Qué es la dignidad
En momentos como los que vivimos muchos olvidan que lo que nos hace humanos es tener un sentido de la propia dignidad, que consiste en respetar el derecho que tiene toda persona de ser valorada por lo que es y ser tratada éticamente. Desde el periodo de la ilustración, la dignidad se considera un derecho inalienable del ser humano y eso es precisamente lo que no ha ocurrido en nuestro país en los últimos 23 años.
Una porción mayoritaria de la población de Venezuela quiere vivir comportándose con responsabilidad, seriedad y con respeto a sí mismo y a los demás y no permiten ni que los humillen ni que los degraden. Eso es lo que se denomina como la lucha por la libertad y el restablecimiento de los valores éticos y morales, que son esenciales para el funcionamiento de una democracia.
Por ello resulta alarmante cuando sectores políticos pretenden, por razones no muy claras, eliminar lo poco que nos queda de una institucionalidad democrática que ha sido destruída a lo largo de estos años por una supuesta revolución que hoy no es otra cosa que una voraz cleptocracia que detenta arbitrariamente el poder.
Convivir, cohabitar, entenderse con el régimen puede tener ventajas para aquellos que no tienen dignidad, pero eso de ninguna manera va a servir para restablecer los valores fundamentales de la democracia y, por el contrario, contribuirá a alargar la permanencia de en el poder de aquellos que han arruinado al país, forzando a más de 7 millones de compatriotas a huir del infierno en el que convirtieron a una Venezuela que, con todos sus defectos, era próspera y e intentaba superar los principales males del pasado.
Tomás Lander dijo hace un par de siglos que Venezuela era una sociedad de cómplices, sin embargo, en la era democrática se avanzó considerablemente para superar esa tara y no fueron pocos los logros, aunque aún que quedaba mucho por hacer.
Por eso, no podemos considerar que lo que se llevó a cabo en la AN pueda entenderse como un avance hacia la restauración de una auténtica democracia, sino como una ignominia más en nuestra historia nacional de infamia.
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