La trampa y la ilusión de construir liberalismo en Juntos por el Cambio
Una vez más, mientras se acercan las elecciones, vuelve el canto de sirena del llamado a construir algo que sería una contradicción
Desde la irrupción de Mauricio Macri en la política, y más desde que quedó en evidencia que su perfil no sería el de la representación del espacio liberal, sucedió algo que no muchos perciben pero que es bastante evidente: el efecto tapón que impidió el florecimiento de cualquier oferta que represente al liberalismo. Probablemente la aparición de Javier Milei haya sido lo primero que puso en jaque al monopolio «antikirchnerista», del que el macrismo hizo uso y abuso hasta el cansancio. Incluso gobernando bastante parecido al kirchnerismo.
Ante el inminente cierre de listas de los frentes para las elecciones de este año, una vez más aparece la vieja y gastada idea de construir liberalismo en Juntos por el Cambio. Sin embargo, la evidencia demostró que esta aventura está condenada al fracaso. Igualmente, para comprender esta imposibilidad correctamente, hay que analizar seriamente la cuestión. No basta con catalogar al frente opositor como «socialista» para descartar la idea, más allá de que sea descabellada de por sí.
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Para entender por qué no puede crecer la flor liberal en el terreno cambiemita hay que echarle una mirada al suelo y la tierra en cuestión. ¿Qué es Juntos por el Cambio? Una coalición que tiene los siguientes elementos:
La Unión Cívica Radial, cuyos mayores exponentes dentro del frente son el gobernador de Jujuy, Gerardo Morales, y el porteño Martín Lousteau. Para el que no conoce demasiado al primero, podemos recordar que propuso imprimir indiscriminadamente dinero fijando los precios y encarcelando a los que los suban. Al que le horrorice esta cuestión, mejor ni recordarle que, además de querer marcar las casas de los posibles casos de coronavirus al inicio de la pandemia, las autoridades jujeñas llegaron a encerrar en jaulas a seres humanos que violaron la delirante cuarentena. ¿El otro? Puede que la juventud radical no lo tenga muy presente, pero allá por la crisis del campo, Lousteau era el ministro de Economía de Cristina Kirchner y autor de la ley 125 de las retenciones móviles confiscatorias. Más acá en el tiempo, el economista cuestionó duramente a Horacio Rodríguez Larreta, acusándolo de «comprar» todo y a todos. Hoy son aliados. ¿Lo «compró» a él también?
La Coalición Cívica. El espacio de Lilita Carrió, más allá de las oportunas y necesarias denuncias contra la corrupción de Néstor y Cristina Kirchner, conceptualmente, es el más parecido al kirchnerismo. De aquí salieron toda clase de absurdos como la «ley de góndolas» para combatir la inflación o la gran idea de la asignación universal por hijo, que tenía como excusa que, si el dinero iba automáticamente a todo el mundo, se terminaría con la discrecionalidad de los punteros políticos. Claro que la economía y la restricción presupuestaria no es algo que habite en las cabezas de estos iluminados. Aunque no cuentan con figuras para encabezar las listas, los lilitos están siempre dispuestos a ocupar espacios en las dependencias públicas y cuerpos legislativos.
Por el lado del PRO, el que aparece como el candidato «con banca» es Horacio Rodríguez Larreta. Desafortunadamente, el intendente capitalino, en lo conceptual, ha sido la manifestación más antiliberal de la política nacional. Para él, todo tiene que desempeñarse dentro de la órbita gubernamental, y con la excusa de la gestión, hizo crecer la burocracia municipal y los impuestos hasta lo impensado. Como quedó en evidencia en esta campaña, a la hora de sumar dirigentes a su espacio, lo hace con secretarías y dependencias públicas para sus aliados. Aunque parezca insólito, hasta el kirchnerismo tiene razón cuando dice que «la caja» de la Ciudad no es más que un fondo para hacer política. El misterio es cómo una buena parte de la sociedad cuestiona esta evidente malversación en el ámbito nacional y lo permite en el gobierno del PRO, lo mismo con casos de corrupción evidentes, donde hasta los medios de comunicación miran para otro lado.
Más allá de estas cuestiones, a la hora de definirse sobre un eventual plan de gobierno, Larreta no hace más que repetir las tesis fracasadas de Alberto Fernández. Incluso la estupidez de los «acuerdos de precios y salarios». El intendente se niega a evaluar una reforma monetaria necesaria y ya reconoció que no privatizará ni siquiera Aerolíneas Argentinas. Nadie en su sano juicio puede esperar un buen resultado con estas recetas.
Donde aparece la idea de construir el espacio de liberalismo en Juntos por el Cambio es con la candidatura de la exministra de Seguridad, Patricia Bullrich. Nadie puede negar que «la piba» es la más clara a nivel conceptual de todo el frente. Sin embargo, a veces esto no es decir demasiado, si analizamos los competidores internos de la coalición. A pesar de su valentía y honestidad, que demostró a la hora de gestionar su cartera, la exfuncionaria tiene varias cuestiones para repensar si desea avanzar hacia una reforma liberal. Más allá de la chicana en las redes sociales luego de un posteo (que luego borró) donde suscribía a la «multicausalidad» de la inflación, Bullrich debe reflexionar sobre propuestas como la peligrosa «extinción de dominio» (que sería abrir una caja de pandora pensando en un eventual gobierno populista en el futuro) o la fracasada «guerra contra las drogas», que no funcionó ni funcionará en ningún lugar del mundo.
Más allá de estas cuestiones, la exministra asegura que si se convierte en presidente llevará el país hacia las reformas necesarias. ¿No es justo preguntarse por qué no se candidatea en una coalición diferente, que tenga un mínimo de acuerdo en sus posturas con los demás referentes? Si Bullrich gana su interna y las elecciones, no tiene más que el acuerdo con Ricardo López Murphy dentro de su coalición para avanzar en la dirección que promete. No sea cosa que la «unidad para garantizar la gobernabilidad», termine reeditando un fracaso como el de Mauricio Macri, que muchas veces fue boicoteado desde adentro, a la hora de avanzar con pasos concretos.
Si la exministra de Seguridad decide interiorizarse en las reformas necesarias con especialistas liberales, es más que lógico y necesario que se le preste toda la ayuda posible. Inclusive es fundamental que existan cuadros formados y listos, para ser convocados para una eventual gestión, si se alinean esos planetas. Pero construir políticamente desde adentro, en una coalición que tiene poco y nada que ver con el liberalismo… es otra cuestión.
Hasta ahora, Juntos por el Cambio no ha sido más que una trampa para los que esperaban que podrían construir algo afín ahí dentro. Algunos, como Pedro Benegas, murieron esperando la oportunidad de competir en el PRO. Esa oportunidad que se terminó dando con el tiempo solamente cuando se necesita boicotear a los que están afuera, siempre y cuando no tengan posibilidades de ganar adentro, claro.
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