En la Colonia Tovar por la crisis, cambiaron al turismo por la agricultura
Al menos desde mediados del siglo XX, la Colonia Tovar se erigió como uno de los destinos más visitados por caraqueños, varguenses, aragüeños y turistas de otros estados del país. Su clima y ubicación, rodeado de montañas y bosques, lo volvieron el escape por excelencia al bullicio y sus habitantes vivían de las mieles de su actividad turística.
Pero la crisis económica que atraviesa el país desde hace décadas, que se profundizó en 2013 y apenas en los últimos dos años ha dado signos de pequeña mejoría, cambiaron por completo la dinámica de esta zona de más de 14.000 habitantes, ubicada al norte del estado Aragua.
Desde su fundación hace 180 años, en 1843, la Colonia Tovar se caracterizó por sacar frutos del desarrollo agrícola al estar, prácticamente, aislados. Hasta 1950, cuando se construyó la carretera que le dio entrada a la actividad turística y que, hoy día, luce deteriorada y aleja a más de un visitante.
Ellos (sus antepasados) pudieron sobrevivir porque se organizaron muy bien y hoy nosotros gozamos de todas esas virtudes, además de la tierra tan bendecida que tenemos. Este sitio para nosotros es un paraíso, cuenta Ana Carolina Gutt, comerciante y parte de la quinta generación de su familia originaria de Alemania en la Colonia Tovar.
Salen y salen camiones
En Caracas y en otras ciudades cercanas, como Maracay, Valencia y parte de los Altos Mirandinos, no es extraño encontrar alguna feria de hortalizas o punto específico donde se comercializan alimentos provenientes de la Colonia Tovar.
Sus montañas son fértiles y ricas en el cultivo de duraznos, fresas, remolacha, coliflor, zanahoria, repollo, acelga, brócoli, lechuga, cebollín y papas, entre otros rubros, por lo que habitantes, productores, comerciantes y hasta hosteleros han logrado sacarle provecho a esa bendición en momentos de crisis como el actual.
Ahorita la gente prefiere sacar grandes cantidades y vender afuera que vender detallado, porque las ventas han estado tan malas que prefieren salir y llevar la producción completa a los supermercados, dice Arelis, quien vende frutas, hortalizas, verduras y productos artesanales en un mercado pequeño del casco del pueblo.
Tanto ella como otras personas encargadas o dueñas de otros puestos de venta de alimentos son conscientes de ese cambio en el patrón de consumo.
Flora, por ejemplo, tiene 12 años atendiendo y llevando a medias el negocio del papá de su cuñada y cuenta que, en los últimos cinco años, han tenido que forzarse a comprar menos mercancía para evitar pérdidas. En temporada baja, en vez de dos puestos (con frutas y hortalizas), traigo uno solo, asegura.
La misma práctica, asegura, ocurre en otros negocios pequeños y medianos de venta de frutas, verduras y hortalizas en la Colonia Tovar, por la caída del turismo. Los cultivos locales ahora son, mayormente, enviados a otras zonas del país e, incluso, hasta ciudades fronterizas de Colombia.
La plata aún no alcanza
En la Colonia Tovar hay consenso sobre que la principal causa de la caída del turismo es el poder adquisitivo de la población, la inflación y el alza constante del dólar, lo que limita el bolsillo de los pocos turistas que han llegado en los últimos meses.
Andrés Rutman, quien atiende uno de los restaurantes del casco central de la localidad, cuenta que en 2022 y enero de 2023 tan solo uno que otro turista optaba por consumir en el local donde él trabaja. La mayoría eran parejas o grupos de amigos, pocas familias se daban el lujo de almorzar acá, asegura.
En los puestos de comida más económicos del pueblo de la Colonia Tovar, una hamburguesa típica alemana cuesta más de $7 y una bebida (jugo o refresco) vale entre $2 y $2,5. Si se añade un postre ($2 en adelante), un grupo familiar de cuatro personas tendría que gastar casi $50 en almuerzo, al incluir el 10 % de servicio de mesa.
Traes $10 y gastas $20, porque la Colonia Tovar es un sitio muy caro, en cierta manera. Nosotros, solo para venir un día, planificamos por casi dos meses y lo postergamos por el problema del dólar, explica Álvaro Ríos, quien fue de visita con su esposa y su hija.
Solo en gasolina ($10 por llenar medio tanque), estacionamiento ($1) y los rústicos que pasean por lugares turísticos ($10 por adulto y $5 para niños entre cinco y nueve años), la familia gastó $36, más de la mitad de los $70 que llevaron y que, dicen, quizá se les quede corto.
Crónica.Uno contactó a la Cámara de Comercio y Turismo de la Colonia Tovar para este reportaje y no obtuvo respuesta. Desde el Consejo Superior del Turismo (Conseturismo), informaron que no cuentan con vocería en la zona.
Yurmi Mendoza, administradora de dos posadas cercanas a la Iglesia de San Martín de Tours, dice que el movimiento está lejos del de años anteriores y en diciembre y enero pasado fue, incluso, más bajo que un año atrás.
Empezó a verse mayor afluencia desde el 23 de diciembre y en la primera semana de enero. Hubo un fin de semana en el que aquí no llegó ni el ánima sola. Gracias a Dios, no quedamos vacíos ningún día, pero estuvo por debajo de lo que esperábamos, dice Yurmi.
En promedio, la ocupación hotelera en el país en la temporada decembrina fue de 30 % a 35 %, según reveló en enero la Asociación de Agencias de Viajes y Turismo (Avavit).
Combustible e impuestos son el mal mayor
Pero así como en otros lugares turísticos del país, los comercios locales se enfrentan a los mismos problemas modernos del combustible y los altos impuestos.
Arelis Ruh, además de comerciante, es administradora de un centro comercial de la Colonia Tovar que es propiedad de su suegra y asegura que, solo por el impuesto de habitabilidad, tuvo que pagar 500 dólares en el último mes, aun cuando apenas son seis locales que también padecen la caída del consumo.
Hay impuestos para carros, comercios, letreros, publicidad. Por un letrero pequeño puedes pagar hasta 120 o 150 dólares mensuales, solo por el letrero, por eso ves que no hay casi letreros (comerciales). Las etiquetas de los productos también pagan impuestos, es algo de la alcaldía de acá, cuenta.
Mensualmente, los comercios pequeños pagan entre 0,60 y 0,80 petros (hasta $40 mensuales) en impuesto municipal y cada seis meses el servicio sanitario, cuyo monto puede variar. Incluimos eso en el precio de venta del producto, pero a veces no da la base y tienes que sacar de otros ingresos para cubrir esos gastos, cuenta un comerciante.
La Encuesta de Condiciones de Vida (Encovi) muestra que casi la totalidad del empleo en la Colonia Tovar lo abarcan trabajadores por cuenta propia y ayudantes familiares, lo que, en parte, los vuelve más dependientes de decisiones económicas que afecten sus actividades.
La pandemia de COVID-19, por ejemplo, hizo que, al usar gran parte de sus ahorros y no poder vender en la calle, hubo quienes, como la familia Gutt, empezaron a enviar productos artesanales en los camiones que iban a las ciudades. Nosotros empezamos a hacer mermeladas con frutas y ahora es lo que más vendemos, cuenta Ana Carolina.
Aún así, entre sus habitantes reiteran que es necesario que se vuelva a impulsar el turismo hacia la Colonia Tovar y eso pasa, necesariamente, por la recuperación del poder adquisitivo y las mejoras en servicios como la electricidad, el agua y la infraestructura vial.
Alberto Torres Márquez – Crónica Uno
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