RESULTADOS MUNICIPALES DE ESPAÑA: ¿Refleja lo que ocurrirá en las elecciones generales?
Datos, precedentes, tendencia y contexto aúpan a Feijóo.
El tiempo y la dinámica política juegan hoy del todo contra Pedro Sánchez.
Feijóo ganaría las próximas elecciones generales atendiendo a datos, precedentes, tendencia y contexto que emanan de las municipales de este domingo. Tanto se puede apelar como fundamento a los más de 750.000 votos de diferencia respecto al PSOE, una distancia nada desdeñable de más de tres puntos, como a la propia historia, que marca una correlación casi perfecta entre la victoria en las urnas locales y el triunfo posterior en las nacionales.
Sólo hay tres excepciones en 11 precedentes, en circunstancias que no parecen aplicables al momento actual. Además, el corto periodo entre el 28 de mayo de las municipales y el próximo 23 de julio de plebiscito nacional, refuerza la posición de los ‘populares’.
En política, los virajes se maduran lentamente, engordan una vez consumados -la próxima encuesta Sánchez-Feijóo ofrecerá registros rotundos- y tardan mucho en revertirse.
El automatismo municipales-generales es aun mayor cuando, como este 28-M, vence en los Ayuntamientos un partido distinto al que está en el Gobierno. En ese caso, la historia sólo recoge la excepción de 2007, cuando el PSOE de Zapatero perdió en las municipales y, sin embargo, retuvo el Gobierno un año después. Pero entonces, en las locales, más que una victoria popular hubo un empate técnico, con los socialistas a sólo 0,72 puntos.
Aquel 2007 ofrece otras lecciones nada alentadoras para Ferraz hoy. Si el PP venció fue por la consistencia aún de su estructura en pueblos y ciudades -venía de los reinados abrumadores en Madrid y Valencia-, y ni así evitó luego la derrota en las generales por las dudas sobre su proyecto nacional.
Este domingo, ni un PSOE al que se supone igualmente sólido en los municipios ha resistido ante el PP, precisamente, porque la zozobra de Sánchez sobre su proyecto nacional supera incluso a la de Rajoy 16 años atrás.
Los 3,4 puntos de ventaja del PP este domingo son una renta superior a los tres supuestos en los que el éxito municipal no se tradujo en visa para Moncloa. Porque cuando la UCD venció en los Ayuntamientos en 1979, sólo tuvo 2,4 puntos respecto al PSOE. Y, sobre todo, pasaron nada menos que tres años entre las locales y las generales, un tiempo que dio para un golpe de estado y para la desmembración de UCD, antes de la mayoría absoluta de Felipe González. No es un precedente de aplicación contemporánea.
La segunda excepción al patrón municipales-nacionales es la de 2007, con los matices ya reseñados que lo invalidan como calco a 2023.
Y la tercera, la de 2019, primer éxito de Sánchez en las urnas, tampoco resulta exportable. Importa, de nuevo, el margen del triunfo en las municipales, que fue de sólo dos puntos a favor del PP frente a los 3,4 de ahora.
Importa, más, el plazo y lo sucedido entre la cita municipal y la cita nacional, que en realidad fueron tres.
Es cierto que las últimas locales (mayo de 2015) las había ganado el PP, pero:
1. El PSOE encaró las generales de 2019 ya desde el Gobierno, tras la moción de censura de la primavera de 2018. Y 2. Antes de la ‘excepción’ de 2019, el PP había cumplido doblemente la norma municipales-generales, con victoria en diciembre de 2015 y aun más holgada en junio de 2016.
El tiempo y la dinámica política juegan hoy del todo contra Pedro Sánchez.
Pese a los datos económicos, que se esperan propicios, y la Presidencia de la UE, que siempre da relumbrón, resulta improbable un cambio de rumbo súbito en apenas dos meses, el suspiro que resta para la ‘segunda vuelta’ de este 28-M.
El PSOE, además, tendrá que negociar con Bildu para retener Navarra y con ERC para auparse en Barcelona. Es decir, deberá insistir en lo que le desangra.
En ese declive, el mayor argumento de los socialistas para repuntar no es Pedro Sánchez, sino Yolanda Díaz.
La coalición de Moncloa tiene sólo una opción de sobrevivir: que la vicepresidenta pacifique ‘la izquierda a la izquierda de’ para evitar la mayor condena que ese bloque sufrió este domingo, con una división en Madrid y Valencia que empujó la mayoría absoluta de Ayuso y el triunfo de Mazón.
Hoy, si el PP no llega, puede sumar con Vox -así puede ser hasta en seis autonomías-, sin embargo, el PSOE no puede contar con nadie a su izquierda, sea por la división o por el fúnebre deterioro de Podemos, que hace irrelevante a otros actores de ese espacio
La última esperanza socialista es que el Sumar de Díaz pudiese superar a la formación de Santiago Abascal como tercera fuerza política en las generales.
Esta hipótesis se debilita ante los resultados del 28-M, aunque es añeja teoría revolucionaria esa de que se construye mejor sobre escombros.
El drama sirve a la vicepresidenta munición para insistir en la unidad, en el tono alegre y en los buenos réditos de gobernar.
En Barcelona, bajo esos parámetros, Colau, tras ocho años de desgaste, se quedó a sólo 141 votos de Collboni para revalidar su cargo.
Y en Rivas Vaciamadrid, el otro ‘santuario’, IU, en alianza con Más Madrid, y aunque empatada con el PP, podrá seguir gobernando, como desde 1991, tras engullir los dos concejales que pierde el PSOE, o los dos que ya no tiene Podemos, que se queda a cero tras rechazar una alianza de unidad de ‘toda la izquierda a la izquierda de’.
La campaña de Podemos en Madrid y Valencia, donde se jugaba sobrevivir, dista mucho de los planteamientos de Díaz, que estará tentada de darle portazo aprovechando su extrema flaqueza y sus planteamientos.
Los morados se han prodigado en la bronca contra los medios y en acusaciones a los empresarios, con un resultado de esquela.
En esa situación de debilidad, bien se podría esperar que Belarra-Montero-Iglesias se plegasen a Díaz, pero, a la vista de las dinámicas recientes, bien puede ocurrir todo lo contrario. Morir (más) matando (más). Con ellos, a Sánchez.
Fuente ElMundo.es
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