El
12 de junio de 2019 El Correo Financiero dio a la publicidad un reportaje sobre una
comunidad de migrantes venezolanos establecida en los suburbios de la capital
de Ecuador, Quito.
Se trata de “Venezolanda” o “Solanda”, residencia de los
venezolanos más humildes, quienes residen, en casas minúsculas y see ayudan con
la economía informal del Mercado Mayorista que les permite reunir cierta cantidad
de dólares.
-Se encuentra –indicó- al sur de Quito. En el pasado, también recibió
a colombianos, cubanos y migrantes internos del país. Se trata de uno de los
barrios con mayor densidad poblacional. Se estima que tiene más de 100.000
habitantes. No obstante, el diseño original de la década de los 70 fue pensado
para 20.000 personas.
Los dueños de las casas que allí se
alquilan construyeron las viviendas basándose en un plan populista llamado
“Pan, techo y empleo”. Los venezolanos llegan a Solanda en busca de esos
espacios mínimos, que se alquilan entre los 150 y 250 dólares y, casi siempre,
los comparten con otros.
Asimismo, atienden el llamado de la
economía informal del Mercado Mayorista que representa una fuente de ingreso.
Se manejan “haciendo el semáforo”, es decir, venden caramelos, frutas,
empanadas o tabacos en los semáforos. También trabajan como “caleteros” o
cargadores.
Seguidamente apuntó:
-El barrio también cuenta con
historias inspiradoras de migrantes que conforman negocios propios,
convirtiéndose en embajadores de sus paisanos.
Antonio
Morris, su esposa Luz Marina y sus tres hijos forman parte de la Venezolanda
que hace lo necesario para sobrevivir y salir adelante. Llevan ocho meses
viviendo en el barrio, en un piso alquilado por 230 dólares. La vivienda es de
un ecuatoriano que emigró a Estados Unidos (EE.UU) y generó empatía con ellos.
La
familia vivía de lo que Antonio ganaba vendiendo limones en un semáforo. Ahora,
venden empanadas a sus paisanos en el Mercado Mayorista. La rutina de los
Morris empieza a las 3:00 am, porque las empanadas tienen que estar listas para
la hora del desayuno. Termina 12 o 14 horas más tarde, cuando venden las 25 o
30 empanadas que preparan diariamente.
Y
agregó:
-Todos ayudan en el negocio
familiar. Antonio y su hijo de 10 años se encargan de las ventas en la calle;
Luz Marina y la hija de 16 años, de los fogones.
“Esto
es duro, pero cuando quiero desmayar golpeó con fuerza la masa y digo por mis
hijos, por el alquiler, por la visa…”, confiesa Luz Marina.
Antonio
se ha tenido que enfrentar a la discriminación. Algunos de los nativos les han
reiterado que se vayan a su país.
“Sé
que estoy trabajando honradamente, por eso siempre les respondo con educación y
no dejo que me provoquen”, aseguró.
Su
meta, como familia, es arreglar los documentos, buscar colegio para sus
pequeños y abrir un negocio en Solanda. Aún no saben con exactitud cómo
lograrán el último objetivo, pero cuando lo hagan se llamará “Las empanadas de
la abuela”, revelaron. Esto se debe a que la idea millonaria surgió de la madre
de Luz Marina, que acompañó a la familia en el viaje a Quito y, posteriormente,
regresó a Valencia, Venezuela.
Posteriormente
indicó:
-Douglas
Romero forma parte de la comunidad venezolana en Venezolanda. Llegó al Mercado
Mayorista por otro venezolano que le comentó que se parecía al Mercado Mayor de
Coche, en Caracas, y que se trabajaba igual. Le aconsejaron ir a la medianoche.
Comenzó cargando frutas y verduras.
“Vienen
camiones pequeños que te llevan por todo el mercado haciendo las compras y te
dan unos cinco o siete dólares y el desayuno”, narró. Ahora trabaja de
“caletero” en la sección de papas: Monta sobre su espalda los quintales del
tubérculo que otros compran y recibe 10 centavos por cada bulto. También le
pagan por clasificar o “clasear” las papas por 35 centavos el quintal.
A
su juicio, es mejor trabajar allí, aunque literalmente se parta la espalda.
Antes de ser entrevistado se ganó 90 dólares por dos días de trabajo, en los
que tuvo que “clasear” 200 quintales de papas y luego montarlos en un camión.
El
joven de 22 años, que no logró terminar su carrera en Guárico, carga hasta dos
quintales de papas en su espalda.
“El
trabajo es duro, por eso no lo quieren los ecuatorianos, pero nosotros vinimos
a trabajar”, confirma con una sonrisa en el rostro.
Sus
dos hermanos mayores están también en Quito y se han despedido de sus
profesiones para trabajar en fletes de mudanza y en hostelería. Solo uno de
ellos ha logrado arreglar su condición migratoria y ha conseguido traer a sus
hijos. El resto, se enfoca en trabajar y reunir unos 20 o 30 dólares semanales,
para enviar a sus padres en Venezuela.
Luego
destacó el caso de Rodolfo Yépez, ecuatoriano de nacimiento, venezolano de
corazón, quien fue uno de los primeros
venezolanos que se asentó en Solanda.
-Llegó
al lugar –precisó- porque es comerciante y comenzó a ganar sus primeros dólares
vendiendo productos de belleza. Aunque él se jura venezolano, es ecuatoriano de
nacimiento. Nació en Guayaquil y emigró con sus padres a Venezuela cuando tenía
dos años. Sin embargo, este hecho no cambia lo que él siente.
“Mi
esposa es venezolana, mis hijos son venezolanos, yo me siento venezolano”.
Tener papeles ecuatorianos
representa una ventaja, pues le abrió algunas puertas. Sobre todo al momento de
emprender. Llegó hace tres años, y hace dos abrió una peluquería que lleva el
nombre de su hijo más pequeño, Sebas.
Lo
hizo con la ayuda de su familia y un grupo de amigos venezolanos que decidieron
promover una opción de autoempleo para ellos mismos. Se apoyaron en una
organización eclesial, la Misión Scalabriniana.
“Es talento venezolano como muchos
que han venido a este país”, dijo Rodolfo y agregó que en el grupo que
frecuenta el salón de belleza hay muchos profesionales, pero casi nadie trabaja
en lo suyo.
La
peor parte para los migrantes, según Rodolfo, es la explotación laboral.
“Aquí lo
malo es que hay mucho desempleo y se hace duro conseguir algo fijo, hay mucha
gente que se aprovecha de eso y explota a los extranjeros. Yo he oído muchas
historias, venezolanos que trabajan 15 días o un mes y no les pagan, les dicen
que estaban a prueba y ellos no tienen a quién reclamar”.
(Este reportaje fue
reproducido del portal Venepress,
cerrado violentamente por las fuerzas de exterminio de la narcodictadura de
Nicolás Maduro)
No hay comentarios:
Publicar un comentario