El 28 de octubre de 2015 Luis Barbero, del diario español El Pais, reportó:
-Miami. Alexis Mogollón es el gerente de El Arepazo, un restaurante de
referencia de Miami en el que los venezolanos se sienten como en casa. Vive
desde hace 29 años en Estados Unidos y nunca ha visto nada igual: desde
principios de 2015, entre 15 y 18 compatriotas vienen a diario a pedirle
trabajo. “Es desgarrador, pero no puedo”, afirma. A cambio, cada sábado
Mogollón entrega comida a una parroquia para que la reparta entre la comunidad
venezolana que está en apuros.
Luego indicó:
-La situación que cuenta Mogollón
simboliza un fenómeno creciente: el goteo constante de venezolanos que salen de
su país a Estados Unidos y, en concreto, a Miami, huyendo de la escasez y la
inseguridad. Los llamados balseros del aire llegan en avión y la mayoría cuenta
en los controles migratorios que va con la familia a Disney, en Orlando,
situada a unos 400 kilómetros al norte de Miami. Entran con el visado de
turista, con el equipaje indispensable para no despertar sospechas, pero su
objetivo es quedarse en Estados Unidos.
A continuación, muchos se dirigen a
Doral, una ciudad del condado de Miami-Dade que es refugio de miles de
venezolanos. Doral es una ciudad emergente, con una tasa de paro del 4%, que
tiene unos 70.000 habitantes, de los que casi el 30% procede de Venezuela, de
ahí que muchos la denominen Doralzuela. Su alcalde, Luigi Boria, nació en Caracas
hace 57 años. “La gente está huyendo de los embates, la violencia, la
inseguridad, la falta de libertades”, asegura el regidor, orgulloso de la
adaptación de sus paisanos, que se caracterizan en su mayoría por su alta
formación académica (hay numerosos ingenieros, médicos, periodistas...) y su
ánimo emprendedor (hay capital venezolano detrás de muchos de los proyectos
empresariales e inmobiliarios de Miami).
Otro migrante, José Colina, reveló:
-En pocos meses, la
mayoría intenta crear su propia empresa, aunque muchos pasan antes por “fregar
platos y limpiar coches.
Colina es un exmilitar
acusado en su país de poner una bomba contra la embajada española en Caracas en
2003 y que dirige la asociación Venezolanos perseguidos políticos en el exilio
(Veppex). Doral, impregnada por acentos, sabores y sonidos que trasladan
imaginariamente a Caracas, está repleta de empresas fundadas por venezolanos
que se dedican a la exportación, la alimentación y la informática.
Respecto a la cifra de venezolanos
en Estados Unidos, Luis Barbero, destacó:
-El censo que cada 10 años elabora
el Gobierno estadounidense muestra a las claras esta diáspora. En 2000, había
registrados poco más de 90.000 venezolanos en Estados Unidos, cifra que se
disparó hasta 215.000 solo 10 años después. Estos datos están hoy claramente
superados. Veppex, organización que es tildada de radical por el Gobierno de
Nicolás Maduro, estima que solo en Florida hay ya más de 250.000 y que en
Estados Unidos residen de forma irregular unos 90.000.
Seguidamente apuntó:
-Colina distingue dos etapas en este
fenómeno migratorio, que tiene similitudes con las distintas oleadas de cubanos
a Miami. “Entre 1999 y 2013, el 60% de los que llegaba tenían motivos
políticos. Los dos últimos años, el 70% llega por el desastre económico y la
inseguridad.
En el segundo perfil encaja Juan
Alberto Leal, 60 años, un ingeniero civil que llegó hace un año y medio a Miami
y que en Venezuela tenía dos pequeñas empresas relacionadas con la
construcción.
-Todo se ha parado allí, -afirmó- no
hay suministros para nada.
Barbero precisó que Leal está montando un pequeño negocio para la
rehabilitación de viviendas con los ahorros que aún atesora.
El gerente de El Arepazo observó
además:
-Hay otro elemento que distingue las
dos etapas migratorias. La gente pudiente fue la primera en llegar. Ahora viene
los que no tienen nada. Llegan al aeropuerto con una maleta, con 400 dólares,
sin saber nada.
Es el caso de Carlos Mena, 64 años,
que aterrizó en Miami hace tres meses con su esposa y sus tres hijos. En
Venezuela era gandolero (conductor de camiones) y se ganaba bien la vida hasta
que el ambiente se hizo irrespirable.
Mena señaló:
-Para conseguir azúcar o medicinas
había que hacer cola una noche entera, Él
sobrevive con el escaso capital que trajo, con ayuda de la parroquia, con los
ingresos que su esposa logra como costurera.
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