TALENTO
MUSICAL Y DEPORTIVO DE MIGRANTES VENEZOLANAS
El 9 de marzo de 2021 la
corresponsalía de Inter Press Service
en Chile reportó:
-SANTIAGO - Formar una orquesta, un coro y una escuela de música en Chile, o
integrarse al fútbol profesional en Ecuador, son algunas de las experiencias
que pueden mostrar mujeres venezolanas forzadas a migrar a países de la región
y cuyas historias destaca la Agencia de las Naciones Unidas para los
Refugiados, Acnur.
Y agregó:
-Para la maestra de música y
directora de coro Ana Marvez, de 34 años, quien llegó a esta capital hace
cinco, “uno de los aspectos más desgarradores de ser forzada a dejar el hogar
es tener que renunciar a tu profesión”.
Tuvo más suerte que muchos de los
457 000 venezolanos refugiados y migrantes en Chile, que toman cualquier
trabajo para salir adelante, porque a las pocas semanas de llegar obtuvo un
puesto como secretaria –con salario mínimo- en una escuela de arte.
La mayoría de los músicos
venezolanos que conocía en Chile “estaban trabajando en lo que podían, cajeros,
cuidadores de niños, guardias de seguridad y porteros. Pero si tú no estás
tocando constantemente pierdes tus habilidades y años de entrenamiento”.
Después destacó:
-Venezuela creó en 1976 un
prestigioso programa de educación musical, con una red de orquestas juveniles e
infantiles que formaron músicos profesionales, muchos de los cuales viven ahora
en el extranjero y son parte de diáspora que el año pasado ya sumaba 5,4
millones de personas, según Acnur.
Poco después de que Ana empezara a
trabajar, comenzó a recibir solicitudes de otros músicos venezolanos que
buscaban trabajo desesperadamente. Un día, en un arrebato, se llevó a su casa
la pila de 30 currículos, y empezó a llamar a quienes buscaban empleo en este
país de 19 millones de habitantes.
“Les pregunté si querían reunirse
conmigo los fines de semana y empezar una orquesta y dar clases de música”,
dijo. Todas las personas que llamó se emocionaron con la idea del nuevo
proyecto, reclutaron más amigos músicos, y así nació la Fundación Música para
la Integración.
Ahora, 300 músicos, la mayoría de
ellos refugiados y migrantes de Venezuela, Colombia, México, Perú, y también de
Chile, participan en el proyecto, que incluye una orquesta sinfónica, un coro y
varias clases de música para niñas y niños.
Seguidamente apuntó:
-La pandemia covid-19 forzó a la
Fundación a adaptarse a los cierres que implicaron cancelación de conciertos,
ensayos presenciales y clases de música, ahora realizadas en forma virtual y
con un horario reducido.
Ante la merma de ingresos, la
Fundación ha recibido apoyo de Acnur y su directiva, compuesta solo de mujeres,
reserva lo recaudado para ayudar a comprar alimentos a los músicos y que puedan
remitir algún dinero sa sus familias en Venezuela.
Se mantiene en pie el proyecto de
ayudar a organizar grupos musicales en otros grupos vulnerables, como personas
con discapacidad y LGTBI.
Posteriormente explicó:
-Entretanto, en Ecuador, las jóvenes
futbolistas María Claudia Pineda (26) y Yosneidy Zambrano (23) evocan el doble
obstáculo que debieron superar hasta integrarse como profesionales al club
Dragonas Independiente del Valle.
Primero, hacerse un hueco en el
mundo futbolístico dominado por hombres, que implicó inseguridad y falta de
oportunidades en su país, y luego migrar hasta poder encajar en un club
profesional en el país de acogida, de 17 millones de habitantes y a donde han
llegado también otros 417 000 venezolanos.
“La gente no suele valorar o no
suele darse cuenta de todo lo que conlleva el sacrificio para una mujer
desempeñarse en este deporte”, dice Pineda. “Yo al venir acá tuve que dejar
tantas cosas atrás por llegar a donde estoy”, relató.
Zambrano pasó por algo parecido
porque “siempre está ese tema machista y ser una niña, ser la única niña dentro
de muchos hombres, es incómodo. Pero creo que eso me hizo más fuerte, me hizo
seguir, luchar por conseguir lo que me gustaba”, dijo.
Posteriormente apuntó:
-Pineda se inició en 2014 como
profesional en el Deportivo Lara, del centro-occidente de su país, pero dos
años después debió marcharse, como muchos compatriotas que huyen de la crisis
económica y social marcada por la escasez o carestía de alimentos, medicinas,
servicios esenciales, la inseguridad y la confrontación política.
Zambrano, poco después de participar
en el Mundial sub-20 en 2016, fichó para un equipo francés, pero solo pudo
jugar tres meses en Francia. “Debí ir a mi país a renovar el pasaporte y la
situación en Venezuela era complicada. Se demoró mucho, perdí mi pasaje y ya no
pude volver”, narró.
La falta de acceso a documentación
legal es un problema que enfrentan a diario miles de refugiados y migrantes
venezolanos, según Acnur.
Pineda y Zambrano recibieron ofertas
de equipos de México y Ecuador, y finalmente se integraron a las Dragonas de la
ciudad de Sangolquí, vecina de Quito, donde han conseguido integrarse con sus
compañeras de Ecuador, un país que estableció una “superliga” de fútbol
profesional en 2019.
Para la entrenadora de Dragonas,
Vanessa Arauz, la experiencia del desplazamiento ayudó a fortalecer el carácter
de sus jugadoras venezolanas, pues “todo eso que ellas han pasado en la vida,
acá a ellas las hace mucho más fuertes, valoran más las cosas, lo transmiten a
sus compañeras y es muy importante para el equipo”.
De su lado, Acnur lanzó una campaña
junto al equipo llamada #TuCanchaEsMiCasa, para promover la integración de las
personas refugiadas en Ecuador.
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