San León Magno, por María García de Fleury
Por: María García de Fleury
San León Magno es el papá más importante su siglo. Gracias a su buena educación y su gran dominio del idioma latín, fue secretario tanto del Papa Celestino como del Papa Sixto III. Desde el momento en que fue elegido Papa en el año 440, hizo énfasis en predicar al pueblo en todas las fiestas de la Iglesia, a donde no podía llegar les escribía cartas.
Su epistolario comprende 173 cartas, en su mayor parte escritos dogmáticos, disciplinarios y de gobierno, en ellas es característico su estilo, conciso elegante, breve y con una gran riqueza de imágenes. Además de las cartas se conservan unos 100 sermones.
San León tuvo que enfrentarse en los 21 años de su pontificado a enemigos internos de la iglesia que pretendían engañar a los católicos con sus herejías, con sus confusiones. En el año 451 convocó al Concilio de Calcedonia para continuar aclarando los errores que querían introducir en la Iglesia y así desviarla de la verdadera autoridad de Cristo.
El papa León no pudo asistir a ese concilio y envió una carta, leyeron la carta y el terminar de verla los 600 obispos se pusieron de pie y exclamaron: «!San Pedro ha hablado por boca de León!»
La fama de sabio y de santo del papa seguía creciendo, este fue el cuarto Concilio Ecuménico de la iglesia y obtuvo su nombre por haberse realizado en la cuidad de Calcedonia en la antigua Grecia, en lo que es hoy territorio de Turquía. El Concilio estableció como credo que Cristo es la segunda persona de la Santísima Trinidad, es Dios verdadero y hombre verdadero, esta carta tiene una definición dogmática muy importante.
San León también tuvo que enfrentarse a enemigos externos muy fuertes que trataron de destruir la ciudad de Roma como fue el caso del año 452, cuando llegó el terrorífico Guerrero Atila capitaneando a los feroces hunos de los cuales se decía que donde estaban sus caballos, no volvía a nacer la hierba estaba salió.
El papa San León salió a su saludo encuentro y logró que no entraran en Roma sino que también le devolvieran a su tierra de Hungría, después del año 455 llegó otro enemigo externo llamado, ,jefe de los vándalos, quien si logró entrar en Roma y saquearla pero el papa lo convenció de que no incendiara la ciudad ni matara a sus habitantes. Roma quedó empobrecida pero se volvió mucho más espiritual, la gente Roma sentía por él una gran veneración y los obispos lo consideraban como el alma de todos.
Se esforzó en destacarse y mantener la integridad de la fe, defendió apasionadamente la unidad de la iglesia e hizo lo posible por mitigar la incursiones de los bárbaros, es un ejemplo de gran administrador que utilizó su talento en áreas donde el espíritu y la escritura se combinan inseparablemente, doctrina, paz y cuidado pastoral. Evitó un angelismo que intenta vivir sin el cuerpo, así como la practicidad que se ocupa solo de lo externo.
Su crecimiento hacia la santidad tuvo su base en la profundidad espiritual con la que abordo la pastoral de su pueblo, estás obras le valieron con toda justicia el apelativo de Magno, pues su vida fue toda de fidelidad y unión con Dios, pues con Dios ¡siempre ganamos!
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