LOS CARNAVALES MARGARITEÑOS
Si
bien es cierto que los carnavales que actualmente se celebran en Margarita
distan mucho de los del pasado reciente, cuando lo característico era el uso
del agua y otros elementos líquidos para empapar a tas personas, papelillos,
colorantes, pinturas, talco elaborado
con almidón obtenido de la yuca, no puede negarse que estos, a pesar de sus
elevados costos económicos, casi nada añaden a la cultura popular carecen de
una personalidad definida (no es mi margariteño, ni venezolano, ni brasileño,
ni trinitario) y no tienen la calidad artística medianamente deseable para
convertirse en un producto turístico internacional como se les promocionó hasta
el año pasado.
Estas festividades, cuya esencia popular
apenas sí se percibe pasivamente en los tres tradicionales desfiles, y en los
espectáculos musicales con discotecas y grupos artísticos traídos desde tierra
firme y activamente en las escasas comparsas que participan, tienen como campo
cultural residencial tas ciudades de Porlamar y Juangriego, los principales
centros urbanísticos y comerciales de la isla de Margarita.
No
hemos sido espectadores de las carnestolendas de Juangriego, organizadas por
Aprocam, pero analizando la reseña periodística de Yanet Escalona (Diario del Caribe, 5-3-1992, pag.16) podemos apreciar que su
estructura es la misma existente en Porlamar, vale decir, comparsas, disfraces
individuales y carrozas, pero diferenciados los dos primeros elementos entre
adultos y niños e incluyendo un ingrediente cultural popular, la diversión
margariteña, además de la actuación de las bandas musicales locales “Juan de
Castellanos” y “Antonio Díaz”, otra procedente de San Sebastián, la escuela de Música “Luis Manuel Gutiérrez”,
también local. Ignoramos si las interpretaciones de estas agrupaciones
musicales contribuyeron a reforzar la identidad insular o si, por el contrario,
hicieron lo que sus homólogos de Porlamar: servir de instrumento de divulgación
de los ritmos brasileños y trinitarios y consiguientemente de desplazamiento de
nuestra música.
El
antruejo de Porlamar, como ya expusimos antes, es organizado por Asocamar,
organismo que desde el pasado año, a raíz de un problema legal, sustituyó a
Funcamar. La directiva de esa asociación es designada ejecutivamente por el
Gobernador del Estado, quien nombré este año para presidirla al ingeniero Juan
Abraham y a José “Pepe” Lorenzo como secretario ejecutivo. Tal nombramiento se
realiza tradicionalmente en diciembre.
El
llamado “Grito de Carnaval” se efectúa tradicionalmente en la Plaza Bolívar,
generalmente en enero. Ese año la elección de la Reina del Carnaval 92, que
recayó en la joven Siselle Marín, no se efectuó en el estadio Nueva Esparta, como
era la costumbre, sino en un lujoso hotel, lo que privó a la manifestación
cultural de uno de sus principales ingredientes populares, la presencia del
pueblo con su entusiasmo dando vivas y aplaudiendo a las bellas candidatas al
reinado de tres días. Pensamos que al cambiar el escenario tradicional de la
elección de la reina, elitizándolo, la directiva de Asocamar quiso evitar la
repetición de los bochornosos hechos del pasado año, que por lo demás no se
originaron en el público.
Dos
eventos preliminares a los desfiles carnavalescos tuvieron lugar el 29/ 2 (la
Marcha de los preescolares y escolares) y el 2/2 (acto artístico popular en una gigantesca tarima de la avenida
“4 de Mayo”, donde actuaron el grupo “Guacal” y Marianella y su Salsa).
Los
desfiles, ahora con nuevo itinerario (avenida Rómulo Betancourt incluyeron
lujosas carrozas, bandas shows, disfraces individuales, comparsas y grupos de
steel bands y de calipso y una sola representación de las colonias extranjera,
el “Cumdombe del Uruguay”.
En
conclusión, el llamado Carnaval de Margarita, ni es tal ni tiene una
personalidad cultural definida, constituyendo en la práctica más bien otro ingrediente
aculturizador.
(Diario Insular, Porlamar, 9 de marzo de
1992)
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