Se acabó la joda de la clase política en Argentina
La estrategia del ministro Sergio Berni, de mostrarse como el "macho alfa" después de los episodios de inseguridad, llegó a su fin. Los conductores de autobús lo golpearon, luego del asesinato de un compañero
Decir que «se acabó la joda para la política argentina» no significa necesariamente celebrar o fomentar situaciones como las que hoy vivió el ministro de Seguridad de la provincia de Buenos Aires, Sergio Berni. Significa que, la joda en la que vive permanentemente la clase política, ya no tiene lugar ante una sociedad que está absolutamente harta. Harta de no llegar a fin de mes, harta de vivir con miedo y harta de ver cómo la burocracia vive de espaldas a las penurias de la gente, que de a poco se va dando cuenta de la vinculación directa de sus problemas y las fracasadas políticas aplicadas en el país.
Y una de las jodas más repetidas del circo político argentino es el acting permanente del millonario Berni. Cada vez que ocurre una desgracia vinculada a un hecho de inseguridad en su distrito, el ministro aparece con su actitud varonil, haciendo gala de su intento de «mostrar la cara», de hacerse responsable y de insistir con su prédica de política de «mano dura». Es que el ministro bonaerense, hasta este momento, le presentaba al electorado un insólito juego de bipolaridad peronista: Berni jugaba a ser «la derecha» del kirchnerismo. Con su postura y discurso, el funcionario siempre se jactó de tener un perfil ideológico absolutamente distinto al de su espacio político. Inclusive, esta semana blanqueó su intención de ser candidato a presidente pensando que podría sumar algún voto al FdT «por derecha».
Aunque parezca increíble, la misma Patricia Bullrich pareció haber comprado en su momento el discurso, ya que no hace mucho le propuso sumarse a Juntos por el Cambio. Sí, a un funcionario de la primera plana del cristinismo recalcitrante. Insólito. Seguramente, la precandidata de la oposición por estas horas se arrepiente de aquella oferta, que hoy vuelve a viralizar en las redes sociales.
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La golpiza a Berni por parte de los conductores de colectivo de la provincia de Buenos Aires, compañeros de un chofer asesinado en un reciente hecho de inseguridad, ya encendió todas las alarmas en Casa Rosada. El oficialismo, quebrado por estas horas, teme un «efecto contagio» que pueda perjudicar a algún otro funcionario del Poder Ejecutivo. Una muestra de esto es que el mismo Alberto Fernández acaba de cancelar una presentación que tenía en territorio bonaerense. La preocupación evidentemente es alta.
Aunque el hecho tuvo lugar este mediodía, durante toda la tarde la gente manifestó su indignación en las redes sociales. Incluso los periodistas y los dirigentes opositores que se solidarizaron con Berni se sumaron al escarmiento de la ciudadanía enojada. El hartazgo es total y la mecha está cada vez más corta.
Como si fuera poco, si algo le faltaba a la torta, era la frutilla del traslado del herido. Luego de los golpes recibidos, a pesar de no correr ningún riesgo de vida, Sergio Berni fue trasladado al hospital policial en helicóptero. Algo que no tenía ninguna necesidad y no hizo otra cosa que exacerbar los ánimos de la gente. Después la clase política argentina se pregunta qué pasó que tanto éxito está teniendo en estas elecciones el discurso «anti-casta». Sobre todo en los familiares que perdieron a un ser querido esperando una ambulancia, de un sistema de salud público con serios problemas para los argentinos de a pie que no tienen privilegios.
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