¿Cómo sobrevivirá Venezuela sin la era dorada del petróleo?
Los escenarios de demanda de petróleo para 2050 indican que a Venezuela aún le queda una enorme ventana de años por explotar en la industria petrolera. Sin embargo, como dijo alguna vez Warren Buffett: «Solo cuando baja la marea se sabe quién nadaba desnudo».
Hoy en día, el petróleo se sigue considerando como uno de los recursos naturales no renovables más utilizados en el mundo, pero la presión de la población mundial por reducir el consumo de combustibles fósiles está siendo cada vez mayor con el paso de los años, lo que invita a pensar en el papel que jugará Venezuela, teniendo en cuenta que el petróleo siempre ha sido un elemento clave para el país.
Cada año, el mundo consume millones de barriles por día del llamado «oro negro» para producir, por ejemplo, combustible para automóviles, aviones y otros ingenios de la humanidad: envases de plástico, insecticidas para uso agrícola, lubricantes para vehículos, etc.
No es ningún secreto que el desarrollo económico y la globalización de la humanidad haya sido fruto, en gran medida, de la era del petróleo.
Por ejemplo, si nos fijamos en la Venezuela de los años 40 y 50, podemos ver muchos rastros de modernidad marcada por la llegada de un gran número de inmigrantes europeos que ayudaron a construir el país que hoy conocemos.
Todo ello sin duda gracias a la abundante disponibilidad de recursos petrolíferos, dijo el historiador venezolano Rafael Arráiz Lucca en una entrevista para Circuito Éxitos.
Sin embargo, no todo es blanco o negro con el petróleo, es más bien gris. El consumo de petróleo se ha traducido en la emisión de enormes cantidades de gases de efecto invernadero y, a su vez, estos han influido en que aumenten las concentraciones atmosféricas de dióxido de carbono y, por tanto, que suba progresivamente la temperatura del planeta.
Como dijo una vez el influyente escritor sobre cambio climático David Wallace-Wells, alrededor del 85% de la quema de combustibles basados en el carbono se ha llevado a cabo desde el final de la segunda guerra mundial. Peor aún, más de esa mitad ha sido emitida desde 1989, es decir hace unos 30 años.
Emisiones mundiales de dióxido de carbono procedentes de combustibles fósiles. Fuente: Rystad Energy
Y es que la contaminación causada por la quema de combustibles fósiles, de basura o el simple desgaste de los neumáticos de los automóviles, fue responsable de cerca de 10 millones de muertes prematuras en 2018 en todo el mundo.
En ese sentido, los responsables políticos de muchos países son cada vez más conscientes de la necesidad de acelerar las medidas para hacer frente al cambio climático, que se han traducido en nuevas y ambiciosas intenciones políticas para alcanzar las cero emisiones de CO2 en 2050.
Varios países y regiones importantes -como la Unión Europea (UE), Estados Unidos (EE.UU.), Japón, Reino Unido (RU), Canadá y Brasil- han propuesto hojas de ruta para alcanzar estos objetivos.
A más largo plazo, las mentes se centran cada vez más en la necesidad de abordar el cambio climático. Por ejemplo, uno de los primeros actos de la administración Biden al llegar a la Casa Blanca fue volver a adherirse al Acuerdo de París.
Todos los países del G7 tienen ahora planes para reducir significativamente las emisiones y llegar al «Net Zero» en 2050.
Y si hablamos de dos de los mayores consumidores de crudo del mundo, que no son otros que China y la India, sucede lo mismo: los dos países han establecido hojas de rutas para alejarse de los combustibles fósiles en 2060. A diferencia de los países del G7, son unos 10 años más, pero al fin y al cabo se trata de una hoja de ruta establecida.
¿Una Venezuela vulnerable?
Venezuela, por su parte, carece aún de un plan a largo plazo para llegar a las cero emisiones y su industria petrolera se encuentra muy mermada como para aprovechar la posible última ventana del petróleo. Su economía, basada desde siempre en el rentismo petrolero, la hace especialmente vulnerable a la transición desde los combustibles fósiles hacia fuentes de energía más limpias.
Pero ¿Es realmente así? ¿Se encuentra Venezuela en una posición vulnerable ante todo lo relacionado con la transición energética y el calentamiento global? ¿Son los próximos 20 años la última ventana de esta nación para explotar el petróleo?
La IEA (Agencia Internacional de Energía) lo tiene bastante claro: una transición energética que no se comprometa con los países productores de combustibles fósiles y sus necesidades, podría tener profundas implicaciones para la seguridad regional e internacional y la estabilidad de los mercados energéticos mundiales.
Si los ingresos del petróleo empiezan a disminuir antes de que los países productores hayan diversificado con éxito sus economías, se perderán medios de subsistencia y aumentarán los índices de pobreza, explica la IEA.
Pero ¿Qué nos dicen las perspectivas de la demanda de petróleo de cara a 2050? Echemos un vistazo a la OPEP (Organización de Países Exportadores de Petróleo) y la IEA, dos de las principales organizaciones del sector energético a escala mundial.
La demanda de petróleo a largo plazo
De acuerdo con World Oil Outlook 2021 de la OPEP, la demanda de petróleo a escala mundial aumentará en 17,6 millones de barriles diarios (mmb/d) entre 2020 y 2045, pasando de 90,6 mmb/d en 2020 a 108,2 mmb/d en 2045.
Gran parte de ese incremento en la demanda se materializará a mediano plazo (2021-2026), aumentando unos 13,8 mmb/d y situándose en 104,4 mmb/d en 2026, esto principalmente como parte de un proceso de recuperación tras la crisis del COVID-19, explica la OPEP en su informe.
Perspectivas a largo plazo de la oferta mundial de combustibles líquidos. Fuente: OPEP.
Por su parte, el World Energy Outlook 2021 de la IEA, trae una novedad. Por primera vez la perspectiva de esta organización de grandes consumidores muestra un eventual descenso en la demanda mundial de petróleo en sus tres escenarios, aunque, con la excepción del escenario NZE, no es tan pronunciado.
Como mencionamos, la perspectiva se descompone por tres escenarios, estos son: el STEPS, APS y el NZE. Veamos entonces cómo se describen cada uno de ellos en relación con el petróleo.
Escenario de Políticas Declaradas (Stated Policies Scenario, STEPS): la demanda de petróleo se estabilizaría en 104 millones de barriles diarios (mmb/d) a mediados de la década de 2030 y descendería muy gradualmente hasta 2050.
Escenario de Compromisos Anunciados (Announced Pledges Scenario, APS): el petróleo alcanzará su pico máximo poco después de 2025, con 97 mmb/d, y comenzará a descender a partir de entonces.
Escenario de Emisiones Netas Cero (Net Zero Emission, NZE): se actúa con rapidez para cumplir los objetivos climáticos mundiales, la demanda de petróleo caería bruscamente hasta 72 mmb/d en 2030 y seguiría disminuyendo hasta 24 mmb/d en 2050. El uso del petróleo como materia prima petroquímica es el único sector en el que aumentaría la demanda; en 2050, el 55% del petróleo consumido en el mundo se destinaría a la petroquímica.
Inversión en la producción de petróleo y gas y en energías limpias en los Escenarios Stated Policies (STEPS) y de Net Zero Emissions (NZE) para 2050.
Sin embargo, de acuerdo con Francisco J. Monaldi, director del Programa de Energía para América Latina del Baker Institute, el escenario NZE de la IEA dista mucho de la realidad.
En su opinión el escenario NZE es normativo y se utiliza para describir una realidad que se desea alcanzar, es decir, no tiene en cuenta variables clásicas como el crecimiento poblacional y económico para demostrar si se producirá o no.
En otras palabras, para evitar que la temperatura del planeta suba más de 1,5 – 2° Celsius, la demanda de petróleo tendría que reducirse hasta ubicarse en 24 mmb/d y esto no es nada seguro que vaya a pasar, pues en este escenario se ignoran muchas variables.
Si analizamos estos escenarios, podríamos decir que en 2050 el consumo de petróleo disminuirá sin duda, pero la caída podría no ser tan drástica como en el escenario NZE previsto por la IEA. Incluso el propio presidente de Estados Unidos, Joe Biden, conocido por su agresiva agenda climática, está pensando en aprobar un enorme proyecto petrolífero en Alaska con una vida útil de 30 años y ya ha mencionado anteriormente que Estados Unidos necesitará petróleo durante al menos otra década.
Pero si los científicos climáticos están en lo cierto, de seguir en esta trayectoria podríamos ver fenómenos meteorológicos cada vez más trágicos, lo cual podría generar el apoyo político necesario para tomar las decisiones difíciles sobre la necesidad de reducir la demanda de combustibles fósiles, advierte Francisco J. Monaldi.
El petróleo no garantiza una Venezuela próspera
En conclusión: los escenarios de demanda de petróleo para 2050 indican que a Venezuela aún le queda una enorme ventana de años por explotar en la industria petrolera.
Sin embargo, como dijo alguna vez Warren Buffett: «Solo cuando baja la marea se sabe quién nadaba desnudo». Es decir, si Venezuela aumenta nuevamente su producción a los 3 mmb/d podría parecer un país exitoso, pero si la transición energética llegara a acelerarse al ritmo del escenario NZE, la posición de Venezuela podría pasar rápidamente a una en la que se vea amenazada.
De ser así, el panorama podría seguir siendo ventajoso para Venezuela, ya que el país podría contar con sus amplias reservas de gas natural, que está llamado a ser una materia prima para la transición energética.
No obstante, la mejor opción que le queda a Venezuela es prepararse de manera muy preventiva para dicho escenario y para ello lo ideal sería aprovechar las próximas décadas en aumentar la producción petrolera y al mismo tiempo diversificar la economía, porque tiene perfectamente todos los recursos para hacerlo.
Desde el punto de vista energético, por ejemplo, el país no solo cuenta con grandes reservas de petróleo y gas, sino que tiene una gran cantidad de recursos eólicos y solares por explotar. También tiene a su favor su vasto recurso hídrico, uno de los mayores del planeta y grandes yacimientos de metales de transición energética.
Pero esta diversificación energética alejada del petróleo no se producirá por sí sola; requerirá una considerable solidez financiera, políticas más adecuadas, la eliminación de las sanciones y el apoyo de las instituciones internacionales.
Si la economía venezolana no cambia, podríamos quedar particularmente vulnerables ante un eventual mundo alejado del petróleo.
Banca y Negocios
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