Momento cumbre de nuestra historia (II)
Gloria Cuenca.
Continúo escribiendo en torno a algunas de las
causas que condujeron- a los venezolanos- a este
desastre. ¿Se olvidó lo qué hicimos? Debemos
responder a nuestra acción.
Al recordar el espíritu festivo e intrascendente, con
el cual, las últimas veces se votaba en la república
civil; actuando como si, en vez de una votación fuera
un carnaval, siento miedo. En una oportunidad, me
dirigí a unas señoras, quienes alegremente decían,
que votarían por Chávez. Expliqué: ¿se dan cuenta,
se trata de un militar golpista, fracasado y de
tendencia comunistoide? Respondieron:” ¿Qué
importa? Si no sirve, lo sacamos, como hicimos con
Carlos Andrés.” Los venezolanos, tristemente-muchos
de manera inconsciente- protagonizamos un terrible
evento en el siglo XX: la destitución de CAP.
Adversaria del presidente Pérez, esto me llevó- es mi
explicación, no justificación- a no darme cuenta de
que, estaba en juego, nuestra democracia. Esto, a
pesar de que mi madre, (QEPD) conocedora de la
historia de Venezuela lo advirtió muchas veces: “Es
un riesgo muy grande destituir al presidente en
funciones, no sabemos que hay detrás de esto”. Creí
no había razón para estas dudas. ¡Cuanta razón tenía!
Hubo toda una conspiración contra Pérez y la
democracia venezolana, con tentáculos desde Cuba:
se nutrió y fortaleció con la “rebelión de los
náufragos”, brillantemente explicado, en el libro de
Mirta Rivero.
Entramos, inevitablemente, en el resentimiento, la
venganza y el odio. En las “Memorias Proscritas de
CAP” - en entrevista realizada por Roberto Giusti y
Ramón Hernández- en su casa, devenida en cárcel,
expresa sorpresa; se da cuenta de que, ha sido
victima de emociones negativas, consecuencia de su
actuación política.
Es la evidencia de un hombre, cuya pasión política,
no contaminaba su visión del mundo cotidiano.
Seguramente, veía de manera distinta a quienes lo
rodeaban. No comprendió, ni conoció el odio y la rabia
que le tenían sus adversarios. Me consta. Siendo
presidente de la República, se me concedió la Orden
Francisco de Miranda. A mí, tan dura en mis ataques;
eso sí, siempre a su actuación, como político. A su
conducta, no a su persona. Él lo entendió y sin
importarle que fuera yo, me condecoró. Desde ese
momento, me interesó la persona, el humano; aun
cuando no logré aceptarlo, completamente, sino hasta
después de ver su actuación como demócrata, en los
hechos y sus palabras, terribles: “habría preferido
otra muerte”. He pedido perdón por esa actitud
muchas veces. No me gusta de mi pasado:
excesivamente dogmática y apasionada, no veía claro.
¡Gracias a Dios! Cambié y rectifiqué.
Esa conducta de CAP, parece ingenua, denota a un
hombre grande; y eso, lo lleva al proceso de su
destitución; con todos los males que se desencadenan
en el país, después del hecho. Ocurren sucesos y
aspectos que no se saben: Chávez ya había atentado
contra CAP, antes de dar los golpes de estado. Una
emboscada en la Plaza la Estrella, de San Bernardino,
en Caracas. CAP se negó a actuar contra el joven.
¿Prepotencia, ingenuidad, soberbia, benevolencia?
Nunca lo sabremos.
También imprescindible señalar la descalificación
que llevamos y sentimos los venezolanos. Por una
parte, aparecemos como “caribes”, creemos saberlo
todo, y por la otra, descalificamos logros. Al
Libertador no hubo maltrato que no se infligiera. De
allí las tristes palabras al momento de la muerte.
La Libertad de Expresión derecho y garantía
constitucional, trascendental en democracia sin duda.
Sin embargo, en la democracia representativa y
formal, se usó y, en algunos casos, se abusó de la
misma. Recuerdo: no se reconocían méritos, ni se
enorgullecían por logros en el proceso de construcción
de la democracia. A partir de un momento, se impuso
“la denunciologia”.
La construcción de la democracia es, tarea difícil
y azarosa, compleja y delicada; rodeada de elementos
y personajes, que quieren distorsionar la verdadera
naturaleza democrática del país. No se entendía,
¿ahora sí? O, ¿tampoco? Todo lo que se hace, se
construye en democracia es más difícil: hay que
escuchar a todos, se debe tolerar y aceptar a las
minorías. Tienen un espacio y hay que escucharlas.
Como si fuera poco, lo anterior, hay que saber: “cada
vez que se toma una decisión, alguien resulta herido o
inconforme.” Requiere profunda convicción, en torno
la democracia, como el mejor sistema. Deberá
organizarse y proteger un “espacio de convivencia”
para la interacción. La comunicación y la información
deben fluir, sin problemas. Es bastante más difícil,
lograr avances en democracia que, en una dictadura
de derecha. (Las dictaduras de izquierda son un
fracaso desde el principio) Ser capaces de aceptar la
crítica, aun la más fuerte. Oír con atención reclamos y
quejas. Aceptar los errores, atreverse a corregir,
trabajar con todos. Son retos de la verdadera
democracia. ¿Estamos preparados para eso? ¡Dios lo
quiera así!
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