¡Con mi orgía no te metas!
¿Cuál es el delito de estos adultos que se reunieron de manera consensuada? Los saunas son locales cerrados. Ni son bares, mucho menos discotecas. Así que el cuentico de que “tenían un escándalo” es poco creíble
El pasado fin de semana, la Policía Nacional Bolivariana del estado Carabobo detuvo a 33 hombres, todos mayores de edad, que, según los agentes, “participaban en una orgía”. Para el momento en que escribo este artículo, todavía se encuentran detenidos en la Comandancia Principal de Los Guayos, como si fueran unos delincuentes. Precisamente, hablando de delincuentes, en la madrugada de este domingo 23 de julio se fugaron siete presos de “alta peligrosidad” (calificados así por los mismos policías) del Centro de Detención Preventiva de la Policía Nacional Bolivariana, en la zona 7 de Boleíta, estado Miranda.
Según reseñó El Nacional, por reportes del periodista de sucesos Román Camacho, “los sujetos lograron escapar luego de haber sometido a uno de los funcionarios, a quien despojaron de su arma reglamentaria, una Beretta, modelo PX4, serial PX7467E. Al momento de salir del centro de reclusión, los esperaba un vehículo marca Ford, modelo Fiesta, color azul”. ¿Complicidad interna, o el carro los estaba esperando afuera por todo el tiempo que estuvieran recluidos a ver si lograban escaparse? ¡Difícil de creer!
¿No resulta contradictorio que la PNB pareciera poner más empeño en detener a unos adultos que no cometían delito alguno, sino que participaban en una actividad sexual que los complacía, que en vigilar a reos de alta peligrosidad? A los delincuentes les tapan la cara al presentarlos a la prensa, aunque sea con sus franelas. A los asistentes a la orgía los exhibieron. Salieron en fotos, de frente, y como si eso fuera poco, también fotografiaron y publicaron sus cédulas de identidad. Así como para que no quedaran dudas, expuestos totalmente al escarnio público. Muy mal hecho por algunos periodistas que cubrieron el caso y se prestaron para ello.
¿Qué hay detrás de todo esto? El local donde se llevó a cabo la orgía es un sauna al que acuden en su mayoría personas de la comunidad LGTB. ¿Es una venganza, acaso? Porque digan lo que digan, los saunas son locales cerrados. Ni son bares, mucho menos discotecas. Así que el cuentico de que “tenían un escándalo” es poco creíble.
La libertad personal y la autonomía son valores fundamentales en una sociedad democrática. Los adultos tienen el derecho de tomar decisiones sobre su propia vida y cuerpo, siempre y cuando no dañen a otros, ni infrinjan leyes existentes. Participar en una orgía es una elección personal que involucra el consentimiento de adultos y no causa perjuicio a terceros.
En una sociedad cada vez más diversa y abierta, se plantean constantemente debates sobre los límites de la libertad individual y la intervención del gobierno en la vida privada de los ciudadanos. El nuestro, hasta donde yo sé, es un estado laico, es decir, que no es una república que se rige por principios y preceptos religiosos. Pero pareciera que hacia allá vamos… y no a un gobierno cristiano, sino a uno mucho más estricto en sus haceres y pareceres, como las repúblicas musulmanas que aplican la sharia. Según reportes de varios medios, los funcionarios arguyeron “que se estaban tomando videos para comercializarlos”. ¿Y qué? Mientras no se los vendan a menores de edad, ¿cuál es el problema?
Sé que es un tema controversial el que ha surgido en este contexto de la libertad de los adultos para participar en actividades sexuales consensuadas, como las orgías. Sin embargo, la esfera de la vida privada y la intimidad son ámbitos en los cuales el gobierno no debería intervenir, si no se están violando derechos fundamentales. Y en el caso de los participantes en la orgía de Valencia, no se violó ni uno. Repito: ¿por qué van a ser restringidas las actividades sexuales de los adultos en un contexto privado si no afectan directamente a la sociedad en su conjunto?
Si pensamos en el consentimiento informado y, sobre todo, en la seguridad sexual, una piedra angular en este tipo de reuniones, los participantes no sólo acordaron y consintieron de manera explícita qué iban a hacer y cuáles eran los límites personales; también tomaron precauciones para la seguridad sexual de todos. Condones, al parecer, era lo que sobraba en la fiesta.
Es importante destacar que la libertad individual no es absoluta y debe tener límites para proteger a las personas de daños físicos o psicológicos. La participación en orgías debe ser siempre voluntaria y basada en el consentimiento, y cualquier forma de coerción o abuso debe ser condenada y castigada. Pero en la orgía de Valencia, este no fue el caso. La intervención gubernamental pudo haber sido necesaria para garantizar el cumplimiento de las leyes relacionadas con la trata de personas, el tráfico de drogas u otras actividades ilegales que puedan estar asociadas a estas prácticas, que tampoco fue lo que sucedió.
En una sociedad que valora la libertad individual y el respeto a la privacidad, es importante reconocer la autonomía de los adultos para decidir participar en actividades sexuales consensuadas, como las orgías. Siempre y cuando se respeten los límites del consentimiento y se prevengan los abusos, el gobierno no debe intervenir en la vida privada de los ciudadanos. Es esencial equilibrar la protección de los derechos individuales con la salvaguarda de los intereses públicos, promoviendo la educación, el consentimiento informado y la seguridad en el contexto de las relaciones sexuales adultas. En un país medianamente normal, los involucrados podrían demandar al gobierno y las leyes les hubieran dado todas las razones para ganar esas demandas.
De manera que, en este caso en particular, lo que hay que gritarle a este régimen asesino, violador de leyes, normas, torturador y un largo etcétera, que de pronto aparece con esta pacatería, es: ¡con mi orgía no te metas!.
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