jueves, 30 de noviembre de 2023

Cómo un pederasta chileno terminó oculto, secuestrado y preso en Venezuela

 

Cómo un pederasta chileno terminó oculto, secuestrado y preso en Venezuela

Estas es la historia del médico chileno Carlos Maicko Reyes Ramos, condenado en Chile por pederastia, oculto en Venezuela, donde consiguió cédula de venezolano, preso por casualidad y secuestrado por uniformados y salvado en una alcabala. Madres de sus víctimas denuncian el caso y piden que lo extraditen a su país

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Interpol y el chileno pederasta

El culpable de abusar de niños chilenos, una pesadilla que comenzó en 2005, está en Venezuela. Abandono de los estudios e intentos de suicidio, son algunas de las secuelas que dejó un médico pediatra condenado por pederastia. Este hombre, en lugar de curar heridas, causó otras que hoy siguen abiertas y lejos de cicatrizar.

La niñez es esa etapa en la que todos deberíamos ser felices; donde sólo juegas y te diviertes. Aprendes lo bonito que tiene la vida para ti, como ir a la escuela con los amigos de la cuadra, amarrar un hilo a los carritos y rodarlos por la calle, montar bicicleta, jugar fútbol, voleibol, baloncesto, ir a la piscina o al campo, sentarte frente al televisor y pasar horas entre risas con los video juegos… todo eso se lo robó un hombre al que le dieron mucha confianza.

Nunca más sus vidas fueron iguales

El lugar donde todo comenzó se llama Montepatria, ubicado en la región de Coquimbo, al norte de Santiago. En vehículo es un recorrido de cuatro horas y media aproximadamente. Allí, en 1983, nació Carlos Maicko Reyes Ramos. Luego de salir de bachillerato, se fue a la universidad a estudiar Medicina en La Serena y rentó una habitación en la casa de Macarena Palta, a quien conocía desde la infancia. Para esta mujer, alquilar este cuarto representaba una entrada de dinero que ayudaría a aliviar las cargas económicas, en medio de otros problemas producto de su reciente divorcio.

En 2010, Carlos Maicko se había ganado la confianza de todos. Salía a pasear con el hijo mayor de Macarena. No había nada sospechoso en esta relación. Se portaba bien con él y con los otros dos hermanos, un varón y una hembra. Les compraba regalos y jugaba con ellos. Nadie se inquietaba con la presencia de este estudiante de medicina, que parecía ser muy buena gente. Así pasaron muchas tardes y muchas noches.

Cuando el futuro médico regresaba a Montepatria, su pueblo natal y también el de Macarena, seguía cultivando sus viejas y nuevas amistades. Es así como a través de una amiga conoció a Yngrid Araya quien tenía dos hijos. Cuenta Yngrid que Carlos Maicko comenzó a ir más seguido a su casa tras la presentación. Se trataba de hogar muy humilde, donde la figura paterna no estaba presente. Aparecía siempre con un regalo para los niños e incluso los invitaba a jugar play station en su casa, Como era «tan buena persona» según los conocidos, y como los niños no reflejaban problemas, se permitió que esta rutina se repitiera.

“Nunca desconfié de él, se veía como una buena persona con los niños. Somos de escasos recursos y él tiene buena situación económica, y ellos se entusiasmaban y se iban con él. A veces yo me iba al río con los niños y él. Lo que si me llamaba mucho la atención es que a él le gustaba mucho vestir a los niños, pero yo nunca vi algún gesto inapropiado con las manos. Decía que los quería mucho. Los niños le decían tío”, comentó Yngrid.

Se prenden las alarmas

¡Ring, Ring!

Suena una mañana el teléfono y atiende Macarena. Una amiga en común, que vivía en ese momento en Estados Unidos, prende las alertas. Le dice que ahora sabía que en el pasado Carlos Maicko había abusado sexualmente de sus dos hijos y temía que estuviera sucediendo lo mismo con los de Macarena.

“Ya ella estaba casada con un ciudadano estadounidense y en la escuela uno de los niños comenzó a manifestar rasgos de abuso.Esa situación le hizo perder la custodia de sus hijos y se tuvo que venir a Chile sola”, contó Macarena.

Macarena terminaría averiguando la verdad: cuando sucedió el abuso, su hijo mayor tenía 13 años.

“Entró en depresión y lo llevé a un tratamiento sicológico y luego de seis años, cuando tiene 19 años, es cuando por fin habla y dice que había sufrido abuso por parte de este hombre. Ya Carlos Maicko no vivía en nuestra casa en el cuarto que le arrendábamos, en La Serena”.

Es justo en este tiempo cuando Macarena se da cuenta de la situación que había vivido y estaba viviendo su hijo.

“El repitió de curso dos veces. Dejó de jugar, dejó de llevar una vida normal, dejó de juntarse con sus amigos, no jugaba al fútbol. Vagaba de noche dentro de la casa. Llegué a pensar que tenía una lucha espiritual porque tenía muchas pesadillas», recuerda la madre.

Costó mucho que el joven se abriera y contara su verdad. Es por eso que comenzó un tratamiento que duró un largo tiempo, en total cuatro años de visitas al especialista.

19 de mayo de 2015, la visita inesperada

“Fui a visitar una amiga”, comentó Yngrid Araya, y en medio de una conversación que hasta ahora no tenía nada más interesante que el cuento del día a día de dos amigas, la dueña de la casa le dice a Yngrid, con el tono que le ponemos a los cuentos que encierran sorpresa: “Oye Yngrid supiste que el Maicko abusó de un niño, pero, no se sabe todavía qué va a pasar”.

Después de este relato que le generó una gran incertidumbre, Yngrid emprendió el regreso a su casa mirando al cielo, pidiendo que a su hijo no le hubiese pasado nada de eso. Carlos Maicko siempre se portó bien con sus hijos, si bien ella escuchaba mucho hablar a sus hijos del «tío Carlos».

“Cuando llegué a la casa, metí a bañar al más chico y le pregunté: ¿el tío Maicko te hace algo a ti?, y en ese momento no respondió, agachó la cabeza y se mandó a llorar, y era llorar y llorar, llorar. Lloró mucho, y yo le preguntaba, ¿hijo que te pasa?, y él me respondió, mamita no te vayas a morir, llorando y asustado”, contó a El Estímulo Yngrid, con respiración profunda, vía telefónica.

Esta madre con voz de angustia, como si regresara al pasado, nos dijo que fue en ese momento cuando su pequeño le contó todo lo que le hacía «el tío Maicko».

“Le hacía muchas cosas. Desde ahí mi vida es un calvario, lo llevé a la fiscalía, le hicieron todos los controles. Pasaron dos meses, y entonces me habló mi hijo más grande y me dijo: créele a mi hermano”.

Yngrid Araya

Yngrid le preguntó a su hijo mayor si a él Carlos Maicko le había hecho algo parecido a lo que le relató su hermano. Y el chico solo le repitió lo mismo, que le creyera a su hermano. Entonces llegó la citación de la escuela por mal comportamiento, algo que no era habitual en el más grande de la casa.

“Hijo, ¿por qué te estás comportando tan mal en el colegio?, mira la situación en la que está tu hermano, y me respondió: ¿y yo?, y confiesa que él también había sido víctima del hombre. Y Fernando, ese es mi calvario hasta el día de hoy”, añadió Yngrid sin poder contener las lágrimas.

En este punto de la entrevista, Yngrid ya habla entre lágrimas, se podían escuchar cuando caían en el piso de la injusticia. El sufrimiento traspasa el teléfono por el que hablábamos. Da ganas de quitarse el traje de periodista para darle un abrazo, pero la distancia entre Caracas y el humilde pueblo de Montepatria, es muy grande.

Se cruzan los caminos

En el año 2016, Macarena se comunicó con Yngrid. Ambas querían encontrarse y por cosas del destino, lo lograron. A partir de allí empezaron a construir la denuncia. El hijo de Macarena habla y cuenta lo que le sucedió a funcionarios de la Policía de Investigación (PDI) de Chile, todo esto antes de que el delito pudiera expirar. Sin embargo, al chico le dio miedo porque la madre de Carlos Maicko demandó a un familiar por haber expuesto a su hijo en Facebook con esta situación que ya era de dominio público.

“A mi hijo le dio mucho miedo seguir con la denuncia y con el juicio. No pudo seguir porque vivía una gran angustia e inmerso en una profunda depresión. Él me dijo que este señor lo iba a ridiculizar hasta en medios de comunicación, porque tenían dinero”, dijo Macarena.

Durante todo el juicio, manifestó Macarena, la familia de Carlos Maicko expuso a Yngrid en medios que pagaban para que dijeran que era una mujer alcohólica, que metía hombres en su casa y que le gustaban los hombres jóvenes. La demanda contra el primo de Carlos Maicko la ganó su madre y obligó al primo, padre de dos víctimas de abuso, a realizar una declaración pública donde ofrecía disculpas.

El miedo que esto generó en el hijo de Macarena, también afectó a otras familias que fueron víctimas de Carlos Maicko, y por eso no denunciaron nada.

Macarena no pudo llevar a juicio a Carlos Maicko, su hijo no siguió adelante con la denuncia, después que habían adelantado muchas diligencias. A los niños se les practicaron distintos exámenes médico legales que dieron positivo para abuso y agresión sexual, lo que se convirtió en abuso sexual agravado según la norma penal chilena. Yngrid si continuó su caso y llegó a juicio. Sin embargo, en esta primera instancia no ganó el proceso penal. La madre de dos víctimas de Carlos Maicko apeló la decisión y fue en segunda instancia que logró la condena del pederasta de Montepatria.

El 20 de diciembre de 2022, Carlos Maicko Reyes Ramos fue condenado a 10 años y un día de cárcel por abuso sexual agravado de menores. Ese mismo día de la lectura en el tribunal, Carlos Maicko pasó la frontera entre Chile y Argentina. Las familias, que no han dejado de luchar y buscar a este sujeto, dieron con él en la ciudad de Puerto La Cruz, estado Anzoátegui, en el oriente venezolano, rodeado de niños en el antiguo Paseo Colón.

Una persona que vio la información en Facebook sobre el caso de los niños abusados en Chile reconoció a Carlos Maicko y se puso en contacto con los familiares de los jóvenes afectados. Esta persona, una mujer, un día lo increpó y le dijo que si él era Carlos Maicko Reyes Ramos, a lo que el hombre contestó que no, que no se trataba de la misma persona, y se fue. No lo volvieron a ver en el Paseo Colón en 2023.

Posteriormente fue avistado. Esta vez en la ciudad de Caracas, cerca de las oficinas del SAIME de la avenida Baralt. Una venezolana de nombre Milagros que vive en Santiago de Chile pero que, en el mes de agosto estaba en la capital venezolana, conocía el caso, lo vio y lo reconoció. De hecho, le pudo tomar varias fotos con su teléfono.

Milagros fue a la sede del Cuerpo de Investigaciones Científicas, Penales y Criminalísticas (CICPC) en El Paraíso para formular la denuncia, pero, allí le dijeron que como se trataba de un ciudadano extranjero, quizá requerido por la Policía Internacional (Interpol), debía ir a la sede del CICPC en La Candelaria. Así lo hizo, llegó a la oficina principal de Interpol en Caracas, pero con la información que ella suministró no fue mucho lo que hicieron con la denuncia. Ni siquiera la anotaron en algún lado. Milagros salió decepcionada en su intento por ayudar a ciudadanos del país donde ahora hace vida, Chile.

Carlos Maicko logró de alguna manera obtener una cédula venezolana. Aún no se sabe cómo lo hizo, pero, com si fuera el famoso espía y terrorista, El Chacal, cambió de nombre y ahora se hacía llamar José Alejandro Méndez Carrillo. En realidad y por casualidad, el nacido en Montepatria tenía la tarjeta de identidad venezolana de una persona que vive en Propatria, parroquia Sucre del municipio Libertador, Caracas.

Dos meses y medio después de ser visto en el centro de Caracas, reapareció Carlos Maicko, pero esta vez no le iría tan bien. Se desplazaba hacia el estado Táchira, posiblemente buscaba dejar Venezuela y seguir en su huida. Ya tenía cédula venezolana y podía ocultar por algún tiempo su verdadera identidad. Sin embargo, en el camino, supuestamente fue secuestrado por dos guardias nacionales que lo mantenían cautivo en el estado Portuguesa, y a los cuales presuntamente los familiares de Carlos Maicko les habían pagado una suma en dólares. Los secuestradores querían más.

Alcabala La Pedrera, estado Táchira.

Al parecer movilizaban al chileno a algún sitio, cuando, al pasar por una alcabala en La Pedrera, Táchira, Carlos Maicko gritó a los militares que montaban guardia en el lugar que lo llevaban secuestrado. Los uniformados detuvieron el vehículo Ford Fiesta azul. Ya era de noche. De inmediato le ponen las esposas a los supuestos secuestradores: sargento mayor de tercera, Manuel Ulacio Guédez y el sargento mayor de segunda, Luis Peraza Bolívar.

Carlos Maicko intentó seguir con la mentira, pero, al ser registrado le consiguen el DNI chileno y se dan cuenta de que, mínimo, mentía sobre su identidad. Además, no contaba con pasaporte, por lo que no tenía entrada legal al país desde hacía casi un año. Pasadas las horas quedó detenido, ahora sí, porque tenía alerta roja en Interpol.

Macarena Palta e Yngrid Araya, que habían hablado hasta con el mismo presidente de la República de Chile, Gabriel Boric, a quien le entregaron una carta explicando el caso, saltaron de alegría al enterarse de que Carlos Maicko estaba preso en Venezuela. Por fin el siniestro sujeto de tantas noches amargas estaba tras las rejas. No obstante, esto aún no acaba. Ahora existe un proceso de extradición solicitado por las autoridades chilenas al sistema de justicia de Venezuela.

El caso de abuso sexual agravado a menores por el cual fue sentenciado Carlos Maicko Reyes Ramos se convirtió en un asunto de Estado, toda vez que la Fiscalía de Chile recibió una comunicación de parte del “Ministerio de Justicia y Derechos Humanos derivada del departamento de Gestión Ciudadana de la Presidencia de la República de Chile, solicitando el estatus del caso y las gestiones realizada para obtener la extradición”.

Macarena pide a la justicia venezolana que deporte a Carlos Maicko a Chile para que cumpla con la pena que le impuso un tribunal.

“Si hubiese sido inocente, no se habría ido del país huyendo por el paso Los Libertadores. Lo único que esperamos es que se haga justicia por nuestros hijos”.

Macarena Palta

Lo que hizo Carlos Maicko Reyes Ramos con la vida de niños en La Serena y Montepatria, Chile, pareciera tener un historial un poco más largo. Yngrid aseguró que en algún momento de esos años tormentosos pero que transcurrían en el silencio de los inocentes, el condenado tuvo una novia o «polola», como le dicen en este país, de nombre Zaraí, con la que vivió un tiempo en su pueblo natal. Sin embargo, explicó Yngrid, esa relación no había llegado a feliz término porque esa mujer sospechaba que Carlos Maicko estaba abusando de su hijo y lo corrió de la casa. La mujer se habría ido de esta localidad y no denunció el supuesto abuso a las autoridades, contó Araya.

Yngrid dice que presenció un episodio en el que Carlos Maicko quería llevarse al hijo de su novia a pasear, “Naguel vámonos”, dijo Carlos Maicko. El niño contestó aferrado a las piernas de su mamá: “No, no, no, yo no me quiero ir porque tu sois malo, sois malo”, en ese momento Yngrid le reprochó: “¿Que le estás haciendo al niño?” y el sujeto no contestó y haciendo gestos con la mano, alzado, se marchó.

Yngrid también suplica a Dios para que Carlos Maicko sea extraditado de Venezuela a Chile y pague por lo que le hizo a sus hijos y a otros tantos, cuyas madres tuvieron miedo de hablar. Esta humilde mujer, que asegura estar viviendo aún un “calvario”, tiene que esconder en su casa cuerdas, tijeras, cuchillos, porque aun sus hijos tratan de suicidarse. Su hijo mayor dejó los estudios cuando iba a quinto año porque en la escuela le dijeron “niño violado”. Por comentarios como esté, su hijo mayor se confinó prácticamente en su casa.

Para Macarena e Yngrid, esta pesadilla no acabará hasta ver a Carlos Maicko en una prisión chilena, y esperan que otras madres, al comprobar que se hizo justicia, tengan el arrojo de acudir a la Fiscalía para denunciar a este pederasta que acabó con las ilusiones de niños que le entregaron esa inocente confianza y que él traicionó.

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