CORAZÓN
Rodulfo González
A Lucelys
Mirífica
primavera que llegaste a mi covacha de ermitaño otoñal mimetizada en mujer.
¿Cómo llegaste a tan recóndito sitio poético?
¿Qué ángel te guió a mi mundo irreal’
¿Existes, niña primaveral, signada con el don divino de la inocencia,
de contagiante
alegría ilímite, de vida en abundancia cual torrencial río?
El jardín de mi ignota covacha, cuyas flores estaban marchitas,
tu magia logró
transmitirles su luz multicolor y ahora alumbran,
cual las
estrellas celestiales que espantan la obscuridad de la noche.
¿Cuánto tiempo
permanecerás en mi covacha de poeta sin lector y sin musa?
¿Eres un
misericordioso sueño del amor perfecto?
¿Estoy divagando por
mi demencia senil?
¡Pero si yo te oí a
la distancia!
¡Pero si yo te
escribí y tú me escribiste!
¡Cuánto celebré tu llegada,
oh primavera encantadora!
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