NYTimes.com/es

 

26 de september de 2023

Es martes y no hay tiempo que perder. Esta es la edición exprés de nuestro boletín.

Por Elda Cantú Senior News Editor, Latin America

Oro y diamantes. Hoy proponemos dos notas de minería, una desde Surinam y otra de Australia.

La contaminación por mercurio es uno de los flagelos del planeta. Por eso, en 2013, un grupo de países firmó el Convenio de Minamata, en el que se comprometieron a dejar de utilizarlo. Pero la realidad es que aún hay niños afectados por sus efectos, comunidades indígenas azotadas por sus estragos y pescados tóxicos que llegan todos los días a nuestra mesa.

Parte de la explicación es que, a pesar de que se sabe que el mercurio es nocivo para la salud y el medioambiente, hay una gran demanda de oro a nivel mundial.

Continue reading the main story

ADVERTISEMENT

Este elemento tóxico ayuda a separar el oro del lodo al amalgamarse con el metal. Luego la mezcla se calienta y el mercurio se evapora. Unos 10 millones de personas en 70 países siguen usando mercurio en la minería, según las Naciones Unidas.

El mercurio líquido se emplea para extraer el oro del fango.Ian Cheibub

Surinam es un ejemplo vivo de los efectos del mercurio, en donde se consigue de contrabando y a bajo costo. En ese pequeño país sudamericano, el oro constituye alrededor del 85 por ciento de sus exportaciones. La industria minera emplea alrededor de 15 de cada 100 trabajadores surinameses.

Continue reading the main story

ADVERTISEMENT

Unos análisis realizados a miembros de la comunidad indígena wayana, establecida en el sur de Surinam y otros países limítrofes, revelaron que tienen el doble o triple de los niveles médicamente aceptables de mercurio en la sangre.

“Ya no se nos permite comer ciertos pescados”, dijo una integrante del pueblo. “Pero no hay nada más. Es lo que siempre hemos comido”. Este reportaje reciente ofrece una mirada sobre los efectos duraderos de la explotación aurífera.

Un hombre indígena wayana bañándose en el río Maroni en la frontera entre Surinam y la Guayana Francesa. El mercurio ha contaminado ríos en toda la Amazonía, incluido el Maroni.

Y, en la sección de Ciencia, reportamos sobre los avances más recientes en un misterio: ¿Por qué son de color rosa los tan cotizados diamantes de la mina de Argyle, en Australia?

Si alguien te reenvió este boletín, puedes hacer clic aquí y recibirlo tres veces por semana directo en tu casilla de correo.

¿TIENES UNOS MINUTOS MÁS? Ponte al día con estas lecturas.

Daniel Becerril/Reuters Un nuevo cruce fronterizo: las mujeres de EE. UU. recurren a México para abortar Las estadounidenses están buscando ayuda para abortar en el país vecino, señal de las políticas cambiantes en las dos naciones respecto al procedimiento. By Zolan Kanno-Youngs and Edyra Espriella

Oswaldo Rivas/Agence France-Presse — Getty Images Nicaragua les quitó la ciudadanía. Ahora, sus casas El gobierno de Daniel Ortega ha empezado a confiscar las propiedades de antiguos presos políticos y disidentes obligados al exilio, al igual que hizo el país en la década de 1980. By Frances Robles

En Perú, un desierto rico en fósiles enfrenta un desarrollo descontrolado El desierto de Ocucaje, donde los paleontólogos desenterraron hace poco el antiguo esqueleto del animal más pesado del mundo, está siendo invadido por asentamientos humanos. By Mitra Taj and Marco Garro

Suzanne Cordeiro/Agence France-Presse — Getty Images ‘Mi voto fue rechazado’: el juicio sobre la nueva ley de votación en Texas Los críticos han expresado su preocupación por la posibilidad de que la ley impida la participación de los votantes con discapacidades, los de edad avanzada y los que no hablan inglés. By Edgar Sandoval

Jordan Gale para The New York Times Lo que sabemos sobre las acusaciones contra DeSantis por su trabajo en Guantánamo La historia relatada por un exprisionero sobre supuestos maltratos causados por Ron DeSantis llegó a las noticias. Sin embargo, The New York Times no encontró ninguna evidencia que la respalde. By Matthew Rosenberg and Carol Rosenberg

Ingmar Nolting para The New York Times La cerveza alemana podría perder su clásico sabor debido al cambio climático Las estaciones más cálidas y secas están amenazando las tradiciones de los productores de lúpulo alemanes, que luchan por preservar una forma de vida y el sabor de su bebida favorita. By Catie Edmondson

Jason Henry para The New York Times THE SHIFT Bard, el chatbot de Google, ahora puede revisar tu Gmail Con su última actualización, el sistema de inteligencia artificial extrae información de las cuentas de Gmail, Google Docs y Google Drive. La nueva función deja mucho que desear. By Kevin Roose

Joyce Lee for The New York Times PREGÚNTALE A WELL ¿Cómo eliminar los hongos de las uñas de los pies? Por muy antiestética que sea, la infección suele ser manejable, pero solo con el tratamiento adecuado. By Caroline Hopkins

Rincón de los lectores

Aziz al-Asmar, izquierda, con amigos compartiendo mate en su casa en Binnish, Siria.Nicole Tung para The New York Times

Rescatamos algunas de las reflexiones que nuestros lectores han dejado en nuestra sección de comentarios, editadas por claridad y espacio.

“Uruguay es el país con mayor porcentaje de la población que toma mate: en la calle, en los buses, en los estadios y, por supuesto, en las casas. En la década de 1950, cuando mis padres visitaban Argentina los identificaban como uruguayos por el termo y el mate. Antes en Argentina se tomaba solo con la pava y en los hogares. Hoy, como en Uruguay, se toma hasta en el parlamento”. —Luis Lappado. Montevideo, Uruguay, en la nota sobre cómo la yerba mate se popularizó en Siria.

En la cobertura sobre la migración de Sudamérica hacia Norteamérica:

“La crisis migratoria mundial es el efecto más evidente e ineludible de las desigualdades de este sistema. Por todas partes gente desesperada se embarca en viajes que ponen en riesgo su vida para intentar una vida mejor. En el camino los acechan los oportunistas que lucran con la desesperación. Debemos exigir un nuevo orden civilizatorio, porque este nos ha llevado al borde de lo humano”. —Demian Pazos, Buenos Aires, Argentina. “Me duelen los migrantes. Y el gobierno de mi país no hace mucho para solventar la crisis. No hay programas de apoyo para los países de origen y las problemáticas económicas y sociales se han acrecentado. En mi ciudad, ubicada en el noroeste, a 600 kilómetros de la frontera con Estados Unidos, se han vuelto un paisaje común. Y lo que se hace común, provoca indiferencia”. —Nora Hernández, Obregón, Sonora, México.

—Patricia Nieto y Sabrina Duque producen y editan este boletín.

Volveremos el viernes. Si te gustó este boletín, compártelo con tus amigos, colegas y seres queridos (y no tan queridos).

El Times Una selección semanal de historias en español que no encontrarás en ningún otro sitio, con eñes y acentos. Recíbelo en tu bandeja de entrada