En 1941, en el sur de Francia, cargado de sol, mientras la Segunda Guerra Mundial hacía estragos en Europa, un hombre se vio enfrentado a la batalla más dura de su vida: se trata del famoso pintor Henri Matisse, el pintor de los placeres efímeros y sensuales. Padece cáncer de colon. Para colmo de las cosas, su mujer lo abandona debido a sus infidelidades y su hija, que se había unido a la Resistencia, fue arrestada y enviada al campo de concentración de Ravensbrück.
Después de pasarse la vida huyendo del sufrimiento, Matisse se encuentra ahora abandonado a su suerte. Su vida, su salud y su orgullo, destrozados. Se somete a dos operaciones complicadas que lo dejan en silla de ruedas y le impiden pintar y esculpir como antes. Necesitado de ayuda, pone un anuncio en el diario para encontrar una enfermera que lo cuide de noche "joven y bonita". Mónica Bourgeois, de 21 años, responde al anuncio.
Cuando Matisse recupera las fuerzas, le pide a la joven que le sirva de modelo y la historia pudo haber tomado el mismo giro que sus otras aventuras, si la joven no hubiese estado destinada a ser hermana dominica.
Matisse, que había renunciado a la religión desde hacía muchos años, trata de persuadir a la joven, pero ella persevera en su vocación. En 1943, se encuentran en Vence (Alpes Marítimos, Francia), donde Matisse se instala y donde Mónica, convertida en sor Marie-Jacques, se recupera de la tuberculosis.
Intrigado, Matisse renueva su amistad con ella y, al descubrir que la comunidad religiosa tiene solo un garaje como capilla, decide tomar cartas en el asunto. Así fue como nació la Capilla del Rosario de Vence, que el artista de 82 años describe como "el resultado de toda mi vida profesional. A pesar de todas sus imperfecciones, la considero mi obra maestra".
Este proyecto será el mayor logro de Matisse. (...) La capilla pone de relieve a santo Domingo, fundador de la Orden de los Predicadores (los Dominicos) y el papel crucial que jugó en la difusión de la oración mariana del Rosario en todo el mundo católico.
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