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Destacado suscriptor, Contra viento y marea, los venezolanos literalmente se presentaron a votar en las elecciones primarias, la torrencial lluvía caraqueña no lo hizo fácil, pero era más importante hacerse escuchar. Los argentinos por su parte, también decidieron, entrejuntando las puertas de la libertad para un Milei que se pensaba sobrado. Ambos países luchando a su manera y dejando claro que si bien quieren cambios, esos cambios, no serán radicales de momento. Equipo Destacadas La contundente victoria de María Corina Machado en las recientes primarias opositoras en Venezuela envía una poderosa señal, tanto al régimen de Nicolás Maduro como a la comunidad global. Su arrasador triunfo, con una participación muy por encima de lo esperado, demuestra que la voluntad del pueblo venezolano de lograr un cambio democrático mediante elecciones libres y transparentes es más fuerte que nunca. Machado emerge claramente como líder y voz de la oposición. Su discurso frontal y sin concesiones contra la dictadura ha calado hondo en una población hastiada de crisis permanente y abusos a derechos humanos. Que haya ganado por amplio margen a pesar de los obstáculos y la inhabilitación del régimen refleja su enorme apoyo popular. El desafío ahora es lograr que el régimen le permita ser candidata presidencial. De negarse, la oposición enfrentaría la difícil disyuntiva entre apoyar un candidato alternativo o abstenerse. Pero el triunfo de Machado fortalece su posición para negociar su participación, con el argumento de que Maduro no debe poder escoger a su contrincante. En el ámbito internacional, esta victoria envía la señal de que la oposición venezolana no está dispuesta a transigir sus aspiraciones democráticas. Esto implica que el potencial levantamiento de sanciones a cambio de concesiones mínimas de Maduro sería visto como un gesto de legitimación del régimen. La única concesión aceptable para elecciones confiables es la participación de Machado como candidata. De lo contrario, las sanciones carecerían de justificación ética, ya que permitir que un régimen autoritario elija a su oponente electoral haría pensar que la democracia es negociable. Incluso si no puede ser candidata, el liderazgo opositor de Machado es indiscutible. Ejercerá gran influencia para unificar a la oposición en torno a un objetivo común. Su convocatoria se demostró en las primarias, donde su inhabilitación no frenó una participación masiva. Queda por ver cómo la comunidad global, y especialmente Estados Unidos, comprenderá que la voz del pueblo venezolano se expresó contundentemente a través del voto por Machado. Al parecer tenían la esperanza de un líder opositor más moderado y negociador. Pero la ciudadanía optó por alguien que encarna firmeza ante la dictadura. El camino a seguir parece ser mantener la presión internacional hasta que Machado sea habilitada como candidata. El régimen debe tener clara la condena global que recaería sobre un proceso con la líder opositora proscrita. Al mismo tiempo, ella debe seguir convocando a la unidad y a la defensa del voto como arma política. Venezuela vive un momento decisivo. La voluntad popular de cambio democrático choca con un régimen aferrado al poder. Pero esta victoria opositora enciende una luz de esperanza. Si la comunidad democrática global, con Estados Unidos a la cabeza, respalda sin ambigüedades el reclamo venezolano, la pesadilla autoritaria podría comenzar a disiparse. El pueblo ha hablado; corresponde ahora escuchar su voz. | Selección del editor
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