DECEPCIÓN
¿Qué lugar te recibe, sin despreciar tu llegada,
si en caminares silentes, has dejado una herida?
Evaluna
Siento en mi avejentado cuerpo y en mi ya debilitada mente, todas las
penas y dolores del mundo, como si se hubieran puesto de acuerdo para herir
cada hálito de mi aliento, cada latido de mi corazón, cada poro de mi piel,
cada átomo de mi sentimiento.
Y lo que ayer fue alegría extrema, plenitud de esperanza, pájaros libres
volando entre las nubes, con sus cánticos dulces, alma pletórica de sueños,
musas realengas que pululaban, cariñosas, que esperaban, risueñas, que mis
letras les dieran vida, es ahora un desierto de decepción que quema mi vida
porque el oasis que veo cerca de mí, donde creo encontrar el agua que mitigará
mi sed, aliviará el ardor de mi quemadura y me ofrendará un racimo de dátiles
para calmar mi hambre, es apenas espejismo.
Espejismo cruel.
Espejismo que se burla de mi sufrimiento.
Espejismo que nunca será realidad, porque mi decepción es tanta, que cuando llegue a ese oasis tan
ansiado pasaré de largo.
Y seguirá mi decepción.
Y nunca más disfrutaré de la dicha, que hasta ayer nomás acaricié,
porque no la merezco.
Y debo purgar por milenios mis debilidades, mis desaciertos, mis
desilusiones, mis derrotas.
Así es mi vida, sin vuelta atrás.
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