La UCR no se va con Massa; ya estaba con Massa
A la hora de las especulaciones en víspera del balotaje, el acumulado de Juntos por el Cambio el domingo es la gran incógnita. Pero, ¿la coalición le aportará votos a Massa o ya lo hizo?
La coalición peronista/kirchnerista Unión por la Patria obtuvo en las primarias de agosto 27 %, sumando los totales de Juan Grabois y Sergio Massa. Ayer, el ministro de Economía cosechó, él solo, 36 %. Sin mencionar que más de un voto de Grabois (casi 6 %) seguramente se le escapó hacia la izquierda, por la diferencia de los perfiles entre ambos candidatos. Más allá del nefasto “aparato” y el “plan platita“, el incremento del porcentual tiene que explicarse también con otras razones.
Por el lado de Juntos por el Cambio, hubo una merma de 4 % de los votos. Patricia Bullrich pudo crecer de su 16 % de las PASO, pero no alcanzó a capitalizar la totalidad del 11 % que obtuvo Horacio Rodríguez Larreta (hombre técnicamente del PRO, pero absolutamente afín y socio del radicalismo). ¿Dónde se fueron esos votos? Seguramente alguno hacia el cordobés Juan Schiaretti, pero también otros hacia el ministro/candidato Massa.
Ante el próximo balotaje Massa-Milei, los analistas se preguntan cómo votará el electorado de Juntos por el Cambio, que quedó relegado al tercer puesto el domingo con 24 %. Si se aplica la aritmética del antikirchnerismo, el libertario no tendría problema de ganarle cómodamente a su rival oficialista. Pero, si el voto se divide, el panorama puede oscilar entre difícil e imposible para La Libertad Avanza.
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Analizando las eventuales divisiones del caudal obtenido ayer por Bullrich, los comentarios de los dirigentes radicales como Facundo Suárez Lastra o el llamado al voto en blanco de Elisa Carrió, harían pensar que Massa la tendría más fácil que Milei. ¿Por qué? Porque si el resto de los votos se divide, incluso en tres partes iguales entre el peronismo, el liberalismo y el blanco, al haber salido primero por 6 puntos de diferencia, Massa se convertiría en presidente.
Más allá de lo poco preciso de todos estos análisis, puede que la pregunta sobre si la Unión Cívica Radical se podría ir con Massa no sea la más adecuada para hacerse. Y que la más lógica sea si ya no se fue con Massa. En lo personal, para buscar dilucidar este misterio no necesito importar la información de los prestigiosos políticos argentinos. Puedo empezar evaluando lo que vi con mis propios ojos durante la campaña.
Como comenté en una videocolumna reciente, los locales de la UCR, al menos en Buenos Aires, mostraron una curiosidad en materia electoral inédita. Definida la interna, con Bullrich como candidata a presidente y Jorge Macri como postulante a la intendencia porteña, los “comités” radicales no exhibieron ni una foto de los candidatos. ¿En qué país del mundo se ha visto que un partido político en coalición no exhiba ni una foto de los postulantes a los cargos ejecutivos, a nivel nacional y municipal en período electoral? Probablemente en ninguno.
Con esta pregunta en el tintero decidí visitar uno de estos locales para preguntarles los motivos de todo esto a las personas que lo atendían. Con incomodad, dos jóvenes militantes me pidieron (por no decir rogaron) evitar la entrevista grabada. Como aporte en materia de honestidad, solicitándome anonimato, me ofrecieron a cambio un off the record que igualmente servía como aporte periodístico: ninguna de las dos iba a votar ni a Bullrich ni a Macri. “¿A quién votan entonces?”, pregunté. “A otra cosa”, respondieron casi al unísono, mientras mi suposición me decía, casi en armonía con las voces de las chicas, “a Massa y a Santoro”.
La jornada de ayer dejó otra curiosidad y también inédita. Al menos desde que fiscalizo elecciones desde 2003. El denominador común de cada jornada electoral es la presencia del fiscal de la Unión Cívica Radical. Ese ejemplar histórico de la defensa democrática (al menos en el marco de su misma autopercepción) y de la tradicional “Lista 3”. Ese hombre profesional, entre sus 50 y 65 años, de vasta experiencia en fiscalización, de juventud alfonsinista y de moderadas posiciones ideológicas. Todos los que fueron autoridades de mesa o fiscales han conocido a estos personajes pintorescos y amables, que aparecen en cada uno de los comicios, tenga o no posibilidades reales el radicalismo de hacer una buena elección. Ayer, en todas las escuelas que estuve (varias), incluso algunas cercanas al bastión tradicional limítrofe a la Avenida Rivadavia, no vi ninguno. Brillaron por su ausencia.
Hay que señalar que el radicalismo, más allá de su estructura en todo el país, no cuenta con un caudal importante de votos fuera del microclima político. La última vez que la histórica Lista 3 que llevó a Raúl Alfonsín a la presidencia en 1983 se presentó sola en una presidencial fue en 2003. Su candidato, Leopoldo Moreau, hoy en las filas del kirchnerismo junto a Massa, sacó solamente 2 %. En 2007, la UCR participó una fórmula “radical-peronista” con el exministro de Economía de Duhalde y Kirchner, Roberto Lavagna (hoy alineado también con el candidato kirchnerista). Con Gerardo Morales (íntimo amigo de Massa y actual presidente de la UCR), la coalición “Una nación avanzada” terminó en el tercer puesto con 16 %.
El derrotero siguió en 2011, cuando Cristina Fernández de Kirchner ganó con 54 % de los votos. En esa oportunidad, el radical Ricardo Alfonsín (hijo del expresidente) encabezó otro frente heterodoxo, con dirigentes de otros partidos. Sin embargo, la coalición no le permitió ir más lejos del tercer lugar, al que llegaron arañando el 11 %. ¿Dónde está ahora Alfonsín Jr.? En la embajada argentina en España, haciendo campaña por Sergio Massa, hablando pestes de Javier Milei y cuestionando a sus “correligionarios” que están en JxC.
La última vez que un radical “químicamente puro” se presentó para la Casa Rosada fue apenas como “precandidato” en las primarias de Cambiemos de 2015, que cómodamente ganó Mauricio Macri. Ernesto Sanz cosechó un magro 3 %, décimas por encima de la última aventura presidencial de Moreau en 2003, hoy devenido en kirchnerista fanático.
Mirando estos números y en retrospectiva, y repasando los perfiles y afinidades de los dirigentes radicales, podemos preguntarnos dos cosas. Como dijimos al comienzo, ¿se irá o ya se fue el radicalismo con Massa? Pero, sobre todas las cosas, deberíamos preguntarnos lo siguiente: ¿De cuántos votos estamos hablando a nivel nacional? Poquitos.
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