Soñar y actuar en pro del desarrollo mientras se salvan vidas, por Marianella Herrera C.
Twitter: @mherreradef | Instagram: @nutricionencrisis
Desde distintas perspectivas se habla y se discute sobre la influencia de los pensamientos y de las acciones sobre los hechos, y ciertamente lo que se piensa, lo que se sueña podría convertirse en realidad, pues todo comienza con un pensamiento, si eso no existe, ¿Cuál es entonces el plan?
Venezuela y otros países cuya población experimenta un crecimiento importante de la pobreza, inseguridad alimentaria y hambre, parecen entrampados en un circulo vicioso de ayudas humanitarias insuficientes, que, aunque logran salvar vidas y mitigar el dolor de algunos, desafortunadamente no de todos, no consiguen dar un paso adelante en pro de la construcción de un futuro mejor que sea sostenible en el tiempo.
Las estructuras de asistencia humanitaria solo llegan con la intención de brindar alimentos, o en todo caso una promoción de salud de aspectos básicos, que son fundamentales es verdad, pero como se le explica a una persona que la ayuda es por tres, seis, doce meses y luego se vuelve a una realidad incomprensible.
Por otro lado, los programas de desarrollo promueven educación, empoderamiento, incorporación de construcción de programas comunitarios, sin pensar en el desgaste de la población. ¿Cómo decirles a las madres de una comunidad ven a aprender a cocinar, con lo que no tienes? Te vamos a enseñar como comer saludable, pero no te vamos a brindar los ingredientes, asiste al taller de construcción del huerto comunitario, sin haber desayunado y veamos como lo construimos para que en unas semanas tengamos una cosecha que nos permita tener algunos ingredientes, pero el desayuno y el almuerzo corren por tu cuenta por ahora y si te desmayas en el camino que te lleven al hospital donde no hay insumos.
Y es que una cosa es entender que hay que focalizar la atención de acuerdo a las necesidades de la gente y otra muy distinta pretender que las soluciones a problemas tan complejos como el hambre y la pobreza se resuelvan solo con la mera distribución de alimentos. Es la trampa de creer que mientras educas, la población se va a morir de hambre, mientras lo que va a suceder es que la recuperación nutricional no tendrá un resultado a largo plazo mientras el niño recuperado regrese a un entorno sin agua y saneamiento, sin una madre que comprenda la importancia de la nutrición adecuada, sin entender la importancia de que el niño asista a una escuela, sin el apoyo de una comunidad donde hay establecimientos amigables para la compra de insumos, sin el acceso a los servicios de salud de calidad que merecemos todos.
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Por lo que perpetuar aun sin querer, o sin darse cuenta, el circulo vicioso de la malnutrición y el desgaste de la población empobrecida es bastante frecuente si no existe la consciencia del trabajo integrado que hay que realizar. Cuando escucho a oficiales de agencias decir: que hay que priorizar la alimentación y que de la educación que se encargue otro porque no es prioridad «del donante» o que los proyectos educativos no pueden brindar desayunos o almuerzos, me pregunto si el personal estará familiarizado con las consecuencias de no comer y estudiar con hambre, o de comer y no lavarse las manos antes cuando es necesaria la consciencia de la higiene, pero bueno, que eduque otro…. O que alimente otro, según el caso.
La verdad es que la evidencia nos dice que la relación entre alimentación/nutrición- salud y educación es fundamental para el desarrollo del capital humano y que cada dólar invertido en la mejoría de la malnutrición por déficit o por exceso en los primeros años de la vida va a rendir frutos enormes en términos de productividad no solo económica, sino psicológica, en las habilidades de las personas, en el desarrollo de los países.
En fin, la miopía para mirar el conjunto del entorno tiene que mejorarse, porque el corto, mediano y el largo plazo están integrados a la vida de las personas. Tener la visión de actuar de inmediato salva vidas, pero la visión del mediano y largo pazo determinara el bienestar y calidad de vida que se espera tener para conservar la existencia de las personas. Un poco más de sueños sobre lo que verdaderamente queremos a futuro, no caería mal.
Marianella Herrera Cuenca es Médico, Profesora UCV-CENDES-F Bengoa
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