Francisco Aguilera
UN CANTO AL AMOR
Muchos
creen que Francisco Aguilera Rondón, secretario privado del Gobernador Pablo
Márquez, maestro normalista graduado en 1962 y secretario de Educación, Cultura
y Deportes del Ejecutivo do Nueva Esparta a partir de 1974, es nativo de
Margarita. Su padre. Celestino Aguilera, si es margariteño, y él lo es de
corazón, porque vive en la isla desde muy corta edad. Aguilera nació en
Cangrejal, una pequeña aldea de San José de Aerocuar, Estado Sucre, el 19 de
marzo de 1940.
Además
de pedagogo, funcionario público y político toda su vida ha sido adeco, es
pintor ingenuo- si por tal entendemos al artista pictórico que no ha estudiado
pintura y poeta, que muy pronto verá salir a la luz pública su primer poemario,
Pasos de mar y viento, ya en prensa
cuyo pórtico ha sido escrito por el académico de la Lengua, Rosauro Rosa
Acosta, expresándose así del novel poeta:
-Larga
actuación en el campo educativo tiene cumplida el Profesor Francisco Aguilera
Rondón, tanto en la faena cotidiana del aula como en funciones directivas en
organismos de tan importante rama.
Su
sensibilidad de maestro lo ha guiado al cultivo del verso en tarea silenciosa
de recreación y creación de la belleza, en enhebrar al impulso de intensa
inspiración, ensueños y anhelos.
Labor
constante pareja a la de la palabra ductora en la forja diaria de luminosos
derroteros.
He
aquí sus cantos, labrado en la soledad de la noche o en el corazón del
silencio, donde en palpitante venero fluyen recuerdos. Y en donde la infancia
le devuelve por cauces de emoción su paisaje de pájaros, de árboles, de
cigarros, de luz.
Están
en ellos como en un mundo mágico la palabra cantarina del río, el golpeteo del
viento, las sombras del camino, la soledad, el amor familiar, todos los impulsos
de las mejores vivencias.
Versos
sencillos forman este cuaderno Pasos de mar y viento, donde el poeta muestra
sus líricos acentos, sin rigidez de formas, sin ornatos retóricos…
Versos
sencillos forman este cuaderno Pasos de mar y viento, donde el poeta muestra
sus líricos acentos sin rigidez de formas, sin ornatos retóricos, donde la palabra señala su sendero emotivo y
sugerente.
Versos
de inspiración fecunda donde el recuerdo desparrama fulgores y donde la
nostalgia germina sus endechas, para hacernos transitar por esos rumbos, donde
el alma se extasía de realidades y de ensueño.
A
continuación reproducimos el “Canto XVII”…del libro primigenio de Aguilera
Rondón:
Deja
que las sombras,
borrachas
de placer, por los rincones
se
arrastren,
en
frenéticas y locas convulsiones.
Deja
que el arrullo
de
la brisa fugaz, sobre el tejado,
tiernamente,
te
traiga hasta mi lado
Deja
que,
allá afuera,
el
ladrido del perro en la espesura de la noche
se
disuelva…
(Rodulfo
González. El Faro de Margarita, 13 de junio de 1985).
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