriva de la falta de disimulo del presidente del PC, Guillermo Tellier, para mostrar sus dudas con las reformas constitucionales, a pesar de que el Congreso rebajó el cuórum necesario para las modificaciones a cuatro séptimos, es decir, a 89 votos en remplazo de los dos tercios que exigía la votación favorable de 104 diputados.
“Si bien queremos asegurar tales cosas, no podemos garantizar que vamos a hacer estas cosas, pues tendrá que haber debate popular, porque ninguno de nosotros quiere pasar por sobre la soberanía popular”, vocifera Tellier.
“No sé qué le podríamos mejorar a la nueva constitución. Yo creo que es un texto completo. Es muy difícil desmenuzarlo en sus partes, porque es un texto completo muy positivo”, recalca el líder comunista, incluso, culpa a sus compañeros de filas de traición al señalar que «quienes dicen que hay que mejorar, parece que le están echando agua al molino de la derecha, que dice que es una constitución mala».
De esa forma todo aquel que cree que lo relacionado con los fondos de capitalización individual, la educación particular subsidiada, la salud con participación de privados, la propiedad privada de la vivienda, el Estado de Emergencia Constitucional, el sistema judicial y la plurinacionalidad se flexibilizará, pierde el tiempo.
«Lo único cierto de este acuerdo es que, de ganar el ‘Apruebo’, no se pueden garantizar cambios, pues los candados impuestos en el texto, incluyendo la consulta indígena por cualquier tema que los afecte, lo hace imposible”, destaca Jankelevich.
¿Con el «Rechazo» vendría «la constitución de Boric»?
La posición de Tellier confirma la visión del exconvencional Felipe Harboe, independiente y exmilitante del Partido Por la Democracia (PPD), quien asegura que “este texto está preso de un grupo de ultraizquierda y eso es un problema. La propuesta que hizo la Convención no es adecuada para este país, ni en este momento ni en el futuro, es un proyecto de constitución que tiene mucho carácter identitario, genera diferencias que son importante reconocernos como diferentes, pero no necesariamente establecer derechos diferenciados».
Además, “es un texto que no garantiza gobernabilidad. Si gana el ‘Apruebo’ va a requerir de mucha generosidad política”, pero “si gana el ‘Rechazo’ lo que debiera ocurrir es que esa misma noche el presidente Boric debería convocar inmediatamente a un nuevo proceso constituyente”.
Así se zanjaría la polémica, y hasta considera que al mandatario le conviene, al afirmar que “el ‘Rechazo’ es una oportunidad para el presidente, tiene la posibilidad de convocar un nuevo proceso y de aquí al término del gobierno alguien va a decir ‘la constitución de Boric'».
Sin embargo, en La Moneda las cuentas son otras cuando la última encuesta del Centro de Análisis de Estudios de Mercados (CADEM) arrojan que quedan pocos votos en disputa al mostrarse «muy decididos» los electores que aprueban (38 %) y rechazan (46 %), mientras que del 16 % de indecisos, su mayoría (64 %) no votará y quienes lo harían tienen igual inclinación por ambas opciones.
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