Maduro no le atiende el teléfono a nadie del CNE
Los rumores sobre posibles cambios en la composición de la directiva del Poder Electoral parecen estar cerca de convertirse en una realidad. Sin embargo, el Gobierno debe sopesar el costo internacional y doméstico que le traería reemplazar a unos rectores producto de una negociación, advierten analistas.
Los cuatro rectores del Consejo Nacional Electoral (CNE) intentan pasar agachados ante la crisis que atraviesa el organismo; por ello hicieron votos de silencio. Cero declaraciones a los medios, cero apariciones públicas para evitar más especulaciones, rumores y tensiones sobre un posible cambio en la directiva del ente comicial.
Fuentes directas del directorio -que pidieron mantener su nombre en reserva-, confirmaron que se avecinan cambios más allá del reemplazo de la rectora principal Tania D’Amelio, quien ahora es magistrada del Tribunal Supremo de Justicia (TSJ). Lo que no saben es cuándo y qué tan traumático podría ser.
Hay varios escenarios, a saber:
1) Designar al exdirector de Informática del organismo y rector suplente incorporado de la sociedad, Carlos Quintero, como principal en sustitución de la exrectora Tania D’Amelio.
2) Que los tres rectores vinculados al chavismo renuncien a sus cargos, crear una crisis institucional en el organismo no prevista en la Constitución y que el TSJ se vea obligado a nombrar una nueva directiva.
3) Que la Asamblea Nacional designe a un nuevo rector por D’Amelio que siga a pie juntillas la línea de Miraflores.
De acuerdo con el artículo 13 de la Ley Orgánica del Poder Electoral, cuando la exrectora fue designada magistrada del Poder Judicial el pasado 26 de abril de 2022, su primer suplente, Leonel Párica Hernández, debió asumir de manera inmediata hace 10 meses. Pero, el Gobierno prefirió no nombrar a nadie y esperar a ver qué pasaba luego y guardarse esa carta.
El artículo 13 de la LOPE establece que “cada integrante del CNE tendrá dos suplentes provenientes del sector que la o lo postuló y serán numerados en secuencia ordinal. Los principales provenientes de postulaciones hechas por la sociedad civil serán suplidos en la forma siguiente: La primera o primer principal designada o designado tendrá las o los suplentes primero (1°) y segundo (2°); la segunda o segundo principal designada o designado tendrá las o los suplentes tercero (3°) y cuarto (4°); la tercera o tercer principal designada o designado tendrá las o los suplentes quinto (5°) y sexto (6°). Las o los suplentes cubrirán las faltas temporales o absolutas de las rectoras o rectores electorales correspondientes”.
La LOPE también señala que el ente comicial requiere de tres rectores como mínimo para que el directorio funcione, salvo en los casos en que la Constitución establezca cuatro votos. El directorio sí se reúne, pero mucho menos de lo que debería, y discuten temas operativos y, a veces, intrascendentes.
Todo empezó con la derrota en Barinas
Según varias fuentes consultadas -que pidieron resguardar su identidad-, cuando el entonces gobernador Argenis Chávez perdió las elecciones el 21 de noviembre de 2021 ante el candidato Freddy Superlano, de Voluntad Popular, desde Miraflores habrían dado la orden de proclamar a Chávez al día siguiente.
El presidente del Poder Electoral, Pedro Calzadilla, habría convencido a distintos sectores del Gobierno sobre la inconveniencia de tomar ese camino ante unos resultados que daban como ganador a Superlano, y teniendo en cuenta que los rectores vinculados a la oposición Roberto Picón y el vicepresidente Enrique Márquez tenían las actas que le daban el triunfo a VP; no había cómo maniobrar. Al final, Calzadilla no cumplió la línea y desde ese momento habría caído en desgracia. Pero no solo Calzadilla, todo el CNE, pues dio señales de una autonomía que no querían ni esperaban y, finalmente, las elecciones en Barinas se repitieron el 9 de enero por decisión del TSJ, y el chavismo volvió a perder y ganó Sergio Garrido de Acción Democrática, tras la inhabilitación de Superlano.
“Maduro y Jorge Rodríguez (presidente de la Asamblea Nacional) están pujando por cambiar el CNE, y lo van a hacer en el momento en que más daño puedan hacerle a la oposición”, aseguró una fuente. Mientras que el diputado y conductor de “El Mazo Danzo”, Diosdado Cabello, está pescando en río revuelto y dice en su programa que el confía en el Poder Electoral.
Los rectores, o algunos de ellos, están conscientes de lo que supone ‘volarse’ a un CNE negociado entre la oposición, el Gobierno y la Unión Europea, así que ya han hablado con actores claves y con embajadores del cuerpo diplomático. Quien más es proclive a un cambio es Jorge Rodríguez, mientras que el diputado Francisco Ameliach, que en otras épocas manejaba los hilos del CNE, apuesta por la permanencia de este directorio.
El problema más grave es que Maduro, siempre según las fuentes, no confía en los rectores oficialistas y se asegura que desde hace mucho tiempo no le atiende el teléfono a Calzadilla. “Cuando a Maduro los embajadores le recomiendan que no toque al CNE contesta: ‘eso está difícil”, aseguran.
Tres rectores declinaron dar su versión para este reportaje y pidieron que ni siquiera se les mencionara.
Carrera presidencial con ventaja
El politólogo John Magdaleno es cauto a la hora de hablar de un cambio en el organismo electoral, y lo ve como un escenario que tendría tres finalidades esenciales; la primera es estimular un clima adverso para las primarias opositoras o las presidenciales, por ello el ‘timing’ o el momento en que lo hagan. En resumen: trastocar la agenda que la oposición se formuló.
“El segundo impacto es que el país vive en una autocracia electoral, y se intenta reducir la incertidumbre que caracteriza el resultado, porque la asimetría de poder es mayor para el oficialismo. En los regímenes autoritarios hegemónicos, cambiando las condiciones electorales, envía señales de ventajeas institucionales de partida. Es de librito”, afirmó.
La tercera consecuencia es desmotivar la participación electoral. Las caras que se verían en el CNE estarían mediadas por la negociación en México y en diferentes ámbitos y niveles con actores como el cuerpo diplomático, sociedad civil y otras oposiciones.
El mayor temor de Magdaleno no es tanto quién esté en el Poder Electoral sino que no haya presión doméstica en el sector político para impulsar una alternativa de cambio democrático. “No hay una presión constante que sea fuente de presión sostenida y persistente para que haya una transición a la democracia; nada de esto está presente en Venezuela. No hay avances concretos en México y no veo con optimismo un avance en las negociaciones si la oposición no construye un movimiento social que incorpore a la población. La presión social no es para tumbar el Gobierno sino formular demandas y convocar a la población. Eso no existe y hay que construirlo. Nadie le plantea de forma orgánica dilemas estratégicos que le creen dificultades al Gobierno”, sostuvo.
Ante la pregunta de qué hacer si el CNE tiene nuevos rectores, afirmó que no es tan sencillo como suena, porque a pesar de que el Gobierno se ha dedicado a minar la credibilidad de organismo por décadas, el triunfo de la gobernación de Barinas marcó un hito pues el CNE se negó a hacer lo que el Gobierno quería. “El Gobierno alterará reglas de juego para desmovilizar, y la oposición tendrá que trazar una estrategia para que el voto sea uno de los instrumentos de lucha”, vaticinó.
Cambiar al CNE para espantar a la oposición
Félix Seijas, estadístico y director de la encuestadora Delphos, afirmó que los rumores sobre cambios en el ente comicial no son nuevos, y que el oficialismo está calibrando su decisión en función del costo que le genere y el beneficio que le traiga.
“El mayor costo para ellos es perder el poder, y son capaces de cambiar a todo el CNE y tomar otras medidas solo si hay una amenaza de perder las elecciones presidenciales. Pero, a la vez, necesitan y quieren reconocimiento internacional y acceso al dinero de los mercados internacionales, así que dar el paso de cambiar a un CNE producto de una negociación sólo lo harán si hay una amenaza real, porque pagarían un precio muy alto en el ámbito internacional”, aseguró.
Explicó que el mayor impacto de un cambio del ente comicial es de percepción de la ciudadanía y de los opositores, pues eso disminuiría la movilización necesaria para votar en las presidenciales en 2024. Enfatizó que el Gobierno es minoría cuando se polariza la elección entre apoyo al gobierno y cambio de gobierno, y que cuando se hacen sondeos sobre el apoyo a la oposición, la intención de voto se divide y el electorado no participa por la crisis de representación que hay entre los adversarios de Maduro.
“No existe una referente opositor. A través de la Primaria lo que se busca es eso; y si sale bien, allí es cuando tomarían estas decisiones”, afirmó.
Recordó que el piso electoral del chavismo sigue siendo 28%; 14 de base dura y la otra mitad es un chavismo crítico, y explicó que en las últimas elecciones los chavistas descontentos no se movilizaron porque cuestionan la gestión y el manejo de la crisis económica. “Todos los economistas coinciden en que hay un frenazo importante de la caja chica del Gobierno y eso pudiera impactar en el ánimo de ese 14% de sus críticos, por eso están ávidos de recursos y mostrar gestión”, apuntó.
El momento estelar: Las presidenciales
Luis Vicente León, director de la firma encuestadora Datanálisis y analista político, coincide con Seijas en que en esta coyuntura el objetivo más importante que tiene Maduro es conseguir cierto nivel de reconocimiento en una parte de la comunidad internacional, especialmente Europa y Latinoamérica.
“El momento estelar para generar abstención cambiando al Poder Electoral sería la propia elección presidencial, pues la división y abstención opositora es el objetivo mayor que le permitiría a Maduro ganar en su mejor posición”, apuntó.
Insistió en que para el Gobierno la confianza de la población en el CNE no es un activo interesante. “Es mucho más útil que fuera un CNE que genera rechazo opositor porque aumenta los riesgos de abstención desbalanceada a su favor”, dijo.
Quienes le harían pagar al oficialismo un precio altísimo por nombrar un nuevo CNE radicalizado, con nombres que espanten a los votantes de todo tipo, son los funcionarios americanos. “Un CNE como el actual no es suficiente para garantizar que Estados Unidos reconocerá esa elección presidencial. Y la verdad es que las solitudes americanas para esa legitimización incluye una lista tan larga que difícilmente se logrará, porque jamás serán unas elecciones totalmente transparentes y competitivas”, sentenció.
Explicó que las acciones de Maduro y el dictador Daniel Ortega de Nicaragua no están tan cerca como lucen a simple vista. “La ‘nicaraguización’ del país (apresar candidatos, ilegalizar ONG, mayor represión) sólo ocurriría si Maduro cree que no hay vida con su intento de legitimación parcial con otras regiones distintas a los Estados Unidos”, vaticinó. Por lo pronto, el CNE guarda silencio y espera.
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