Chiste: El Dueño Del Racho y Su Capataz
El Redactor: Jessica Q. R. El dueño de un rancho se va por negocios a la ciudad por dos semanas, y deja todo al cuidado de su capataz. Ya sabes, cuida bien todo, no vaya a pasar algo. No se preocupe Don Luis, que nada va a suceder. No sé, lo que pasa es que no confío en ti porque a veces eres bien bruto. Dos semanas después vuelve el hacendado. Y dime Beto, ¿alguna novedad? Me gusta No patroncito, nada ha pasado. ¿Estás seguro? Bueno, ahora que lo dice, sí pasó algo, se murió su loro. ¡Mi loro Jacinto! ¿Cómo que se murió? Sí, se murió de indigestión. ¿Cómo que de indigestión? Sólo come semillas de nuez y avellanas. Es que comió carne de caballo. ¿De qué caballo? De su caballo pues patrón, es que se murió y había que aprovechar la carne. Beto, si serás ¡tan bruto! ¿Qué pasó con mi caballo de paseo? Se murió del esfuerzo. ¿Qué esfuerzo? Pues de cargar agua. ¡Agua! ¿para qué? Para apagar el incendio. ¿Qué incendio? El de su casa, pues. ¿Mi casa de campo? ¡Qué le hiciste a mi casa! Nada, se quemó por la vela. ¿Qué vela? La del velorio de su esposa. ¡Mi esposa, si serás maldito infeliz! ¿qué le pasó? Se murió de la impresión. ¿De qué impresión? ¡Sí! De la impresión de ver a sus hijos ahogarse. Y Don Luis le empieza a golpear a Beto, cuando éste suplicando le dice: ¡Ya no más! ¡Ya no más patroncito! De haber sabido que se iba a poner así, mejor ni le contaba lo del loro.
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