La democracia no se recuperará sin esfuerzo
A lo largo del siglo XX, Venezuela enfrentó constantes desafíos en su lucha por la libertad y la igualdad de oportunidades, buscando crear las condiciones necesarias para un crecimiento, progreso y una vida digna.
Sin embargo, esta tarea no fue fácil ya que el caudillismo, el autoritarismo y las dictaduras obstaculizaron el camino. Los líderes autocráticos siempre han creído que tienen la fórmula para imponer su modelo a la sociedad dificultando aún más el avance hacia una sociedad justa y libre.
No obstante, a mediados del siglo pasado, logramos sembrar en el espíritu del pueblo venezolano la idea de que era posible vivir en democracia y libertad, y los logros obtenidos fueron significativos. Se combatió la malaria y el analfabetismo, se incrementaron las instituciones educativas en todos los niveles, se mejoró la atención médica y se construyeron numerosos hospitales. Además, se brindó acceso a la música y las artes a jóvenes de diferentes estratos sociales mediante el sistema de orquestas y el plan Mariscal de Ayacucho. La producción agrícola e industrial experimentó mejoras, y durante un tiempo, Venezuela se convirtió en una potencia petrolera reconocida a nivel mundial.
Lamentablemente, en estos últimos 23 años de caos y corrupción, todo ese progreso ha sido descuidado o destruido. Es imperativo reconocer que vale la pena unir esfuerzos, no sólo para recuperar lo que hemos perdido, sino también para construir un país mejor. Un país en el que se promueva la justicia, la igualdad de oportunidades para todos, la solidaridad y la esperanza de convertirnos en una de las naciones destacadas de nuestro continente, e incluso, del mundo.
Es momento de retomar el rumbo, luchar por nuestras aspiraciones y trabajar juntos en la construcción de un futuro próspero y equitativo.
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