Alfredo Maldonado: Sin dignidad
Desde tiempos de Gómez, al menos, fuimos un país rico. Con injusticias, con mala distribución entre todos los ciudadanos, para unos mas para otros menos, pero para todos. Con el dinero del petróleo –y bastante menos de los impuestos- al menos 4 o hasta 6 presidentes transformaron al país.
De la Venezuela de la fiebre amarilla y la salud precaria al pueblo sano y fuerte, de los viajes por barco y con pasaporte de Los Andes a Caracas –para sólo citar una ruta- a la red de carreteras y autopistas, del país en ruinas y con la ignorancia por realidad, al de universidades públicas y privadas y aquél maravilloso INCE, para sólo citar pocos ejemplos.
En estos días andan circulando por las redes sociales una declaración telefónica de un presunto Capitán de la Fuerza Aérea con el Comandante de ese componente para anunciarles a sus compañeros de armas que tendrían que buscarse un trabajito extra fuera de la fuerza porque el régimen no tiene cómo aumentarles el sueldo, y ya anda también dando vueltas el montaje de un general recargado de medallas vendiendo “papita, maní y tostón” por fallas de sueldo –un chiste, pero cruel y vergonzoso.
Parece que lo de la llamada telefónica del capitán ha sido tan real como la información de que el régimen propone a los maestros y profesores que se busquen alguna actividad fuera de su profesión para que cobren más, ya que carece de recursos para aumentar sus sueldos miserables.
Es una vergüenza nacional que el chavismo y el madurismo, tras recibir los mayores ingresos de la historia del país, tengan que pedir a sus funcionarios que busquen plata en otra parte. Es una vergüenza para el mandatario que anda por ahí diciéndole a todo el mundo que la Venezuela que él dejó caer aún más abajo del pozo a cuyo fondo la hizo caer el que fue su Jefe y lo nombró, está todavía peor.
No se trata de que vengan unas elecciones primarias de la oposición a ver si logran un candidato que, dicen que respaldado por todos los demás, derrote a ese mandatario fracasado, ni se trata ya del dinero que aquél chavismo que alardeaba de cambiar al continente derrochó –incluyendo el robo por algunos funcionarios y amigos por derroche. Se trata de que se han tenido las oportunidades y los ingresos de sobra para echar adelante al país, ese mandatario y sus camaradas que sólo pagan 5 dólares diarios a los funcionarios, jubilados y pensionados y encima lo hacen con una sonrisa de satisfacción en las bocas.
Se trata de que la espada que caminaba por América Latina no ha sido más que un machete corroído y desgastado con el filo borrado y oxidado, de que los militares y docentes deban buscarse una solución que el Estado debería proveerles y no lo hace porque ya se gastó los reales, de que los enfermos deban llevar sus propias medicinas para ser atendidos en hospitales que parecen devastados donde ya no quedan ni curitas, donde los pobres no son cada dia menos sino cada hora más, un país que en vez de progresar o siquiera estar estancado, retrocede.
Es una vergüenza que haya venezolanos ricos por complicidad de un Estado descuidado y cómplice, exhibiéndose ante venezolanos que no son hijos sino víctimas de una revolución a la cual los franceses que patearon a los Capeto hubiesen cortado la cabeza sin dudar un instante. Y que, aún peor, son ya mayoría abrumadora.
La vergüenza de quien ha visto la más insólita combinación de Gobierno, complicidad con incompetencia.
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