MARGARITA NO ES
UN BAZAR
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oberto Ambrosio no llegó a Margarita,
como otras personas, a hacer fortuna. Vino sencillamente en busca de la terapia
del marino aire insular para fortalecer la precaria salud de uno de sus hijos.
De esto hace poco más de un quinquenio, tiempo en el cual ha aprendido a querer
a la Isla como cualquier margariteño. De allí su preocupación por todo cuanto
atañe a Margarita. Esto es, su gente, su idiosincrasia, el Puerto Libre, la
basura, los pescadores, el turismo, los deportes náuticos, el folklore y, sobre
todo, la imagen insular.
Para Roberto Ambrosio lo primordial en la creación de una imagen
favorable de Margarita, que atraiga el flujo turístico que en estos momentos se
está desplazando hacia las islas del Caribe y Miami, es concientizar a la
población en el sentido de que se trate bien al turista. “Turista que es
tratado mal, que se va de Margarita disgustado –asevera- es turista que no
solamente no regresa más sino que se convierte en un propagandista negativo que
aleja a otros turistas”. Por supuesto que también hay que promocionar a
Margarita. “No sólo en Venezuela –advierte- sino en Europa, en los Estados
Unidos y en otras partes del mundo”, ya que “Disponemos de bellas playas que no
se consiguen en otros lugares a donde concurren turistas venezolanos atraídos
por una bien organizada promoción” y “Tenemos que promocionar el turismo
insular, sobre todo en el exterior donde el nombre de Margarita es desconocido
o se le conoce con el nombre de Santa Margarita”.
Convencido de que el flujo turístico venezolano hacia el exterior sólo
puede detenerse con una campaña promocional, Roberto Ambrosio maneja la idea de
editar la revista Margarita
Turística, que distribuirá gratuitamente en las
agencias de viaje del exterior.
-Yo tengo –explica- muy buenos contactos con agentes de viaje
extranjeros. Así la imagen de Margarita será conocida fuera de Venezuela y
atraerá un flujo de turismo externo que se traducirá en bienestar para el
pueblo.
OTRAS IDEAS
Roberto Ambrosio, quien no cesa de quejarse de que los venezolanos dejan
millones de bolívares en el exterior y cuando visitan Margarita gastan una suma
muy irrisoria de dinero, considera que para invertir estos términos es
necesario mejorar los servicios, edificar más hoteles, resolver el problema de la basura. “Es la
única manera –enfatiza- de frenar la gran competencia de Miami, Aruba y
Curazao, que no tienen las bellezas naturales de Margarita”. Y añade:
“Margarita no puede ser un bazar para beneficio de un grupo de comerciantes. El
Puerto Libre tiene que beneficiar al pueblo insular”.
SALVAR EL FOLKLORE
A este hombre, que
practica su vocación de servicio colectivo entre los residentes de Playa El
Agua proporcionándoles el vital líquido por medio de tuberías conectadas a los
manantiales de su residencia familiar, motivándolos para que cultiven
hortalizas, fundamentalmente tomates,
que se producen en el lugar pródigamente, tratando de asociarlos en una
sociedad de vecinos, está preocupado
también por el destino del Museo de Artesanía de La Mira, un bello pueblecito
que “Está al borde de la quiebra por falta de turismo”, que “por su forma
natural y sus excelentes playas puede desarrollarse para la afluencia de gran
número de turistas”, al igual que “otros sectores cercanos, como Playa El Agua,
Manzanillo y El Tirano”. Cree Roberto que “Sería ideal que en toda esta área se
hagan construcciones muy sencillas, pero limpias y cómodas para el uso de
turistas”, que “Se complementarían con pequeños kioscos destinados a la venta
de empanadas, pescado, refrescos, café, etc. atendidos por vendedores de estos
lugares”.
Otro aspecto importante puesto de manifiesto por Roberto Ambrosio para
el desarrollo de esta parte de Margarita fue el relativo a los deportes náuticos.
-En Playa El Agua –expresa- se podría construir un pequeño malecón
cónsono con el ambiente natural, para la práctica del velerismo, un deporte muy
económico y sano que evitaría a los jóvenes los peligros del vicio. Otro
deporte que se podría practicar es el surf, otra actividad deportiva que
constituye un poderoso imán entre la juventud y que también resulta económico.
Según su apreciación, “Todo este desarrollo se traduciría en beneficio para el pueblo, pues Margarita no
puede ser un bazar”.
En
Orbita, marzo-abril de 1981, p. EO-13.
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