Mientras el rey de Francia Felipe Augusto y el rey de Inglaterra luchaban por la posesión del ducado de Aquitania, el 24 de junio de 1187 intervino Nuestra Señora de Déols*, que será llamada Nuestra Señora de los Milagros de Deols.
El Rey de Francia, habiendo buscado en vano la paz, decidió “luchar y poner fin a una guerra tan larga con una acción implacable. Los habitantes de Déols, asustados por la feroz lucha que se avecinaba, fueron a postrarse ante la imagen de María y le suplicaron que impidiera el derramamiento de sangre.
Mientras rezaban, los dos ejércitos estaban frente a frente, en perfecto orden de batalla. La señal para la batalla estaba a punto de ser dada cuando de repente el rey de Inglaterra se adelantó con su hijo y pidió hablar con Felipe Augusto. Este se presenta y el rey le declara que acepta las condiciones propuestas en las negociaciones anteriores y se firma la paz.
Tan inesperada noticia produjo un asombro general. Reyes y señores, pueblo y soldados, todos reconocen un milagro en este súbito cambio de disposición en el momento mismo en que la ira estaba más encendida y la batalla lista para librarse. Un mismo sentimiento de admiración los une en torno a la imagen de María para bendecirla. Ya no hay enemigos: franceses e ingleses, todos son una sola familia de hermanos ante la Madre común que los protegió y salvó de la muerte».
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