Santa Lucía Yi Zhenmei, por María García de Fleury
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El cristianismo fue anunciado en China desde el siglo V y pudo florecer tranquilamente en los siglos siguientes. Pero desde la primera década del siglos XVII las cosas cambiaron.
El emperador estaba molesto y la fuerte influencia del vecino Japón, hostil al cristianismo, dio lugar a persecuciones, unas abiertas y otras veladas hasta mediados del siglo 19.
Esto llevó a la muerte a muchos misioneros y a muchos laicos chinos, y destruyeron cantidades de iglesias. Hoy recordamos a una humilde catequista china laica, Yi Zhenmei Lucia, que representa a los miles y miles mártires locales que fueron capaces de enfrentar el tormento y la muerte a manos de sus propios compatriotas, especialmente los notorios poxeadores, que por razones políticas y económicas, por la intolerancia, por la envidia, de los bonzi, desencadenaron las largas y sangrientas persecuciones contra la religión de los «odiados extranjeros» cómo les decían.
Yi Zhenmei, nació el 17 de enero de 1815 en Xi Zhuan, China, la más pequeña de cinco hermanos. Su padre era un católico recientemente convertido del budismo.
A los 12 años tomó el nombre de Lucia y se consagró al señor. Sus padres, según la costumbre, la habían comprometido y Lucia Yi fingió locura terminando así los acuerdos matrimoniales.
Reanudó sus estudios para convertiste en maestra de escuela y se dedicó al crecimiento de su vida espiritual. Aprendió a enseñar catecismo y pasó sus días en silencio entre las tareas domésticas, el cuidado de los enfermos y el apostolado catequistico.
De joven adulta decidió separarse de la familia y se fue a vivir con las hermanas misioneras. Luego se enfermo gravemente y tuvo que regresar a su casa.
Algunas personas inventaron sombras sobre su moralidad, pero ella lo soportó todo pacífica y pacientemente, y al curarse volvió a su trabajo.
El obispo de Wei Shou le confío la tarea de enseñar catecismo en las aldeas del bicariato. Lucia Xi, al mismo tiempo, ayudaba en la obra misionera del padre Giovanni Prieto, en las misiones extranjeras de París, quien había llegado a China en 1858.
Lucia Yi fue de gran ayuda para la evangelización porque manejaba el lenguaje para comunicarse con los habitantes. El general Tin Xion Zhu, desató una persecución contra los cristianos encabezada por los secta de los ninfas blancas. Pusieron presa a Lucia Xi y también al padre Niil, junto a otros religiosos catequistas y fieles.
A Lucia Yi la interrogaron y le hicieron propuestas favorables sobre si ella renunciaba a la religión cristiana. Ella se negó firmemente y fue condenada a ser decapitada. Aceptó la condena con dignidad revelándose solamente cuando querían desnudarla antes de la sentencia y logró evitar tal humillación.
Fue decapitada el 19 de febrero de 1862 en Kai Yan Zhu, China, tenía 47 años. Ese día también el padre Niil fue asesinado, incluído tres catequistas varones. El tocado de Lucia Xi bañado en sangre fue llevado a casa y colocado sobre su sobrina Paola gravemente enferma y sanó instantáneamente.
Fue canonizada por Juan Pablo II, junto a otros 120 mártires de la China, así ha trascendido en la historia Lucia Xi porque entregó su vida a Dios y con Dios siempre ganamos.
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