San Antonio Abad, por María García de Fleury
Por: María García de Fleury
El 17 de enero es la fiesta de San Antonio Abad, Antonio nació en Egipto hacia el año 250, y era hijo de unos campesinos muy acaudalados, de joven en una celebración eucarística, escuchó las palabras de Jesús que le decían: «Si quieres ser perfecto ve, vende todo lo que tienes y dáselo a los pobres», este pensamiento lo fue madurando y cuando fallecieron sus padres Antonio vendió todas las grandes posesiones que su padre le habían dejado en herencia, le dio su hermana para que viviera bien y el resto del dinero se lo entregó a los pobres y se retiró a vivir en una comunidad local, dormía en una cueva y tenía una vida alejada de los placeres materiales y estaba dedicado a la oración y al ayuno, por eso se le conoce como el cristiano fundador del movimiento ermitaño.
Pero, ¿Quién es un ermitaño?, es quien decide vivir una vida solitaria, buscando alcanzar una relación cada vez mayor con Dios a través de la penitencia, la oración, el trabajo y sobretodo vivir alejado del mundo. Antonio acostumbraba a visitar a las varias personas dedicadas a Dios, estudiaba sus vidas y trataba de aprender de cada uno de ellos la virtud en la que se destacaban.
Poco a poco, un numero de aspirantes a discípulos se empezaron a establecer establecer en cuevas y cabañas alrededor de la montaña donde que mañana alrededor vivía y le pidieron Antonio que fuera su guía espiritual. Durante 5 años se dedicó a la instrucción y organización de la cantidad de monjes que se habían aglomerado a su alrededor.
Fundó los primeros monasterios conocidos, llevó a cabo una basta labor de evangelización, muchos cristianos se unieron a él en el desierto y después de dedicarse durante años al gobierno de sus monasterios, Antonio volvió a la vida contemplativa, se retiró al desierto que se extiende entre El Nilo y el Mar Rojo, cerca de la orilla y fijó su mirada sobre una montaña donde todavía se eleva el monasterio que lleva su nombre, ahí pasó los últimos 40 años de su vida en reclusión, aunque recibía generosamente a quienes querían visitarlo.
En ese tiempo fue dos veces a la ciudad de Alejandría, una vez para fortalecer a los mártires cristianos en la persecución de Diocleciano en el año 311, y la otra vez casi al fin al de su vida, para apoyar la fe católica ante las herejías de Arrio, quien produjo la primera gran crisis de la Iglesia después de la época de las persecuciones. Se conocen como las herejías arrianas, las que niegan el misterio de la Santísima Trinidad, pues Arrio no creía en la doctrina que sostiene que Dios Padre, el Hijo y el Espíritu Santo son único, es decir son tres personas en un un solo Dios.
Durante su vida, Antonio tuvo muchas tentaciones por parte del demonio, que venció con la oración y la fe en Dios. Como vivía solitario, estuvo en contacto con una serie de animales salvajes y por eso le han dado el título de Patrón de los animales, al igual que a San Francisco de Asís.
A San Antonio Abad se le considera también como el padre de la vida monacal cristiana, es decir, el creador de la figura de los monjes. Ya muy viejo, murió hacia el año 356 en el monte Colzim, cerca del Mar Rojo, y complaciendo su propia petición los dos discípulos que lo enterraron tuvieron en secreto el lugar de su tumba para que su cuerpo no se convirtiera en objeto de reverencia. Quería dejar bien claro Antonio que al único al que hay que reverenciar es a Dios, porque con Dios siempre ganamos!
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