El Noveno Aniversario
de la Policía Judicial
Especial para “La
República”
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acer Policía no es tarea nada fácil; menos
todavía formar policías. En un país como el nuestro, donde tan noble institución
tiene tradicionalmente la misma duración que determinado régimen gubernamental,
las dificultades para realizar la empresa policíaca se tornan más poderosas. Y
es que la colectividad identifica la Institución Policial con el Gobierno bajo
el cual desarrolla sus funciones. No ocurre así con el Ejército, por lo menos
en sentido general. A la caída de un Gobierno, al pueblo no se le ha ocurrido
nunca solicitar de los nuevos dirigentes gubernamentales la disolución del
Ejército; pero sí han requerido una sustitución de los militares más
relevantes.
Hace
nueve años ocurrió este fenómeno en Venezuela. A la caída de la dictadura, el
pueblo, en justa furia, destruye la Seguridad Nacional. Pide también la
expulsión de los principales dirigentes del Ejército.
Bajo
estas circunstancias nada favorables se crea, por decreto N° 48 de la Junta de
Gobierno, de fecha 20 de febrero de 1958, el Cuerpo Técnico de Policía Judicial
para asumir las funciones de represión del delito que antes se encomendaban a
la disuelta Seguridad Nacional.
Condiciones nada favorables porque
la función policial es un proceso que requiere continuidad. Disuelta la
anterior Policía y destruidos sus archivos, el pilar básico de la empresa
policíaca, constituida por la continuidad, quedaba también destruido y, por lo
tanto, la labor encomendada a los pioneros del recién creado Cuerpo de Policía
Criminal se dificultaba enormemente. A ello había que agregar un ambiente
colectivo anti-policía.
Por lo tanto, la tarea no era
solamente la de organizar una Policía, sino la de crear en la colectividad una
imagen policial favorable, diferente a la que había sido destruida
recientemente. Y compenetrada con esta realidad, se comprende la misión de
ganar amigos para el incipiente Cuerpo Policial y, de paso, lograr la
aceptación paulatina de la colectividad.
Luego
se emprende la tarea de formar policías en el Instituto de Formación Policial
que para los efectos se crea. Difícil tarea en nuestro medio, donde tan poca
estima se le tiene al policía y donde se piensa que para realizar esta labor no
es necesario ninguna preparación académica. Nada más distante de la verdad. El
policía tiene que disponer de una preparación superior a la ciudadano común y
aventajarlo en condiciones morales y cívicas. Así lo entienden los dirigentes
del recién creado Cuerpo y hacia la consecución de estas metas se dirigen.
Hoy, a nueve años de su fundación el
Cuerpo Técnico de Policía Judicial cuenta con la aceptación unánime de los
ciudadanos; dispone de personal calificado para desarrollar las delicadas
funciones que expresamente les señalan las leyes, y tiende a un crecimiento
cuantitativo y cualitativo.
Pero a pesar de todo, la Policía
Judicial no puede considerarse todavía un Cuerpo Policial perfecto. Todavía
adolece de muchas fallas que progresivamente se van superando. Y es que una
Policía requiere largos años para forjarse. Necesita más que todo continuidad
organizativa. Y en esto, por qué negarlo, se ha fallado. Pero hay algo muy
positivo. El director y el subdirector del CTPJ surgieron de las filas de la
Policía. Y ya esto dice bastante en cuanto al destino seguro de este Cuerpo.
(La
República, 20-2-67).
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