DON BERNARDINO DIAZ
TODA UNA VIDA
DEDICADA AL TRABAJO
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uando don
Bernardino Díaz comenzó a trabajar en la iglesia de Santa Ana, su pueblo natal,
era apenas un muchacho quinceañero. De eso hace setenta y tres años, todos al
servicio de los distintos sacerdotes que han estado al frente del histórico
templo donde el Libertador Simón Bolívar fuera nombrado Jefe Supremo de la
Tercera República, cuando el destino de la patria era incierto.
-Me crié en la iglesia –cuenta al
periodista don Bernardo Díaz- barriendo, limpiando, botando basura, tocando las
campanas, haciendo las veces de sacristán.
-¿Quién era el párroco de la iglesia
cuando usted comenzó a trabajar en ella?
-El padre Jorge Quiterio Real. Él
fue muy bueno conmigo y con él me formé.
MERECIDA CONDECORACIÓN
Aunque
tardíamente, la dedicación de toda una vida al trabajo le fue reconocida a don
Bernardino Díaz por el Gobierno Nacional. El 1° de mayo de este año, mediante
Decreto de la Presidencia de la República y Resolución del Ministerio del
Trabajo, se le confirió la Orden al Mérito en el Trabajo en su primera
clase. La justa condecoración le fue impuesta por el propio gobernador del
Estado, doctor Virgilio Ávila Vivas, en un significativo acto que tuvo como
escenario la Residencia Oficial de Gobernadores en La Asunción.
-Se premiaba en la persona de este
humilde neoespartano –según leímos en un periódico caraqueño- el esfuerzo del
hombre venezolano de la provincia que ha dedicado su vida a nobles jornadas al
servicio del país.
Oficio humilde, ciertamente, el
desempeñado por don Bernardino Díaz, y como tal mal remunerado, pero sin
embargo, realizado con dedicación, con empeño y con decoro.
Porque este humilde hombre es de los
que piensan que aun las responsabilidades más modestas deben ejercerse con
orgullo y entregándose por completo a ellas.
Ello, no obstante, no ha impedido
que don Bernardino Díaz formara una familia y la educara para servir al país.
Casado con Isabel Segunda Villarroel, muerta hace 20 años, es padre de José
Elías, maestro en una compañía petrolera en San Tomé; Alberto, taxista; Isabel,
maestra, casada; Ana Petra, maestra en Cumaná, casada; Jesús Zacarías,
oficinista en Caracas y Teresita, también maestra, ejerciendo en La Vecindad y
casada.
LA FIESTA DE SAN PEDRO
Recordó don Bernardino con cariño,
que cuando el padre Jorge Quiterio Real iba a morirse lo llamó a su lecho de
enfermo.
-Yo quiero –le pidió- que cuando me
muerta te encargues de celebrar cada año la fiesta de San Pedro.
Por este compromiso, que don Bernardino
ha cumplido religiosamente desde 1912, año en que murió el padre Jorge Quiterio
Real, la Villa del Norte realiza dos celebraciones religiosas al año, las
fiestas a la patrona Santa Ana el 26 de julio y las de San Pedro el 29 de
junio.
-¿Cómo hace para organizar la fiesta
de San Pedro?
-Voy por los pueblos pidiendo
contribuciones. Pero como últimamente he estado enfermo recolecto entre mis
allegados. Para las fiestas de este año el gobernador Virgilio Ávila Vivas, que
es una excelente persona, prometió colaborar.
¿Cuándo nació, don Bernardino?
-El 20 de mayo de 1889. Mis padres
fueron Leandro Francisco Díaz y Ana González.
-¿Todavía trabaja en la iglesia?
-No, me retiré hace tres años. El
Gobierno del Estado me pasa una pensión de doscientos bolívares al mes.
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