LA APOROFOBIA CONTRA LOS MIGRANTES
VENEZOLANOS
Sobre la aporofobia y su relación con el contexto venezolano actual
trata el siguiente estudio de Francisco Javier Pérez, catedrático,
lexicográfico y Secretario General de la Asociación de Academias de la Lengua
Española, entrevistado al respecto por José Miguel Ferrer, del portal El Díario, y publicado el 17 de febrero de 2021 con el
título “¿Qué es la aporofobia y cómo afecta la percepción de los migrantes
venezolanos?”
- La filósofa española
Adela Cortina –comienza recordando FJP- se preguntó en una entrevista para El País: “¿Realmente molestan los
extranjeros o molestan los pobres, sean extranjeros o sean de la propia casa?”.
Esta es la reflexión principal de Cortina
para la escritura de su extenso ensayo Aporofobia, el rechazo al pobre: un
desafío para la democracia (2017). El término proviene del griego “áporos” (sin
recursos) y “fobia” (temor o pánico). La Fundación del Español Urgente (Fundéu)
la consideró como la palabra del año en 2017. Para Cortina, la importancia del
concepto reside en la enunciación de una realidad existente, histórica y
recurrente que se pierde con el paso del tiempo por su ausencia lingüística. Es
necesario nombrar lo que
concierne al ser humano para establecer,
posteriormente, una incidencia positiva en el
estudio ético de la filosofía
política y en el pensamiento social.
“Existen otras realidades que son
mucho más negras y nefastas, que son el mundo de los odios y el mundo de las
fobias. No podemos señalar con el dedo el antisemitismo, la xenofobia, la
cristanofobia, la islamofobia y todas las fobias que vayan pensando, incluida
la misoginia. Son realidades a las que debemos ponerle una palabra, porque no
podemos señalarlas con el dedo. Cuando les ponemos una palabra las reconocemos,
las identificamos y, sobre todo, intentamos tomar posición frente a ellas.
Pensemos si queremos cultivarlas o queremos, por el contrario,
desactivarlas”, comentó Cortina en una charla TEDx en Valencia, España.
Ferrer advirtió:
La conceptualización realizada por
Cortina ante el rechazo de los pobres y los refugiados permite, en primera
instancia, la posibilidad de reflexionar y cambiar la incidencia de la
segregación en la democracia contemporánea. Los procesos migratorios de las
últimas décadas, en un sensación a veces artificiosa de un mundo globalizado,
han despertado la duda sobre el trato al otro, al diferente, al extranjero y al
pobre.
(En la mayoría de los casos de xenofobia contra los migrantes
venezolanos no se trata de rechazo al extranjero sino al pobre, porque antes de
la llegada a Venezuela de la peste del socialismo del siglo XXI en esos países
éramos recibidos con los brazos abiertos por los mismo que hoy nos rechazan.
Además, Venezuela siempre estuvo abierta a recibir a chilenos, colombianos,
peruanos y ecuatorianos, sin discriminación y sin odio hacia ellos)
Ferrer señaló después:
-Ahora,
la pregunta es: ¿la pobreza es el único factor relevante para el rechazo? Para
Francisco Javier este concepto es parte de la mezcla de aspectos contextuales
de una situación migratoria y no debería aislarse del resto de significantes
pertenecientes al rechazo.
Y agregó:
-Cuando hablamos de aporofobia, de
rechazo a las personas pobres, surgen muchas dudas: ¿cómo se comprende esto?
¿El rechazo viene por el hecho de ser pobre o hay otros factores en juego? A mí
me parece que ahí está la clave para comprender la problemática aguda que está
detrás del concepto y su divulgación científica: procesos de rechazo social,
discriminación y segregación en distintos niveles, pero, de alguna forma, están
relacionados con el rechazo al pobre, al extranjero por el solo hecho de ser
extranjero, de migrantes sin las documentaciones requeridas. No existe, para
mí, la aporofobia en estado puro (solamente rechazo al pobre); se mezclan
distintos tipos de rechazos históricos y asimilados anteriormente”, explica.
Posteriormente destacó:
-Es decir, el uso de la aporofobia
en el lenguaje común y en la clasificación de procedimientos sociales es
importante para determinar el rechazo que padecen millones de inmigrantes y
refugiados. Pero es pertinente, según Pérez, reconocer que detrás de la expulsión
existe una relación entre la xenofobia, el racismo, la aporofobia; entre otros
tipos de rechazo. Cada uno de estos aspectos constituye la actitud específica
ante la persona que llega a un país determinado.
¿Cuáles son las diferencias entre
migrante pobres y ricos?
Uno de los ejemplos que usa Adela
Cortina en su texto refiere a la inmigración calificada de médicos españoles en
el Reino Unido y de jubilados ingleses en las costas del mar mediterráneo
español.
Ambos son inmigrantes, extranjeros,
que residen en países de acogida, pero no existe, según Cortina, una aversión a
su residencia porque son parte del crecimiento económico de los dos países.
“Y
es que no repugnan los orientales capaces de comprar equipos de fútbol o de
traer lo que en algún tiempo se llamaban ‘petrodólares’ ni los futbolistas de
cualquier etnia o raza, que cobran cantidades millonarias pero son decisivos a
la hora de ganar competiciones. Ni molestan los gitanos triunfadores en el
mundo del flamenco ni rechazamos a los inversores extranjeros que montan en
nuestro país fábricas de automóviles, capaces de generar empleo, centros de
ocio, a los que se da el permiso de fumar en sus locales y bastantes
privilegios más. Y todo ese largo etcétera de aportaciones extranjeras que aumentan
el PIB”, establece Cortina.
Es una observación compartida por
Francisco Javier Pérez. Ya que, ciertamente, la realidad del inmigrante es
diferente cuando se le considera un “inversionista” o “mano de obra
calificada”.
El que llega con dinero ya no es un
inmigrante, es un inversionista. Ahí
está la clave que yo considero perversa: si alguien viene con mucho dinero
puede tener (dependiendo del país) la nacionalidad de una vez o la residencia.
Ahí hablamos que el inmigrante está vinculado estrechamente con la idea de ser
ilegal, extranjero, sin recursos y por eso ocurre el cóctel de fatalidad que
produce el rechazo”, comenta Pérez.
Seguidamente especificó:
-En el caso venezolano se reconocen distintas olas
migratorias entre 2002 y 2020. En este momento, de acuerdo a las cifras presentadas por la Agencia de la ONU para los
Refugiados (Acnur), existen 5.400.000 venezolanos en calidad de refugiados o
migrantes.
La
primera ola migratoria, entre los años 2002 y 2003, después del golpe de Estado
y el paro petrolero, estuvo conformada por personal altamente calificado en las
áreas de petroquímica y por altos inversionistas. En este momento Estados
Unidos y España eran los lugares predilectos por los venezolanos. La segunda
ola se establece entre 2006 y 2007, con una mayoría calificada. Y la tercera, y
última por ahora, empezó en 2013 y se ha incrementado en los últimos
años.
(No compartó el criterio del chavismo, según el cual el 11 de abril de
2002 se produjo un golpe de Estado. Ese día el teniente coronel ® Hugo Chávez
renunció al cargo luego de que el general Manuel Rosendo se negará a ejecutar
el Plan Ávila que habría llenado de sangre inocente las avenidas Urdaneta y
Sucre de Caracas. Los criminales de Puente Llaguno fueron convertidos en héroes
y quienes abogaban por una salida pacífica fueron detenidos y llevados a las
mazmorras de la dictadura chavista. Tampoco es cierto que la mal llamada
Operación Dignidad comandada por el general Raúl Baduel rescatara a Chávez de
La Orchila. Ese grupo, sencillamente, fue a buscarlo para trasladarlo al
palacio de Miraflores, dado que sus captores no se pusieron de acuerdo en lo
que respecta a permitirle que se fuera a Cuba. Hasta la propia Corte Suprema de
Justicia de la época consideró que el 11 de abril de 2002 se produjo un vacío
de poder, fallo que tuvo que ser rectificado, a pesar de que Chávez opinó que
con tal dictamente los miembros de ese tribunal pusieron la plasta)
Luego precisó:
-De acuerdo con la investigación realizada por José Ramón Padilla, Carmen
Cecilia Torres y Laura Michelena para el ensayo Migración: tendencia
irreversible,
para 2007, 31% de los venezolanos emigrantes
estaban en la categoría de “profesional altamente calificado”. Convirtiéndose
así en el primer país de Latinoamérica en porcentaje de emigrantes de este
tipo. La migración cualificada se mantiene y para 2016 más de 883.000
profesionales venezolanos había emigrado; 90% con nivel universitario, 40% con
maestría y 12% con postgrado y doctorado.
Durante estos primeros años del
éxodo venezolano calificado la reacción principal era de regocijo para los
países de acogida. Incluso, en 2010, el escritor colombiano Andrés Hoyo
escribió una columna en El Espectador llamada “El desembarco”. En ella expone la
llegada de la primera ola migratoria de Venezuela a Colombia. Una nación
acostumbrada al exilio por la violencia y las desigualdades, pero desconocedora
de inmigrantes.
“Están por todas partes, ponen
restaurantes, abren almacenes, instalan droguerías, invierten en negocios,
compran apartamentos, perforan pozos y asisten con entusiasmo a cuanto evento
(…). Son el desembarco venezolano, así sus integrantes no vengan en barco, sino
en avión(…). Se les nota por los modales, los gustos y la energía que son burgueses
acostumbrados a vivir bien y a trabajar. No se parecen a las demás migraciones
vividas por nuestro país en las últimas décadas, motivadas más que todo por la
penuria económica, por la falta de oportunidades y por la violencia”, escribió
Hoyos.
Al finalizar su artículo explica
que, aunque “la burguesía” tiene sus fines claros, es un factor de crecimiento
económico y cultural para los países de acogida. Es un ejemplo claro de la
percepción del migrante venezolano bajo los cánones de la inversión y el trabajo
calificado.
No obstante, después de 2014 la
población emigrante se democratizó por la crisis humanitaria e institucional.
La escasez de alimentos, el aumento represivo de las fuerzas del régimen de
Nicolás Maduro, la inflación exorbitante, la inseguridad, entre cientos de
factores más, son las razones para calificar la nueva ola migratoria en
Venezuela. Esto ha provocado distintas reacciones en los demás países del
continente porque, como explica Cortina en su argumento ético, el pobre no
tiene nada que ofrecer, aunque es parte de una mano de obra necesaria para el
crecimiento obrero de una nación.
También reveló:
-De acuerdo con el informe presentado por Humans Right
Watch (HRW),
algunas naciones de Latinoamérica, entre 2015 y 2018, incrementaron las
dificultades en los procesos migratorios.
“Sin embargo, más
recientemente, algunos de estos gobiernos han adoptado progresivamente una
línea más dura. Esto ha generado que sea más difícil para los venezolanos
regularizar su situación migratoria. Algunas de estas decisiones podrían poner
en riesgo los derechos de solicitantes de asilo venezolanos. Otra cuestión cada
vez más alarmante son los incidentes recientes de violencia xenófoba, y un
clima que podrían propiciar que esos ataques se incrementen”, puntualizó el
informe.
En 2020 y 2021, con un contexto
pandémico a cuestas, la realidad migratoria de los venezolanos se oscurece
entre la bruma del rechazo, la segregación, la aporofobia y el maltrato físico.
La economía se detuvo durante varios meses y todavía es inestable en la mayoría
de los países del mundo. Venezuela, como era de esperar, incrementó la
incidencia de la crisis en los hogares que, de acuerdo con las cifras de Encovi, 96% de ellos se encuentra en
situación de pobreza y 76% en pobreza extrema.
Más adelante apuntó:
-En los primeros meses
de la cuarentena obligatoria cientos de migrantes retornaron a pie a Venezuela
por la dificultad económica provocada por la pandemia. Migración Colombia
determinó que 58% de los venezolanos que ingresaron en 2019 se encontraban en
situación irregular; y en Perú, 67% de los venezolanos trabajan en pequeñas
empresas o en el comercio informal y 95% vive en pensiones rentadas; por lo
cual un retraso de 15 días significa un pronto desalojo.
Esta es una de las
razones para su retorno, pero al llegar a Venezuela el discurso de Nicolás
Maduro los catalogó de “trocheros” y los segregó a condiciones infrahumanas
como defensa antes la expansión del virus. Por eso mismo, una encuesta
realizada por la Plataforma Regional de Coordinación Interagencial para
Refugiados y Migrantes de Venezuela (R4V), integrada por distintas
organizaciones en Colombia, Chile, Panamá, Perú, Ecuador, Guyana, Brasil y
República Dominicana expuso que 73% de los venezolanos en el extrajero sienten
mayor temor de volver a Venezuela que mantenerse en los países de acogida, sea
en la situación que sea.
En los últimos meses se
han visto distintos casos de xenofobia y aporofobia hacia la migración
venezolana en el contexto pandémico. Justo cuando las opciones de estos
refugiados son ínfimas ante la persecución, la escasez, la inseguridad, entre
otros factores. Por ejemplo, en noviembre de 2020 la alcaldesa de Bogotá argumentó la violencia en la capital colombiana con la presencia de los
venezolanos.
“No quiero estigmatizar a los venezolanos, pero hay unos inmigrantes metidos en
criminalidad que nos están haciendo la vida de cuadritos”, dijo.
Esto produjo una matriz
de desinformación y rechazo sistemático; mientras que las cifras que presentó
Migración Colombia establecieron que 4% de los delitos en el país los cometen
extranjeros en general, no solo venezolanos.
Además, el organismo
explicó que las cifras actuales del Instituto Nacional Penitenciario y
Carcelario (Inpec) de Colombia establecen que hay 2.700 extranjeros detenidos,
de los cuales 1.500 son venezolanos, lo que representa el 0.8% del total de
detenidos, y apenas el 0.62% del total de venezolanos en Colombia.
“¿Es
la migración responsable de la criminalidad en Colombia? No, porque no se puede
explicar el fenómeno con el 1%. La población migrante, ni venezolana ni de otro
país, es responsable de la criminalidad en Colombia”. Así lo señaló Francisco
Espinosa Palacios, director de Migración Colombia, en ese momento.
Sobre el mismo tema, el 18 de febrero
de 2018, Néstor Luis Llabanero, había publicado
en el portal Mérida Digital el reportaje “Más que xenofobia, el venezolano está
sufriendo por su pobreza”, en el que señaló:
-El
internacionalista Félix Arellano asegura: “Si Venezuela no cambia el modelo
de país llamado Hugo Chávez seguirá exportando diáspora”. Y el politólogo
Oscar Hernández Bernalette recuerda que 12% de la población del país se ha ido.
Este volumen de migración está por encima del promedio mundial, ubicado en
3.95%. ¿Se ha producido xenofobia contra el venezolano? Se dice con frecuencia que, en el pasado, naciones
de distintos continentes recibieron de Venezuela oportunidades de
progreso en sus urgencias migratorias. Hoy, sin embargo,
algunos venezolanos aseguran haber sentido xenofobia cuando han intentado
refugiarse en esos mismos países.
(Cabe observar que para la fecha
de redacción de este capítulo, 2 de junio de 2023, ese porcentaje se había
duplicado, con tendencia a aumentar diariamente pues la diáspora no se ha
detenido y la cifra de retornados por la narcodictadura en la mal llamada
Vuelta a la Patria es ínfima)
Seguidamente apuntó:
-Para no pocas mentalidades criollas
gravita la convicción según la cual esta vez les tocaría a aquellos países
extender su mano amiga a una Venezuela que atraviesa ahora por una situación
similar.
Pero, ¿debe
despertar en los otros una solidaridad automática? Y si no ocurre,
¿deben los venezolanos recordar la ayuda que una vez ofrecieron?
Independientemente de la respuesta a
esas interrogantes, algunos
hablan, actualmente, de la aparición de rasgos de xenofobia contra venezolanos.
Y para muestra refieren la situación de quienes a diario cruzan las fronteras
colombianas procurando un mejor nivel de vida. Además
de Colombia, los destinos más buscados en el sur del continente serían Ecuador,
Perú, Chile, Argentina y Brasil.
Sin embargo, más que de xenofobia
(rechazo al extranjero), el
internacionalista Félix Arellano prefiere hablar de aporofobia (repugnancia a
los pobres). Eso es lo que a su juicio estaría afectando al venezolano
que migra, especialmente vía terrestre.
“Si Venezuela no cambia su modelo de
país llamado Hugo Chávez, que ha destruido la industria y los empleos, seguirá
exportando diáspora”.
“En este momento lo que está
migrando está generando problemas”, considera
Arellano: “Es gente que tiene hambre, gente que no tienen medicinas, gente
sin empleo, gente con necesidades; no se trata de inversionistas con cuentas
bancarias fabulosas”.
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