LUMBRE
Rodulfo González
Me
introduje, bien mío, en lo más profundo de la selva para derribar, y luego
convertir en leña, al más soberbio de los árboles de sándalo, el que perfuma al
hacha que lo hiere, para que la lumbre de nuestro artesanal fogón plenara de
perfume cada rincón de la covacha de sueños donde hemos disfrutado de
inigualables momentos de felicidad.
Y para
que la calefacción que emane de la estufa donde secamos nuestros cuerpos
empapados de agua de lluvia o tiritando del frío invernal, además del simpático
y amable calor nos perfume.
Y para
que el humo que salga de la chimenea, en vez de contaminar el aire y las
plantas, les cubra de un halo perfumado y amistoso.
Y para
que el alimento, bien mío, que prepares con tus delicadas manos, al salir del
fuego, además de tener la cocción exacta para que cuando lo comamos disfrutemos
de su ricura y exquisitez, posea ese toque de aroma silvestre.
¡Qué
nunca se apague, bien mío, de mi covacha de sueños, esa lumbre símbolo de amor,
de amor de siempre!
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