Wolfgang Larrazábal Ugueto: un puente hacia la democracia
Desde el instante mismo en que asumió el poder el 23 de enero de 1958 anunció unas elecciones y el regreso a la institucionalidad democrática. (…) Fue un demócrata, respetuoso del Estado de Derecho. Enfrentó exitosamente dos golpes de Estado. Wolfgang Larrazábal fue una pieza clave para el regreso de la democracia en 1958, hizo la transición con éxito incuestionable.
Wolfgang Larrazábal nació en Carúpano, estado Sucre, el 5 de marzo de 1911 en el seno de una familia de marinos. Hijo de Fabio Larrazábal Chipia y Gerónima Ugueto, integraba un conjunto familiar de 8 hijos: tres varones y cinco niñas. Muy pronto los Larrazábal se mudan a Maracaibo, estado Zulia y allí estudia el niño Wolfgang en el Instituto Pestalozzi. En 1928 entró a estudiar en la Escuela Naval, al igual que su hermano Carlos, y egresa en 1932. Se casa con Mercedes Peláez Bustamante, también hija de un oficial de la Armada, y tiene con ella tres hijos: Enid, Fernando y Elluz, y fuera del matrimonio tiene dos hijas reconocidas: Natacha y Yasmina.
En 1938 ocurre un hecho importante en su biografía: hizo un viaje alrededor del mundo en la Fragata argentina Presidente Sarmiento. Fue escogido para ello gracias a su desempeño profesional. Regresa en 1939 y lo hayamos como director de la Escuela de Grumetes y luego subdirector de la Escuela Naval.
Casi toda su vida estuvo en el mar. Comandó guardacostas (Leandro), veleros, cañoneros (Soublette y general Urdaneta), cruceros, siempre con altos reconocimientos por sus desempeños, entre otros fue comandante de la Base Naval de Puerto Cabello hasta que en 1947 lo designan comandante de las Fuerzas Navales. En 1949 lo envían como Agregado Militar de la Embajada de Venezuela en Washington y, luego, en 1952 lo designan presidente del IND (Instituto Nacional de Deportes), un organismo del Estado creado en 1949 por el presidente de facto Carlos Delgado-Chalbaud. Es su primer cargo público al margen de la Armada.
En 1955 lo designan director del Círculo Militar en su moderna sede de Los Próceres. Está cerca de ser ascendido a contralmirante. En estos tres años que anteceden al 23 de enero de 1958, Larrazábal cumple sus tareas con el rigor profesional que sus compañeros de armas señalan que siempre le acompañó.
El 23 de enero de 1958
Veamos en lo esencial lo que ocurrió en esta fecha histórica. En noviembre de 1957 anunció el gobierno de Marcos Pérez Jiménez que las elecciones tendrían lugar bajo la modalidad de un plebiscito, en el que los electores optarían por la continuación del gobierno o no. Por supuesto, el resultado de los comicios del 15 de diciembre fue abrumadoramente favorable a Pérez Jiménez, cosa que la resistencia denunció, de la manera que pudo en medio de la censura, como un fraude. El 21 de diciembre el Consejo Supremo Electoral proclama a Pérez Jiménez como presidente de la República, y el 29 la Junta Patriótica llama a las Fuerzas Armadas a manifestarse a favor de la Constitución Nacional.
La Junta Patriótica se había constituido en junio de 1957, por iniciativa de tres dirigentes de URD, José Vicente Rangel, Fabricio Ojeda y Amílcar Gómez, quienes se reúnen con Guillermo García Ponce, del PCV, para formar la agrupación que se propone luchar por un “gobierno democrático, mediante elecciones libres, y el logro de una amnistía general en el país”. Luego, en agosto, se suman a la organización clandestina Moisés Gamero, por Acción Democrática (AD), y Enrique Aristeguieta Gramcko, por COPEI. Meses después es sustituido Gamero por Silvestre Ortiz Bucarán. Desde el comienzo se valen de la publicación de boletines y manifiestos que van marcando la pauta de la resistencia al régimen. En ellos hizo énfasis la fractura interna en las Fuerzas Armadas en relación con el apoyo al régimen dictatorial.
“Varias veces fue electo senador Wolfgang Larrazábal e, incluso, algunas veces presidió comisiones investigadoras de irregularidades administrativas, basado en su buen nombre y seriedad”
Pasado el plebiscito, la crisis militar del Gobierno se expresa el 1 de enero de 1958, cuando se alza la Fuerza Aérea acantonada en Maracay, con el coronel Hugo Trejo a la cabeza, mientras el 7 los estudiantes manifiestan en contra del Gobierno. Trejo venía, desde 1955, tejiendo una red de conjurados que llegaba a casi 400 oficiales en contra de la dictadura. Es hecho preso, y sofocada la rebelión maracayera. Sectores de la Armada se suman a la protesta. La crisis está en marcha. El Gabinete Ejecutivo renuncia el 9 de enero y el 13 Pérez Jiménez asume personalmente el Ministerio de la Defensa. Un sector importante de las Fuerzas Armadas le impone condiciones al Gobierno, entre otras la salida de funcionarios públicos a quienes consideran inconvenientes. Salen del Gobierno, y del país, Laureano Vallenilla y Pedro Estrada. A partir del 10 de enero en las cárceles no hay sitio para más nadie.
Los gremios profesionales, los intelectuales, y otros sectores de la vida nacional van manifestándose públicamente, reclamando el regreso de las formas democráticas de convivencia. El 21 de enero comienza una huelga de prensa y de inmediato una huelga general. El Gobierno responde con un toque de queda. La crisis se precipita hacia su final. El 22, sectores mayoritarios de las Fuerzas Armadas se suman al clamor popular. Pérez Jiménez ha perdido el apoyo militar necesario para sostenerse, de modo que en la madrugada del 23 se dirige al Aeropuerto de La Carlota, toma el avión que la conseja popular bautizó como “La vaca sagrada”, y alza vuelo hacia Santo Domingo: allí lo recibiría el dictador Rafael Leónidas Trujillo.
Larrazábal entra en escena
En su libro de conversaciones sobre la caída de Pérez Jiménez, ¿Quién derrocó a Pérez Jiménez?, Tomás Enrique Carrillo Batalla entrevista al coronel Pulido Barreto, entre muchos otros, y este afirma: “Cuando Pérez Jiménez ya decidió la marcha, Pulido le dijo que tenía intenciones de formar una Junta y presidirla él. Pérez Jiménez le manifestó que no se metiera en eso. Pulido le dijo: ¿cómo va a quedar el país?, ¿qué hacemos?, ¿a quién ponemos al frente? Le contestó: pongan al oficial de más alta graduación. Esas son las expresiones del coronel Pulido Barreto, quien al trasladarse a la Escuela Militar propuso a Wolfgang Larrazábal para presidente de la Junta, por ser el oficial de más alta graduación” (Carrillo Batalla, 1998: 860-861).
Además del testimonio anterior, ahora contamos con la versión que ofrece Enrique Tejera París (1919-2015) en un tomo de sus memorias Dos golpes y una transición. Memorias (1945-1958), un libro publicado en el año 2009, que brinda una información valiosísima, con la que antes no se contaba. Intento resumir y citar: Tejera París fungió durante los años finales de la dictadura de Pérez Jiménez como el enviado secreto de Rómulo Betancourt para sostener conversaciones con diversos personajes clave de la resistencia, tanto en Venezuela como en otros países. A Venezuela podía entrar con menos riesgos que otros porque era funcionario diplomático de las Naciones Unidas y era un hombre joven y poco conocido, entonces. Sumaba 38 años. Tejera relata un periplo vertiginoso hasta que recala en Nueva York el 13 de enero de 1958, ignorando que estará allí apenas 10 días, porque sale hacia Caracas el 23 de enero en un avión con Eugenio Mendoza y Leopoldo Correa. ¿Qué ocurre en esos diez días? Veamos.
Señala Tejera: “Eugenio Mendoza al saber de mi presencia, nos invitó a cenar a su hotel… Eugenio quería hablar con Rómulo y Rómulo con Eugenio. Nos desayunamos los tres en el Barclay al día siguiente” (Tejera, 2009: 324-325). En tal sentido, Tejera afirma lo siguiente: “Diariamente, hasta dos o tres veces, me reunía con Betancourt. La llegada de Eugenio Mendoza abría un nuevo camino. “Eugenio pudiera ser el presidente de la transición, habla con él”. Betancourt no vacilaba. Era un jefe con ideas claras y sólidas” (Tejera, 2009: 326).
No explica Tejera si lograron convencer a Mendoza de lo sugerido por Betancourt, pero en un párrafo siguiente da a entender que sí lo lograron. Afirma: “En la madrugada nos despertó el teléfono: era Eugenio, que había caído Pérez Jiménez. Minutos después, no cesaba de repicar el teléfono y nosotros de llamar. Nos bañamos y vestimos. Me fui al Carlyle a reunirme con Eugenio y ya estaban allí varios venezolanos. Yo estuve un rato y me fui con Correa al hotel de Betancourt. No estaba. Regresamos a donde Mendoza que nos hizo subir a la habitación. Allí sentados, los tres en sillas y cama, nos sorprendió la llamada de teléfono de Caracas: que se fuera Eugenio, que iba a ser presidente de la Junta de Gobierno. Nunca supe quién lo llamó, pero ciertamente le creyó, porque nos dijo: ‘Ustedes se van conmigo’” (Tejera, 2009: 327)
En párrafos siguientes refiere Tejera que pasaron la noche volando y aterrizaron en Maiquetía al amanecer, de modo que no los esperaba sino un oficial de la Armada al que habían encomendado buscarlos. Era la mañana del 24 de enero de 1958, salieron de Nueva York el 23 en la noche. ¿Qué pasó?, ¿por qué no fue designado Mendoza como le había dicho la persona que lo hizo venir de Nueva York a toda carrera?, ¿quién fue esa persona? No lo sabemos. Pero es evidente que estaban en marcha dos proyectos sucesorales de Pérez Jiménez; uno con Mendoza a la cabeza, el otro con Larrazábal. Se impuso el de este último, pero con matices. Veamos.
Junta de Gobierno presidida por el contralmirante Wolfgang Larrazábal Ugueto (23 de enero a 14 de noviembre de 1958)
Los primeros hechos conducen hacia una decisión equivocada: la Junta que se crea es Militar, y está presidida por el contralmirante Wolfgang Larrazábal Ugueto, el coronel Carlos Luis Araque, el coronel Pedro José Quevedo y los coroneles Abel Romero Villate y Roberto Casanova. La designación de estos dos últimos motiva entre el 23 y el 24 de enero protestas callejeras, y enardecidas manifestaciones, ya que ambos estuvieron visiblemente ligados a la dictadura. Larrazábal escucha a la calle y cambia el 24 la composición de la Junta, incorporando a dos civiles: Eugenio Mendoza Goiticoa y Blas Lamberti, pasando a llamarse Junta de Gobierno.
Como vemos, Mendoza no fue el presidente de la transición, pero integró la Junta de Gobierno por unos pocos meses, hasta que Larrazábal movió ficha en el tablero y tuvo que irse. El 17 de mayo renuncia Mendoza en carta pública aduciendo las razones que lo llevaron a ello.
“El Pacto de Puntofijo apuntaba hacia la creación de una democracia representativa, con un sistema de partidos políticos estable, y una especificidad profesional del rol de las Fuerzas Armadas en la sociedad. Fue un pacto de gobernabilidad, no un pacto electoral”
Por otra parte, después del 23 de enero de 1958, las puertas de las cárceles se abren y comienzan a llegar los presos políticos. Turbas enardecidas saquean las casas de Pérez Jiménez, Llovera Páez y Vallenilla Lanz. La euforia es colectiva. Se vive una fiesta y un ajuste de cuentas a la vez. Una multitud asalta el cuartel de la Seguridad Nacional: lo incendia y lincha a varios policías. Los que se salvaron del linchamiento son hechos presos en la Cárcel Modelo. La reacción de la población fue severísima en contra de la policía política, menos en contra de los funcionarios administrativos del régimen. La Junta de Gobierno conforma un Gabinete Ejecutivo mayoritariamente civil, mientras crea una Comisión Investigadora de la conducta de los funcionarios del régimen depuesto, que conduce a las confiscaciones de los bienes de Pérez Jiménez.
Comienzan a llegar los líderes políticos que estaban en el exilio. Primero Jóvito Villalba, luego Gustavo Machado, Rafael Caldera, Rómulo Betancourt. Los recibimientos son multitudinarios en todos los casos. En el país se respira un aire de esperanza por la democracia que se quiere construir. La Junta de Gobierno anuncia la inminente convocatoria de elecciones. En marzo se nombra una Comisión Redactora del Estatuto Electoral, integrada por representantes de todas las fuerzas políticas del país.
Junto con este río, corría otro subterráneo. Me refiero a las pugnas internas en las Fuerzas Armadas. Unas lideradas por el coronel Hugo Trejo, quien habiendo sido pionero en la insurrección, no obstante no integró la Junta de Gobierno; y otra del propio ministro de la Defensa, el general Jesús María Castro León, quien creyendo interpretar el sentimiento de las Fuerzas Armadas, abogaba por un deslinde absoluto entre los militares y el poder civil. El primero aceptó la Embajada de Venezuela en Costa Rica, pero el segundo continuó con su plan conspirativo, hasta que el 23 de julio estalla la crisis, cuando el ministro de la Defensa entrega un pliego con las condiciones que solicitan cerca de un centenar de oficiales a la Junta de Gobierno.
Se pide, otra vez, la eliminación de AD y el PCV, censura de prensa, el aplazamiento por tres años de las elecciones, y la formación de un nuevo gobierno tutelado, de nuevo, por las Fuerzas Armadas. En otras palabras, casi la restitución de la dictadura. Los estudiantes responden en contra, los partidos políticos también. Comienzan las negociaciones. A Castro León le quedan dos alternativas: enfrentar sus fuerzas contra las del Gobierno o dimitir, prefirió lo segundo, siendo expulsado del país el 24 de julio de 1958, junto con un contingente de oficiales que lo seguían en la aventura.
Antes de estos hechos, en mayo, la visita al país del vicepresidente de los Estados Unidos, Richard Nixon, produjo reacciones de protesta contundentes. La población no olvidaba que los Estados Unidos de Norteamérica habían apoyado a la dictadura de Pérez Jiménez, y ahora se lo hacían saber a Nixon. El automóvil que lo traía del Aeropuerto tuvo que pasar en medio de una turbamulta que lo insultaba, corriendo un grave peligro su integridad física. Era evidente que la gente había perdido el miedo, y que de alguna manera se cobraba años de terror y desmanes. Finalmente, al día siguiente, Nixon pudo abandonar el país, no sin antes recibir las disculpas de la Junta de Gobierno en pleno, que fue a despedirlo al Aeropuerto.
Un nuevo alzamiento militar tendrá lugar el 7 de septiembre. Esta vez se levantaron en armas los tenientes coroneles Juan de Dios Moncada Vidal y José Ely Mendoza Méndez. Contaban con apoyo en la Guardia Nacional y en la Policía Militar, pero no fue suficiente el respaldo y la conjura pudo ser controlada. Algunos de los alzados buscaron refugio en embajadas y otros fueron hechos presos y sometidos a la justicia militar. Esta vez la Junta de Gobierno incrementó su severidad en contra de este tipo de manifestaciones inconstitucionales, buscando dar el ejemplo y señalar un camino.
El 31 de octubre de 1958 se firmó el Pacto de Puntofijo. En la base del documento asentaron sus firmas Rómulo Betancourt, Raúl Leoni y Gonzalo Barrios por AD; Jóvito Villalba, Ignacio Luis Arcaya y Manuel López Rivas por URD; Rafael Caldera, Pedro del Corral y Lorenzo Fernández por COPEI. Se comprometieron a respetar el resultado electoral fuese el que fuese, y a gobernar en conjunto, sobre la base del programa mínimo común suscrito y sin desmedro de las singularidades de cada uno de los partidos firmantes. El Pacto apuntaba hacia la creación de una democracia representativa, con un sistema de partidos políticos estable, y una especificidad profesional del rol de las Fuerzas Armadas en la sociedad. Fue un pacto de gobernabilidad, no un pacto electoral, como sí ocurrió en Colombia con el Pacto del Frente Nacional en 1957.
La discusión sobre la no participación del Partido Comunista de Venezuela (PCV) en el Pacto de Puntofijo es compleja y disímil. Algunos comunistas afirman que no fueron incluidos, que no fueron invitados, mientras las fuerzas integrantes del Pacto señalan que era difícil que un partido político integrante de la llamada órbita soviética formara parte de un acuerdo para instaurar una democracia representativa, sobre todo si en la URSS, y en todos los países aliados, regía un sistema de partido único, sin libertad de prensa, y sin libertades políticas y económicas. Es muy probable que las dos líneas argumentales sean ciertas, y de allí que el resultado final haya sido la exclusión de la izquierda pro-soviética del acuerdo político. Esto, por otra parte, lo dijo expresamente durante la campaña electoral el candidato Betancourt, señalando que no gobernaría en alianza con los comunistas.
La popularidad que fue adquiriendo Wolfgang Larrazábal lo condujo a presentarse como candidato presidencial en las elecciones convocadas para el 7 de diciembre de 1958. Renunció a la Presidencia de la República el 14 de noviembre, después de haber presentado su opción el 25 de octubre. Le sucedió en la primera magistratura el profesor universitario Edgar Sanabria, quien condujo la República hasta el 13 de febrero de 1959, día en que le colocó la Banda Presidencial a Rómulo Betancourt. El doctor Sanabria venía de desempeñarse como secretario de la Junta de Gobierno, de modo que conocía perfectamente la marcha del Estado en aquellos meses difíciles de 1958.
Elecciones de 1958
A lo largo del año fueron definiéndose las candidaturas presidenciales. AD se presentó con Rómulo Betancourt; COPEI con Rafael Caldera, y URD y el PCV con Wolfgang Larrazábal. Betancourt obtuvo el 49,18% de los votos, Larrazábal el 34,59% y Caldera el 16,19%. AD obtenía el 49,45% de los votos, URD el 26,75%, COPEI el 15,20% y el PCV el 6,23%, manteniéndose con muy pequeñas variaciones la relación entre los votos partidistas y los votos presidenciales. Larrazábal ganó en Caracas, pero Betancourt en el resto del país.
Una vez en el poder el presidente Betancourt le da a escoger a Larrazábal entre las embajadas de Venezuela en los Estados Unidos, Colombia o España, pero Larrazábal escoge Chile. Evidentemente, se dejó guiar por el marino que anidaba en él y no por la conveniencia política. Allá estuvo el año 1959 y 1960, cuando regresó al país a preparar su segunda candidatura: la de 1963. Esta vez el resultado fue mucho menor que en la primera. Obtuvo 275.325 votos y el 9,43% de los sufragios con el FDP (Frente Democrático Popular). Además, fue electo senador para el período 1964-1969 y, cuando este concluyó, el presidente Caldera lo designó embajador en Canadá. Allá estuvo entre 1969 y 1973, cuando regresó a apoyar la candidatura de Lorenzo Fernández. Entonces, volvió a ser electo senador para el período quinquenal 1974-1979.
Varias veces fue electo senador Wolfgang Larrazábal e, incluso, algunas veces presidió comisiones investigadoras de irregularidades administrativas, basado en su buen nombre y seriedad. Falleció el 27 de febrero de 2003 a los 92 años, rodeado de su familia, en su casa de la Urbanización Santa Mónica, en Caracas.
Desde hace muchos años me ha parecido que los venezolanos no hemos sido suficientemente expresivos en relación con el papel de Larrazábal. Desde el instante mismo en que asumió el poder el 23 de enero de 1958 anunció unas elecciones y el regreso a la institucionalidad democrática. Su desempeño en el cargo fue tan notorio que llegó de segundo en las elecciones de diciembre de 1958, habiéndose ganado la simpatía popular. Fue un demócrata. Un hombre respetuoso del Estado de Derecho. Enfrentó exitosamente dos golpes de Estado militares durante su mandato. Podemos afirmar que fue una pieza clave para el regreso de la democracia en 1958. Hizo la transición hacia ella con un éxito incuestionable. Merece un mejor recuerdo.
Bibliografía:
-Carrillo Batalla, Tomás Enrique (1998). ¿Quién derrocó a Pérez
Jiménez? Caracas, Universidad Santa María.
-Pérez, Omar (2008). Wolfgang Larrazábal. Caracas, Biblioteca Biográfica Venezolana N°87. El Nacional-Banco del Caribe.
-Tejera París, Enrique (2009). Dos golpes y una transición. Memorias (1945-1958). Caracas, Libros Marcados.
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