Luis Barragán: Elecciones en una universidad ocupada
Naturalmente, rápido corrió la noticia en torno a los fallidos comicios de la UCV del viernes próximo pasado. No obstante, el mundo no se ha acabado: ganar la autonomía universitaria requiere de una inmensa disposición para luchar, tanto como para comprender la naturaleza misma del régimen que la ha cercenado.
Por lo pronto, la masiva concurrencia de votantes autoriza a pensar en el profundo sentimiento universitario que no muere, requerido con urgencia de un liderazgo que lo interprete y canalice. Personalmente, hemos creído en el rol del aula superior en Venezuela semejante al que desempeñó Solidaridad en Polonia, distante de los colaboracionistas mal encapotados del gobierno.
Error garrafal el de la Comisión Electoral que no aclaró a tiempo la situación, generó la más extendida y lamentable confusión, pero – hecha la corrección – habrá comicios los próximos días. Valga acotar, nos parecen válidas todas las conjeturas escuchadas desde antier, temiendo y mucho que puedan apuntar a escenarios de perfecto cumplimiento, como la perversa jugada de laboratorio de un gobierno que actúa y, a la vez, luce imperceptible por sus habilísimos movimientos; la creación de condiciones que, a muy corto plazo, promueva y diga justificar el nombramiento de un tren rectoral desde el minpopo que se ocupa de las diezmadas universidades; o que los obstáculos interpuestos hablen de un ensayo general que permita calibrar reacciones y consecuencias de cara a las consabidas primarias presidenciales, amilanando a las fuerzas opositoras.
Ineludible, preocupa y consterna la violencia escenificada contra la ciudadana rectora, el Consejo Universitario y cualesquiera otras personas e instancias de la UCV que favorezcan la narrativa interesada del régimen. Sobre todo, por el inmoral derroche de ímpetus y arengas que jamás se sintieron con el allanamiento todavía en curso de la sede universitaria, con un exceso de histrionismo que hace del problema una tragicomedia.
En nombre de la remodelación y de la estética que se hacen pasar por restauración en la Bienal de Venecia, las elecciones se realizan en una universidad completamente ocupada por las huestes oficialistas que niegan el presupuesto para que ella misma se mantenga. Los trabajadores seguramente sub-asalariados de la misión gubernamental y sus contratistas, compartieron los espacios con las muy nutridas colas de votantes, conformando un raro paisaje, camino aceptar que la universidad es opositora por excelencia, frente a quienes no creen en la libertad, el pluralismo y el respeto a la dignidad humana.
LA PATILLA
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