El Diácono San Efrén de Siria enseñaba a través del canto, por María García de Fleury
Por María García de Fleury
Efren nació en Mesopotamia, en lo que es hoy Irak, en el año 306, su fiesta se celebra el 9 de junio. A los 18 años se convirtió al cristianismo y se entregó enteramente al servicio de Dios, a la oración y al estudio.
Una vez tuvo un sueño donde vio que de su lengua nacía una mata de uvas, la cuál se extendía por muchas regiones llevando a todas partes racimos muy agradables y provechosos; con esto se le anunciaba que sus himnos, cantos, predicas se iban a extender por muchas regiones llevando alegría a todos.
Los persas de Irán invadieron la ciudad tratando de acabar con la religión católica y Efrén junto con un gran número de católicos, tuvieron que huir a la ciudad de Edesa, allí se dedicó a componer poesía, rezar, meditar y enseñar religión a cuanto más podía.
Efren buscaba la inspiración para escribir sus signos y predicas en la sobriedad de las montañas y en los sitios donde vivían los monjes y los eremitas en oración y en continuo silencio. El obispo de Edesa se dio cuenta de las cualidades artísticas de Efrén y lo nombró director de la escuela de canto de la ciudad. Allí estuvo durante trece años formando maestros de canto para que fueran a darle solemnidad a las fiestas de religiosas de diversas parroquias.
Sus himnos servían en las iglesias para exponer la doctrina cristiana, alejar las herejías y los vicios y aumentar el fervor de los creyentes. En sus himnos y en sus predicaciones consideraba como su deber principal prevenir y preparar al pueblo para que nadie se dejara engañar por los errores de las sectas. Lo llamaban el arpa del Espíritu Santo.
Los herejes se quejaban porque decían que los muy bien ensayados coros de Efrén en los templos católicos atraían tantos devotos que los templos de las sectas se quedaban vacíos. Efrén fue efectivamente uno de los primeros en introducir el canto en la iglesia como medio de instruir a los fieles. La humildad de San Efren era tan grande que se creía totalmente indigno de ser sacerdote aunque la gente lo consideraba como un gran santo y su vida era la de un fervoroso monje, por eso siempre vivió como un simple diácono.
Participó en los asuntos públicos como en el del año 370 cuando hubo una gran carestía y escasez de alimentos, Efrén se ofreció de mediador entre los acaparadores y el pueblo logrando organizar a distribuidores bien entrenados y llevar cuantiosos alimentos a la gente más necesitada.
En otra ocasión hubo una gran epidemia y Efrén organizó un grupo de 300 camilleros con lo que recogía los enfermos y los llevaba a sitios especiales para tratar de conseguir su curación.
San Gerónimo decía que la fama de Efrén se había divulgado tanto entre los griegos que en algunas iglesias leían sus escritos en público después de recitar la sagrada escritura.
De San Efren se conservan más de 400 himnos sobre Cristo y la religión católica. Decía: «En ti, Oh Señor no hay ninguna mancha y sin mancha está también tu madre. Nadie en la iglesia primitiva escribió más sobre la Virgen María que Efren, la llamaba Madre de Dios,desbloqueadora de las puertas del cielo. Con sus himnos y ejemplo demostró que sabía que con Dios ¡siempre ganamos!.
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