BIBLIOTECA NACIONAL
UN ABANDONO CONTAGIOSO
“E
|
n el
sentido lato de la palabra la Biblioteca Nacional no es una biblioteca moderna,
ya que no hay ningún libro a la mano del lector ni existen lectores de
microfilm. La Sala de Lectura da la impresión de ser un comedor popular y la
oficina del director parece un comisariato de pueblo”. Estas apreciaciones no
corresponden al periodista sino a la Dra. Blanca Álvarez, nombrada
recientemente Directora de la Biblioteca Nacional, quien reveló para los
periodistas de SEMANA aspectos sobre el funcionamiento de esta institución.
-Las necesidades bibliográficas de Caracas
–dice- exigen una biblioteca con un fondo bibliográfico de no menos dos
millones de volúmenes; sin embargo ni la Biblioteca Nacional, que no es
solamente de Caracas sino de todo el país, se acerca a esta cifra, pues apenas
tiene cuatrocientos mil ejemplares, pero la catalogación tiene años de atraso.
Aunque usted
no lo crea. “El estado de los libros es deplorable
–continúa diciendo Blanca Álvarez- debido al irrespeto de las autoridades.
Muchos de los libros se encuentran mutilados por la falta de vigilancia y
control del personal encargado de estas funciones. El estado de abandono
existente en la biblioteca es total y psicológicamente contagioso en el público
que tiene una capacidad de aguante extraordinario. En la Biblioteca Nacional
ocurren cosas insólitas. El libro La Caracas de Ayer y de Hoy, de
Carlos Raúl Villanueva, apareció en el fichero de la Biblioteca del Congreso de
Estados Unidos un año y tres meses antes que en los catálogos de la Biblioteca
Nacional y Los
Malos Salvajes, de un autor tan conocido como Mariano Picón
Salas, todavía no ha sido adquirido”.
Anarquía organizativa. La
Dra. Álvarez destaca ahora otros aspectos irregulares de la Biblioteca
Nacional:
-Las secciones están organizadas
aisladamente, sin ninguna conexión entre sí. Por otra parte, las denominaciones
de los departamentos no corresponden a las funciones que específicamente
desarrollan. Es así como el Departamento de Catalogación recibe el nombre de
Procesos Técnicos. El servicio circulante es un verdadero desastre, no se lleva
control de ninguna especie. En el presupuesto asignado a esta dependencia
aparece adscrito un motorizado, pero no existe en la biblioteca ni siquiera una
bicicleta. Teóricamente existe un plazo para la devolución de los libros de
quince días, pero a veces este plazo se prolonga extraordinariamente en el
tiempo. Una idea de esta situación la da la siguiente anécdota: hace varios días,
un lector del servicio circulante devolvió a la biblioteca varios libros
tomados a préstamo en marzo de 1955.
Aspectos legales. La
entrevista expone luego:
-En Venezuela existe una Ley de Depósito
Legal desde agosto de 1894, pero jamás se ha cumplido. Yo haré todo lo posible
para que dicha Ley se cumpla, ya que nunca las autoridades de la Biblioteca
Nacional han hecho ninguna gestión para lograr su cumplimiento.
Después hace otra revelación:
-El Anuario Bibliográfico, un valioso
instrumento de difusión del movimiento cultural venezolano tanto en el propio
país como en el extranjero, tiene 14 años de atraso. Pero lo más grave de esto
es la desidia de los intelectuales venezolanos, quienes ante tamaña
irregularidad jamás han protestado. ¿Cómo hacen las embajadas para dar
información sobre la cultura venezolana si carecen de tan valioso vehículo de
difusión? Mi primera reunión con el personal de la Biblioteca fue para insistir
sobre la necesidad de proseguir la publicación del Anuario Bibliográfico,
puesto que a los pocos momentos de asumir su dirección recibí comunicación de
dos universidades norteamericanas solicitando información sobre el movimiento
intelectual del país. Quiero aclarar que la Revista Nacional de Cultura
suplía en cierta forma la ausencia del Anuario Bibliográfico con notas breves
sobre los libros que iban apareciendo, pero desde hace bastante tiempo dejó de
hacerlo. Esta situación no se ajusta a lo que se prometió cuando se creó el
INCIBA. Entonces se dijo que se iba a hacer algo por el libro venezolano. Esto
no se ha hecho.
Lectores. Blanca Álvarez indica que
durante el pasado mes de mayo acudieron a la Biblioteca Nacional 18759 lectores
de libros y 3650 lectores de periódicos, lo cual, para una ciudad del volumen
poblacional de Caracas, resulta una asistencia ridícula.
Dra. Blanca Álvarez
“No es una biblioteca
moderna...”
-Estas cifras tan bajas –apunta- se deben
fundamentalmente a las fallas que ya se han anotado. Resulta paradójico
reconocer que la biblioteca tiene suficiente personal para prestar al público
un mejor servicio. Pero más paradójico todavía es que exista un solo técnico en
biblioteconomía, puesto que el INCIBA, del cual depende la Biblioteca Nacional,
tiene la fea costumbre de eliminar los cargos técnicos al producirse cualquier
vacante y tal anomalía se traduce en fallas funcionales. A veces se presentan
situaciones sumamente embarazosas por cuanto, como ya se dijo anteriormente, la
Biblioteca Nacional no se puede ubicar en la categoría de biblioteca moderna.
Hace poco se recibió del exterior la solicitud de una copia microfílmica de un
libro de nuestro fondo bibliográfico. La empleada que recibió la solicitud
sentía vergüenza de tener que contestar que la biblioteca carecía del aparato
para la producción de microfilm. Y no era para menos, puesto que cualquier
biblioteca del mundo de menor categoría que la nuestra dispone de un
instrumento de tal tipo.
Libros en el suelo
Un
estado lastimoso
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