Interesante propuesta educativa, por María García de Fleury
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La educación es un derecho humano, es un motor importante del desarrollo, uno de los instrumentos más eficaces para reducir la pobreza y mejorar la salud, lograr paz y estabilidad en las sociedades, es la clave para la construcción de sociedades más justas y equitativas. A nivel global, la educación es considerada como un factor de producción porque permite acabar de raíz con muchos de los problemas económicos de una nación y sirve como instrumento regulador de las desigualdades sociales, porque mejora los niveles de empleo en el país, afirma los valores y la identidad cultural de la sociedades, diversifica los campos de desarrollo para la población joven, fortalece la democracia y el estado de derecho, así como fomenta la innovación científica y tecnológica.
Cuando los niños y jóvenes tienen menos capacidades de aprendizaje, se convierten en hombres y mujeres trabajadores con menos habilidades, con menos posibilidades de desarrollarse personalmente y sus oportunidades de progreso son cada día más precarias; por eso entre la multiplicidad de actividades que desarrolla la Iglesia Católica está la educación como catalizador del progreso y herramienta esencial para las sociedades, de modo que cada ser humano pueda tener la capacidad de proyectar su futuro y proyectar significa superar las necesidades inmediatas, determinadas, rígidas y precisas.
El ser humano no se limita a actuar exclusivamente mediante errores y aciertos sino a través de proyectos. Los animales y las plantas, por ejemplo, tienen un patrón de vida que no cambia aunque sean capaces de sentir pero el ser humano hace su propia biografía, le da sentido a su vida, tiene la capacidad de seguir creciendo hasta el momento de su muerte, porque siempre puede ser más, es perfectible y esa perfectibilidad la consigue aprendiendo su deber ser, la libertad.
Al sur del estado Bolívar, en Santa Elena de Uairén, Venezuela, la iglesia católica trabaja con la etnia de los pemones y allí se están buscando padrinos para ayudar a los niños y jóvenes a educarse y formarse, dado que sus comunidades no tienen posibilidad que estudiar.
El obispo del Vicariato del Caroní, monseñor Fontiveros, ha recuperado un internado que había dejado de funcionar para llevar a los niños y jóvenes que tener una residencia y un lugar donde vivir y poder estudiar. Este grupo de venezolanos pemones necesitan ayuda, sobre todo en materia de alimentación.
Amigos, la educación integral es un reto y una gran necesidad, estos jóvenes no solamente serán educados académicamente, sino en materia de virtud que es el camino adecuado para alcanzar una auténtica educación, contribuyamos con ellos porque toda educación debe suministrar la adquisición y desarrollo de hábitos buenos, de virtudes.
Sabemos que el fin ultimo de toda actividad humana es el mismo ser humano que ha sido creado por Dios, para ser feliz para crecer y dominar la tierra para el bien de todos como dice la Biblia, porque ese es el plan de Dios y con Dios ¡siempre ganamos!.
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