Carlos Delgado-Chalbaud Gómez: el hombre-enigma (y II Parte)
Amaba la democracia y abominaba la tiranía, era un hombre dialogante y de espíritu republicano, pero transigió en un golpe de Estado y encabezó un gobierno de facto, militar. Carlos Delgado-Chalbaud, protagonista del único magnicidio registrado en la historia de Venezuela, nunca pudo cumplir su promesa de “convocar a elecciones verdaderamente democráticas”.
El médico personal del presidente, el doctor Humberto García Arocha (Consalvi, 2006: 137), refiere que el allanamiento de la Quinta Marisela estuvo a cargo del teniente coronel Hernán Albornoz Niño y que, luego, a las seis de la tarde, Rómulo Gallegos fue conducido prisionero a la Academia Militar por el comandante Raúl Castro Gómez, entonces Director de la Academia y, también, primo hermano de Carlos Delgado-Chalbaud Gómez. Antes de ser detenido, el maestro alcanzó a redactar un párrafo que transcribo íntegro. Se lee:
“En mi residencia particular acabo de recibir la noticia de que ha sido ocupado el Palacio Presidencial de Miraflores por fuerzas militares comandadas por el teniente coronel Marcos Pérez Jiménez, donde se ha practicado la detención de varios ministros del despacho y sé que, llevando a cabo el atropello de las instituciones a que se han decidido las fuerzas armadas, vienen ya a apoderarse de mi persona. Culmina así un proceso de insurrección de las fuerzas de la guarnición de Caracas y del alto mando militar, iniciado hace diez días con un intento de ejercer presión sobre mi ánimo para imponerme líneas de conducta política, cosa que sólo puede hacer el pueblo de Venezuela cuya voluntad represento y cuya confianza poseo. A tales pretensiones me he opuesto enérgicamente en la defensa de la dignidad del poder civil, contra la cual acaba de asestarse, una vez más, un golpe de fuerza dirigido al establecimiento de una dictadura militar. ¡Pueblo de Venezuela!: Yo he cumplido mi deber, cumple tú ahora el tuyo no dejándote arrebatar el derecho que legítimamente habías conquistado de darte tu propio gobierno por acto cívico de soberanía popular” (Liscano, 1961:182).
Una vez hecho preso, Gallegos permaneció en la Academia Militar hasta su expulsión del país el 5 de diciembre de 1948, después de once días de cautiverio en compañía de Gonzalo Barrios. Fueron detenidos sus ministros, las directivas de las Cámaras del Senado y Diputados y muchos militantes de AD. Por su parte, Rómulo Betancourt pidió asilo en la Embajada de Colombia y logró salir del país, gracias al decidido respaldo del gobierno de Mariano Ospina Pérez.
El gobierno de la Junta Militar presidida por el comandante Delgado- Chalbaud (1948-1950)
El mismo 24 de noviembre se redacta y firma el Acta de Constitución de la Junta Militar de Gobierno, integrada por los tenientes coroneles Delgado-Chalbaud, Pérez Jiménez y Llovera Páez. Se nombra secretario de la Junta a Miguel Moreno y se declara que volverá la vigencia de la Constitución Nacional de 1936, reformada en 1945, “sin perjuicio de que la Junta dé acatamiento a aquellas disposiciones de carácter progresista de la Constitución Nacional, promulgada el 5 de julio de 1947” (Doc Ofc, 1949: 15). Como vemos, la Junta Militar se reserva la posibilidad de aplicar la Constitución Nacional de 1947, según su discrecionalidad, sobre la base de la de 1936-1945. En otras palabras: una combinatoria constitucional que descansaba en la voluntad de tres personas.
El 26 de noviembre tiene lugar una alocución del presidente de la Junta Militar, el comandante Delgado, en ella es prolijo en afirmaciones sorprendentes. Entre ellas, señala:
“No se ha asumido el poder para atentar contra los principios democráticos sino para obtener su efectiva aplicación y preparar una consulta electoral a la cual concurra toda la ciudadanía en igualdad de condiciones” (doc Ofc, 1949: 25).
Por primera vez surge esta proposición. Han pasado dos días. Conviene recordar que habla Delgado-Chalbaud, no los otros dos compañeros de la Junta Militar, quienes, en verdad, con el tiempo demostraron que no estuvieron de acuerdo con esta posición del presidente Delgado.
La nómina gubernamental estará compuesta por el teniente coronel Luis Felipe Llovera Páez en el Ministerio de Relaciones Interiores; Luis Emilio Gómez Ruiz en la Cancillería; el teniente coronel Marcos Pérez Jiménez en el Ministerio de la Defensa; Aurelio Arreaza Arreaza en Hacienda; Pedro Ignacio Aguerrevere en Fomento; Gerardo Sansón en Obras Públicas; Augusto Mijares en Educación; Antonio Martín Araujo en Sanidad y Asistencia Social; Amenodoro Rangel Lamus en Agricultura y Cría; Rubén Corredor en Trabajo; coronel Jorge Marcano en Comunicaciones y el general Juan de Dios Celis Paredes en la Gobernación del Distrito Federal.
“Se le vio a gusto en el Trienio Adeco (1945-1948) ejerciendo desde el Ministerio de la Defensa, pero los hechos lo llevaron a abjurar de sus filiaciones con Gallegos y a encabezar una conjura contra la democracia”
El 4 de diciembre de 1948 fue publicado el Decreto de “Disolución Ejecutiva del Congreso Nacional y de las Asambleas Legislativas de los Estados”. Estas fueron decisiones mayores porque se trataba de la supresión del Poder Legislativo que, como se sabe, es la expresión de la soberanía popular. En los Considerando del Decreto se lee: “Que la subsistencia de los actuales Cuerpos Legislativos, establecidos bajo el imperio del régimen anterior, es incompatible con la etapa de transición que en el presente se desarrolla” (Catalá, 1991: 40). Desaparecía el Congreso Nacional integrado por militantes de AD, COPEI, URD y el PCV. Quizá a COPEI y URD comenzó a parecerles el gobierno de la Junta Militar menos auspicioso que una semana antes, cuando comprendieron su asunción.
El 7 de diciembre se Decreta la “Disolución Ejecutiva de todos los Concejos Municipales de la República”. El decreto faculta a los Gobernadores de Estado a nombrar Juntas de Administración Municipal, de acuerdo con la Junta Militar. Estas Juntas tendrán en lo sucesivo, las mismas atribuciones de los Concejos Municipales, solo que han sido designadas por voluntad de los Gobernadores y no del pueblo.
El 8 de diciembre, la Junta Militar se abroga las atribuciones del Poder Legislativo y nombra al nuevo Poder Judicial, designando a los vocales principales y suplentes de la Corte Federal y de Casación.
El 9 de diciembre se publica el “Decreto de Disolución del partido Acción Democrática”. Entre los Considerandos del Decreto se señala que se hallaron en los locales del partido “armas e instrumentos bélicos destinados a sabotaje y a otros fines destructivos”, que “dicho partido trató de desnaturalizar la esencia institucional de las Fuerzas Armadas Nacionales” y que “había dejado de ser una organización de opinión política para transformarse en una facción que aspiraba a mantenerse en el Poder por la fuerza y por diversos medios de desintegración social”. Además, señalan que pretendió ser “un Estado dentro del Estado y una militancia armada frente a la Nación” (Catalá, 1991:51).
El 14 de diciembre se publica en Gaceta Oficial el Decreto de “Disolución Ejecutiva del Consejo Supremo Electoral de todos los organismos electorales de la República”. Invocan un motivo: la convocatoria a nuevas elecciones debe hacerse con otro organismo electoral, distinto al que consagró a las autoridades anteriores.
El 22 de diciembre se publica en Gaceta Oficial el Decreto de “Reorganización del Poder Judicial”. Es decir, un reordenamiento del Poder Judicial tutelado por la Junta Militar, ya que el Congreso Nacional había sido disuelto. En pocas palabras: una intervención directa del Poder Ejecutivo designando o tutelando directamente a un poder distinto, al igual que ya había ocurrido con el Poder Legislativo.
Hasta aquí las primeras decisiones en forma de Decreto emanadas de la Junta Militar. Es evidente que se trata de una sustitución del Poder Ejecutivo por las Fuerzas Armadas Nacionales. Luego, una vez usurpado el Poder Ejecutivo se pasó a disolver al Poder Legislativo e intervenir el Poder Judicial. Antes, han sido suspendidas las Garantías Constitucionales. También, el Poder Ejecutivo usurpado intervino disolviendo a las representaciones locales electas: los Concejos Municipales y las Asambleas Legislativas de los estados. Como vemos, fueron intervenidas y disueltas todas las instancias donde los cargos se proveyeron mediante elección popular. Además, se disolvió por Decreto el partido Acción Democrática, no así a COPEI, URD y el PCV, en lo inmediato. Estas organizaciones padecerían otras intervenciones o desconocimientos de las victorias electorales años después. Fue el caso, por ejemplo, de las elecciones de diputados, en 1952, ganadas por URD y desconocidas por el gobierno de entonces. Luego, en el plebiscito de 1957, las organizaciones partidistas estaban o ilegalizadas o perseguidas. La situación ya era extrema.
En síntesis, vemos que la arquitectura constitucional consagrada por la Carta Magna de 1947 fue desarticulada a partir de la usurpación del Poder Ejecutivo y, desde ese momento, con los “argumentos” de las armas, fue desmontándose toda la trama de funcionarios electos por voluntad popular. En dos semanas se deshizo el tejido anterior: Venezuela iba hacia otra situación.
La estructura constitucional de la Democracia Representativa había sido desmontada y sustituida por la voluntad de tres militares que integraban la Junta. Comenzaba una dictadura: todos los poderes públicos pasaron a depender de las Fuerzas Armadas de manera directa o indirecta. La voluntad popular expresada en las urnas electorales fue sistemáticamente desconocida y sustituida por otra, de naturaleza individual. No obstante, el comandante Delgado-Chalbaud declaró reiteradas veces que todo ello se hacía en nombre de la democracia y que muy pronto se convocaría a elecciones verdaderamente democráticas.
La obra de dos años que encabezará Delgado-Chalbaud puede dividirse por áreas. Por una parte está lo que Pérez Jiménez y Llovera Páez hacían en las Fuerzas Armadas, donde ejercían un liderazgo indiscutible, y por otra lo que Delgado hacía puertas afuera de los cuarteles, siempre insistiendo en que se trataba de un gobierno interino, que muy pronto convocaría a elecciones, en busca de una “democracia liberal, alternativa y representativa”.
En materia de obras civiles, Delgado se empeñó en la construcción de la Avenida Los Próceres, a la que concebía como continuación de la Avenida Los Ilustres, y que se proponía unir a la Academia Militar con la Universidad Central de Venezuela, estableciendo un símbolo de encuentro entre el mundo civil y el militar. En el área de educación, también, se creó el Instituto de Previsión y Asistencia Social del Magisterio y el Instituto Nacional de Deportes (IND), mientras se respetó la autonomía de las universidades. Por otra parte, siguió avanzándose en la construcción de la Ciudad Universitaria de Caracas, proyecto iniciado en tiempos de Isaías Medina Angarita. Se construyeron carreteras y se diseñó un Plan Nacional de Vivienda, así como se concluyó el primer tramo de la Autopista Caracas-La Guaira.
“El 24 de noviembre de 1950, a dos años del golpe militar, el comandante Delgado le propuso a sus compañeros que con ese motivo se designara a un Presidente de la República provisional y se convocara a elecciones en diciembre de 1952 (…) ¿Guarda relación este hecho con el asesinato de Delgado-Chalbaud el 13 de noviembre de 1950?
En mayo de 1950 AD, desde la clandestinidad, aupó junto con el Partido Comunista Venezolano (PCV) una huelga petrolera, y esto dio motivo para que el Gobierno ilegalizara al PCV, que había logrado hasta entonces no correr la misma suerte de AD. Este punto, de nuevo, significó un desencuentro entre Delgado y los otros miembros de la Junta Militar de Gobierno. Como vemos, la realidad iba deslindando posiciones.
Ya cerca del 24 de noviembre de 1950, a dos años del golpe militar, el comandante Delgado le propuso a sus compañeros que con ese motivo se designara a un Presidente de la República provisional y se convocara a elecciones en diciembre de 1952. Delgado-Chalbaud había pensado en el doctor Arnoldo Gabaldón, el médico sanitarista de gran prestigio en el país. Algunos pensaron que el propio Delgado aspiraría a ser electo presidente, pero no se tienen constancias documentales de este propósito. En todo caso, una vez formulada la proposición por parte de Delgado a sus compañeros, estos dijeron que habría que consultar con las Fuerzas Armadas tal proposición. ¿Guarda relación este hecho con el asesinato de Delgado-Chalbaud el 13 de noviembre de 1950? No lo sabemos, pero no faltan analistas que señalan que podría haberla, ya que era evidente que Pérez Jiménez y Llovera Páez no tenían intensiones de convocar a elecciones, por ello le manifiestan a Delgado que consultarán con las Fuerzas Armadas, lo que para muchos pudiera ser interpretado que se preguntarían a ellos mismos. Por otra parte, para Delgado la consulta es innecesaria, porque él mismo la anunció cuando la Junta Militar dio el golpe de Estado contra Gallegos. Pero estos dilemas desaparecieron de la escena con el magnicidio de Delgado-Chalbaud: nadie desde el Gobierno recordó que había que cumplir con la promesa de convocar a elecciones universales, directas y secretas.
El magnicidio del 13 de noviembre de 1950
Han corrido ríos de tinta analizando el episodio del único magnicidio que ha ocurrido entre nosotros. Resumo los hechos: al no más salir de su casa en El Pedregal del Caracas Country Club el 13 de noviembre de 1950, el comandante Delgado y su reducida comitiva, fue interceptado por un comando encabezado por Rafael Simón Urbina. Una vez trasladado de su vehículo al de sus captores, se dirigieron a la calle La Cinta en la Urbanización Las Mercedes, en donde quedaba la casa de Antonio Aranguren, como se había convenido, pero el azar quiso que en el trayecto a uno de los seguidores de Urbina se le fuera un tiro, por impericia, y se lo pegara en el tobillo al propio Urbina, quien comenzó a perder sangre copiosamente.
En situación de pánico, con Urbina malherido, y los integrantes de su comando en estado de ebriedad, tirotearon contra una pared a Delgado-Chalbaud, una vez que habían llegado a la casa en Las Mercedes. Al parecer, este no era el destino que se tenía previsto, sino el de obligarlo a renunciar, pero no tenemos forma de saberlo con exactitud, ya que cuando Urbina era trasladado de una cárcel a otra, después de haberse entregado, fue ultimado a balazos por una comisión de la Seguridad Nacional. En otras palabras: quien hubiera podido confesar si había un vínculo entre él y los otros integrantes de la Junta Militar o cualquier otro interesado en la renuncia o muerte de Delgado, no estaba para confesarlo.
Testimonios de bando y bando abundan, pero lo único cierto es que el comandante Delgado murió y, de inmediato la Junta Militar comenzó a buscarle un sustituto, ya que Pérez Jiménez se cuidó mucho de no sucederlo él para no darle crédito a la hipótesis del interés en su muerte. En los días sucesivos, se pensó que el doctor Arnoldo Gabaldón sucedería a Delgado, como había sido su voluntad, y de hecho comenzó a despachar desde Miraflores a la espera de la confirmación en el cargo por parte de la Junta Militar, pero ello no ocurrió, sino que la Junta prefirió al doctor Germán Suárez Flamerich, entonces embajador de Venezuela en Perú, quien tomó posesión el 27 de noviembre, modificándose entonces la denominación de la Junta, pasando a llamarse Junta de Gobierno, ya que el nuevo integrante era civil.
Moría Carlos Delgado a los 41 años, habiendo llevado una vida empedrada de acontecimientos ajenos a su voluntad, y con frecuencia como un cuerpo extraño en los ambientes en que se movía. Durante su larga estadía francesa, era un venezolano que estudiaba allá; durante su estadía venezolana, era un venezolano afrancesado. Se le vio a gusto en el Trienio Adeco (1945-1948) ejerciendo desde el Ministerio de la Defensa, pero los hechos lo llevaron a abjurar de sus filiaciones con Gallegos y a encabezar una conjura contra la democracia, y su primer argumento fue el de haberlo hecho para alcanzar “una verdadera democracia”, algo que se alejaba cada día más de sus sueños, en la medida en que avanzaba su gobierno.
El comandante Delgado es nuestro personaje hamletiano por excelencia. Amaba la democracia y abominaba la tiranía, era un hombre dialogante y de espíritu republicano, pero transigió en un golpe de Estado y encabezó un gobierno de facto, militar, sin que un solo voto lo hubiese elegido para presidirlo. Sin duda, un caso difícil de valorar.
Bibliografía:
-Álvarez Juan, Aurelio (2002). Don Pedro Carlos de Ron y Tovar y su descendencia en Venezuela. Caracas, Editorial ExLibris.
-Arráiz Lucca, Rafael (2011). El trienio adeco y las conquistas de la ciudadanía. Caracas, Editorial Alfa. Biblioteca Rafael Arráiz Lucca, N°5.
-Bracho Palma, Jairo (2011). Los sueños rotos. La historia de los Delgado-Chalbaud. USA, ediciones de Ramón Rivero Blanco.
-Castillo D’imperio, Ocarina (2006). Carlos Delgado Chalbaud. Biografía. BBV N°33. Caracas, El Nacional-Banco del Caribe.
—Un hombre, un dilema, un magnicidio. Carlos Delgado Chalbaud (2011). Caracas, Universidad Central de Venezuela.
-Catalá, José Agustín (1991).El golpe militar de 1948 y su secuela trágica.
Caracas, Ediciones El Centauro.
—El golpe contra el presidente Gallegos (1982). Caracas, Ediciones Centauro.
-Consalvi, Simón Alberto (1991).Auge y caída de Rómulo Gallegos. Caracas, Monte Ávila Editores.
-Rojas Cabot, Ramón (2010). Julia o el fatum de los Delgado Chalbaud. Caracas, Gráficas Acea.
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